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lunes, 30 de abril de 2012

"Profesionales"


Este lunes 30, escuché a Andrés Fassi (directivo del Pachuca) en entrevista de radio, hablar de la próxima profesionalización de los árbitros mexicanos. No dijo mucho, pero en el contexto de una pregunta acerca de la confianza que le tiene a los silbantes mexicanos, dijo que la tienen plena en ellos, y que vienen mejores oportunidades con la creación de la nueva Liga.
Si se trata de imitar lo que  se hace en Inglaterra en materia referil, que es de donde se han tomado las mayores ideas para la nueva Liga, es evidente que mejorar las condiciones de los árbitros es un tema básico.
Recuerdo a un extraordinario preparador físico que teníamos en Guadalajara a principios del siglo, Donato Barbosa, que nos decía que mentíamos cuando asegurábamos que éramos árbitros profesionales. “Son árbitros de futbol profesional, no se equivoquen”. Y saben qué, tenía toda la razón del mundo.
La profesionalización del arbitraje está en pañales en nuestro país, y si bien es cierto que se puede organizar un esquema para que los silbantes mexicanos se dediquen 24/7 a esta labor con salarios dignos de su responsabilidad, en el renglón de la dirigencia habría que hacer milagros para que esto funcionara.
Se ha hablado durante los últimos cinco años al menos, de que las personas que dirigen al arbitraje mexicano no son las adecuadas. Empezando por un presidente que no tiene ni la menor idea, pasando por un director general tirano, hasta llegar a los instructores y asesores, que han demostrado ser personas sin capacidad ni trayectoria elemental para enseñar a los nuevos a ser buenos árbitros.
Con suficiente dinero, como seguro habrá con la nueva Liga, se podrían establecer tabuladores para ofrecer salarios fijos a los silbantes mexicanos, más los honorarios por partido dirigido. No hay manera de competir con los sueldos de la Premier League, que son de alrededor de 24 mil euros mensuales (algo así como 400 mil pesos), pero si esos 24 mil los ofrecen en pesos a los silbantes de Primera División, más los partidos que reciban producto de su capacidad, podría ser un buen paso para empezar a exigirles un poquito más. Dentro de las exigencias estaría disponibilidad absoluta, muchas más horas de capacitación en todos los sentidos, como física, de reglas, psicológica, incluso de sistemas de juego (deberían darles becas para cursar los módulos de la Escuela Nacional de Directores Técnicos), para que no tengan mayores preocupaciones que su preparación.
El grandísimo problema vendría con las personas que los dirijan. Los rumores dicen que se creará una Sub-Comisión de Arbitraje propia de la nueva Liga, que estaría dirigida por Rafael Mancilla. Imaginen si ahora que los silbantes no son “profesionales” y las exigencias de peso, grasa y asistencia a charlas intrascendentes son motivo de duros y totalmente injustos castigos, cuando tenga el pretexto de que sea obligatorio por el sueldo devengado, las tiranías más famosas del mundo van a parecer cosa de niños. Ni se diga de los instructores, ya que no hay nadie actualmente disponible para hacer esta labor. Los mejores de las últimas décadas encontraron en los medios su campo de acción, y el único que está preparado y tiene ganas de hacerlo, Armando Archundia, está vetado por todo mundo.
Con esta perspectiva, lo que parece que habría que mejorar, es el material humano que dirige y administra a los árbitros. Un buen administrador para director general; un buen publirrelacionista para el puesto de presidente (como Justino Compeán en la FMF), pero que no se meta en cuestiones técnicas; un exitoso exárbitro con avales internacionales en la formación de jueces para instructor en jefe; un reconocido preparador físico para jefe de esa área; un médico del deporte probado para los servicios de salud, y un nutriólogo con experiencia en deportistas de alto rendimiento, que establezca parámetros coherentes para definir los rangos de peso, grasa y composición corporal de acuerdo con cada individuo.
Pagarles un sueldo fijo a los árbitros es relativamente sencillo. Con esos nuevos derechos de cobrar una cantidad por mes, que los aleje de otras actividades y se puedan concentrar en su preparación, seguro que deberán de mejorar en muchos aspectos. Pero si les ponen esas nuevas condiciones, combinadas con los actuales vicios, padrinazgos, decisiones viscerales, parámetros ridículos de nutrición y demás tropelías que cometen Padilla, Mancilla y su pandilla, ese dinero que les paguen será tanto como si lo tiraran a la basura, porque no servirá de mucho.

