El martes pasado, durante la jornada de Champions League,
recibimos una noticia insólita, de ésas que había que ver, porque lo que se
leía en redes sociales, sonaba a ciencia ficción. Héctor Herrera había sido
expulsado al minuto 6 del partido entre Porto y CSKA, ¡por doble amonestación!
Es de cierta manera natural que existan jugadores expulsados
en los primeros minutos de un juego, pero normalmente se trata de rojas
directas; ya sea por una entrada muy violenta o por esas expulsiones de reglamento,
como detener un gol con la mano o malograr una oportunidad manifiesta de gol
(como aquella de Jens Lehman en la final de la Champions de 2006, entre
Barcelona y Arsenal). Lo totalmente absurdo, es que en jugadas consecutivas,
antes de cumplir 10 minutos de partido, un jugador tenga tan poco criterio para
cuidar su amarilla, y de igual manera es difícil ver un árbitro con los
suficientes pantalones para tomar una decisión así.
Paolo Tagliavento, italiano, amonestó primero al volante
mexicano por una dura entrada sobre Hulk (el brasileño, no David Banner), y en
el cobro mismo de la falta, 40 segundos después, le mostró el segundo cartón
hepatítico por adelantarse en la barrera y detener el disparo ruso.
Incuestionable, clara, ridícula y digna de las listas de las mayores
estupideces del futbol mundial.
Cuando comentaba el hecho en redes sociales, alguno de mis
seguidores mencionó que “ni Chiquimarco es capaz de hacer algo así”.
Lamentablemente para él, lo tuve que corregir. Como me dice mi compañera de vida,
que tengo una memoria increíble para hechos casi siempre intrascendentes,
recordé una de las mayores perlas de Marco Rodríguez en el arbitraje.
Lo que no me llega bien al cerebro es la fecha, pero los
involucrados son Agustín Morales y Daniel Osorno, cuando jugaban en Celaya y
Atlas, respectivamente. No puede ser ya en este siglo, así que estamos hablando
de unos 14-15 años atrás. Era la primera jugada del partido que se disputaba en
el Estadio Jalisco, cuando le envían el balón a Osorno, pegado a la banda
izquierda; Agustín Morales se lanza de la tercera cuerda, tachones por delante,
a los tobillos del atlista. Marco Rodríguez, cuando era el Marco que hoy todos
extrañamos por implacable, le mete la roja al defensa cajetero entre ceja y
oreja. Así como Herrera se ganó las dos amarillas en 40 segundos, Morales se
quedó con su roja cuando no iban ni 40 segundos de partido.
Y para finalizar una trilogía de expulsiones inmisericordes,
tenemos que recurrir al mejor árbitro de México, Francisco Chacón. Sucedió apenas
el viernes pasado. Héctor Mancilla, delantero de Monarcas, pensó que se
encontraba frente al otro Chacón o Voldemort, porque se necesita ser bastante
bruto para insultar y hacer señas groseras al guanajuatense. Con su jerarquía
intacta, ajeno a las presiones oficiales de no meterse en problemas, sacó la
roja del pantalón y mandó al chileno a tomar una ducha helada, aderezada con
el empate de último minuto que consiguió Chivas, cuando su equipo jugaba con 10
por sus leperedas.
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