Colofón 1
Que el nombre de Voldemort Zanjuampa haya estado en la lista de la Liguilla no es noticia, lo que será noticia es si lo designan. Antes de la verdadera desgracia de dar por bueno el gol de Segundo Castillo con la mano, un partidito de cuarto árbitro ya lo tenía en la bolsa. Habrá que ver si Carlos González tiene la desfachatez y falta de vergüenza para ponerlo en un juego de Liguilla, después de la porquería de juego que arbitró en Pachuca.
Colofón 2
Qué afán de darle a Mauricio Morales todos los juegos buenos del torneo, sólo le faltó el Clásico Nacional, y no pudo porque se le juntó con el del Norte, porque si no… El domingo en el Azteca vi una de las burlas más grandes de los últimos tiempos en materia arbitral, no de un futbolista que hace trampa, sino de un silbante que con total descaro, se atreve a marcar la falta de Aquivaldo sobre Villa afuera del área, cuando es claro, prístino y evidente, que fue un metro adentro. NO tiene nombre esto que hizo Morales al Cruz Azul.
Colofón 3
Regla Cinco también se publica en el sitio delapatada.com, los invito a ver este texto (diferente al del blog). http://delapatada.com/columnistas/leer/los-12-de-aaron

lunes, 23 de abril de 2012

La feria de los (no) penales

Nada alimenta mejor la polémica arbitral que un tiro penal mal señalado. La mayoría de las veces, la equivocación del árbitro es consecuencia directa de un intento de engaño de parte del delantero que provoca la marcación, aunque en otras, es simplemente un error de apreciación o interpretación del silbante.
Si un penal es causante de una buena polémica, que sea en favor de América, casi de último minuto y signifique el triunfo águila, el efecto se multiplica exponencialmente. Esto sucedió el domingo en la visita que hizo el equipo amarillo al Cuauhtémoc de Puebla.
El encuentro tuvo prácticamente todo lo que un aficionado al futbol puede desear. Muchos goles, estadio lleno, intensidad, y una muy buena polémica por la manera en que se decide el juego. Seguramente los seguidores poblanos no estarán muy de acuerdo en esto, pero en general el espectáculo se puede catalogar de satisfactorio.
Hay que apuntar que antes de que el América se encontrara con ese penal al minuto 86, el árbitro Ricardo Arellano había señalado uno para el Puebla, que convirtió en gol el español Luis García para empatar el juego a un gol. La jugada no es muy evidente, ya que en velocidad natural, el contacto de Diego Reyes sobre Landín no parece suficiente para marcar la falta. Hay que recurrir a las repeticiones en cámara lenta, desde un ángulo que no es el mismo que tenía Arellano, para determinar que la marcación es apenas correcta, en la frontera de que si no lo marcaba, tampoco pasaba nada.
El segundo tiempo comenzó de manera trepidante, con un gol por bando al 46 y al 47, y de ahí no hubo más que lo sucedido al 86, cuando Arellano corre al manchón blanco del área poblana, para sancionar con pena máxima una carambola entre Vuoso, Álvarez y Salinas.
En esta acción no es necesario ver la repetición en cámara lenta para determinar que Vuoso lo provoca. Al sentir la barrida del defensor poblano, el americanista clava la punta del pie derecho para engancharse en la pierna del rival. La toma cerrada lo único que hace es confirmar la primera apreciación, por lo que la Comisión Disciplinaria debería sancionar al delantero, ya que su engaño determinó el marcador final en favor de su equipo. Digo debería, porque ya fue publicado el reporte de sancionados y no hay nada al respecto.
Este lunes inició la concentración de los árbitros que dirigirán la Liguilla, con Ricardo Arellano en la lista de los elegidos. Según un comunicado oficial, se trabajará con los silbantes en jugadas clave, como los tiros libres y saques de esquina, per mejor que se dediquen a repasar las reglas básicas, que los jueces mexicanos no aplican muy bien que digamos.

Colofón
 Ya que tocamos el tema de los árbitros para la Liguilla, no podía faltar el terror de los silbantes, el mismísimo “Voldemort” Zanjuampa. Esto ya es una burla, lo único que falta es que le den un juego para dirigir como central, aunque seguramente su convocatoria es para que se haga de unos centavos extra como cuarto árbitro, de esos que les aumentan jugosamente en la fase final a los honorarios que cobran.


Colofón 2
Los invito a que también sigan Regla Cinco en el portal delapatada.com, donde esta semana se publica el análisis del Clásico Tapatío. http://delapatada.com/columnistas/leer/buenas-cuentas

lunes, 16 de abril de 2012

Rojo descolorido

Fue una verdadera pena ver cómo varios árbitros en esta jornada cometieron uno de los errores más graves que se pueden dar, al mostrar tarjetas amarillas en acciones que merecían la roja, o peor aún, convertir en roja una jugada que a lo mucho era para amonestación.
La mención de honor se la lleva Alfredo Peñaloza, que dirigió, o al menos así lo intentó, el juego entre Tigres y Chivas. Al minuto 27, cuando el marcador ya favorecía al Guadalajara por el gol de Omar Arellano, Hugo Ayala le plantó tremendo codazo en el rostro a Erick Torres. La acción tomó al árbitro a las espaldas de los jugadores (mal colocado por cierto), por lo que seguramente trató de adivinar y sólo hizo el ridículo al amonestar al defensa universitario.
Después de botanearse esta expulsión, al minuto 39 se echó otro aperitivo al buche. El mismo Cubo, que ya había sido amonestado seis minutos atrás, planchó de fea manera en el tobillo a Israel Jiménez. Peñaloza se llevó la mano a la bolsa del calzoncillo para sacar la roja inmediatamente, pero una vez más, en su afán cobarde de cubrirse el trasero ante las protestas que se le vendrían, mejor se fue por la fácil, amarilla primero y roja después. Dirán que si el resultado es el mismo, incluso con la suspensión de la Disciplinaria, no es importante señalar la chambonada, pero en verdad es relevante para manifestar el nivel de coyotaje que manejan los árbitros sin compromiso, como Peñaloza.
La expulsión a Marco Fabián por irse de la lengua está bien reglamentariamente, pero lo que no está bien es que la desesperación de los jugadores es provocada por las decisiones arbitrales. El gran festín de la noche se lo dieron en la reposición del juego, con el groserísimo gol en fuera de juego que significó el triunfo para los de casa. El línea José Santana se merece un premio, por la PEOR decisión de un asistente en el torneo.
La medalla de plata se la lleva Roberto García, juez designado para el partido entre Atlas y Monterrey, que sirvió para que los Zorros permanecieran un año más en Primera División.
A la mitad del segundo tiempo, justo por la línea de banda frente al cuarto árbitro, Walter Ayoví hace una de las entradas más fuertes del torneo sobre Sergio Santana. Todos en el estadio lo vimos, no había necesidad de esperar el resumen para estar seguros que el rayado se tenía que haber ido por su toalla y el jabón, pero el flamante árbitro olímpico tuvo que ser “asesorado” por su cuarto oficial, para por lo menos señalar falta. La roja fue tan descolorida, que ni a amarilla llegó. Jorge Pérez Durán, si vas con el chisme, llévalo completo, la viste en primera fila y era de expulsión (¿O sí le dijo y el soberbio de Roberto no le hizo caso? Nunca lo sabremos).
En el tercer sitio del podio debo poner a Francisco Chacón, que de cualquier manera sigue siendo el mejor silbante mexicano del momento. Al minuto 76, un deja vú se apareció en el Estadio Corregidora. Dalley Mena se escapa a velocidad de la marca del potosino Jehu Chiapas, que le da una patada muy clara y peligrosa por atrás al habilidoso jugador queretano. Todos pensamos que la lesión que le propinó Luis Pérez el torneo anterior podría volver a suceder (fractura de peroné), pero afortunadamente para Mena, todo quedó en la patada, aunque la expulsión debió proceder, ya que es evidente que Chiapas no intenta nunca jugar el balón y lanza la patada por la espalda del rival.
Lo increíble de la jornada, cortesía de Marco Rodríguez, es la expulsión al toluqueño Novaretti casi al finalizar el encuentro. El defensor argentino disputa un balón con el cruzazulino Cortés, en donde levanta un poco de más los tachones. No lo golpea, no lo pisa y casi ni siquiera lo toca. El azul cae el suelo por un contacto con la cadera del rojo, pero el siempre acaparador de los reflectores, ése que se robó el espectáculo del Clásico Nacional la semana anterior, voló como vampiro de la noche, raudo y veloz, para plantare en la cara el cartón rojo a un incrédulo Novaretti.
O el mundo arbitral en México está loco, o nos estamos volviendo daltónicos. Las de roja quedan en amarilla, algunas ni en eso; las faltas comunes terminan en expulsión; ahora estar un metro delante del penúltimo defensor ya no es fuera de juego, y para colmo, ya se vienen las Liguillas. A ver qué dice “Don” Aarón de sus muchachos esta semana. Lo bueno es que el descenso yo lo libraron.

Colofón 1
Mario Jesús López Carrillo (asistente 2 del juego Gallos vs San Luis), te encargo mucho a José Santana, enséñale cómo se juzgan las jugadas de fuera de juego, con balón en movimiento y a velocidad, no en la comodidad de un balón parado. Soberbias decisiones de este jovenazo en los dos primeros goles del partido, uno del “Chango” Moreno para adelantar a la visita, y el empate de Isaac Romo empezando el segundo tiempo.
Colofón 2
La novela de Genaro Medrano es una verdadera pena. Alguna información más veraz ya se conoce, como es la enfermedad del silbante de Juárez, que deja el arbitraje por lo pronto para buscar su recuperación, y que supuestamente la FMF y la Comisión de Arbitraje lo apoyan moral y económicamente. ¿Se sabrá el verdadero fondo que causó este padecimiento de Medrano? Nah, yo creo que no, a menos que el mismo árbitro y sus médicos lo decidan ventilar. En lo que son peras y manzanas, va un saludo a Genaro, y los mejores deseos de recuperación.

lunes, 9 de abril de 2012

Silbato seductor

En esta ocasión quiero compartirles una historia que conocí muy de cerca, y que al final se darán cuenta que embona adecuadamente en la coyuntura arbitral de la actualidad en México.
Todo empezó hace unos 13 años. La carrera futbolística, al igual que la de la escuela, había terminado para Javier (así le llamaremos al personaje en cuestión). Había terminado sus estudios en Comunicación, y por ende su última etapa como futbolista de alto nivel con el representativo de su universidad. El silbato lo había seducido desde unos años antes, pero decidió primero terminar sus estudios, antes de buscar el profesionalismo en esa actividad.
El primer paso fue adherirse a un Colegio de Árbitros de Guadalajara, concretamente el de la Liga Interclubes. Ahí empezó su pequeña y creciente adicción por las reglas y su impartición en una cancha de futbol. Su primer partido dirigido lo marcó para siempre. Además del silbatazo inicial, su siguiente intervención fue para señalar un tiro penal, expulsión incluida para el infractor, que impidió con la mano una jugada de gol. La tarjeta roja en alto y el rostro sereno, pero muerto de nervios por dentro, es una imagen que detonó su sueño. Quería hacer lo mismo en un campo de Primera División; que los comentaristas alabaran su determinación y valor para sancionar así en los primeros minutos del juego, aunque la jugada que relato fue en un partido de juveniles de 15 años.
La sensación de ser el amo del campo en los 70 u 80 minutos que duraban los partidos que dirigía en esa liga, lo impulsaban a buscar más. Primero fue una Liguilla de Juveniles, después el brinco a la Categoría Libre, donde todos querían arbitrar, más Liguillas y finales; su ambición no tenía límites.
En agosto de 2001 inició el curso para ser árbitro profesional. La clase era de aproximadamente 50 aspirantes, de los cuales apenas una cuarta parte lograría su primera meta. Entrenaba con los profesionales, ahí estaban algunos de sus ídolos, como Jesús Robles, y algunos que en aquel entonces eran figuras en proceso, como Paul Delgadillo, Marco Cueva, Erim Ramírez o Román Medina.
Cada día crecía más ese sueño, ya convertido en obsesión. No le importaba lo que le pasara en sus partidos, Javier mantenía su deseo intacto de hacer valer las reglas en las canchas profesionales de México, y el llano se estaba convirtiendo en su mejor escuela. El camino empezaba a torcerse, cuando deliberadamente señalaba acciones que sabía le provocarían conflictos. No importaba, el poder del silbato lo había seducido por completo. Ser el centro de atención provocaba una reacción indescriptible, así fuera para bien o para mal.
Durante el curso de aspirante tuvo varias oportunidades de probar el profesionalismo de la Tercera División, siempre como asistente, pero no importaba, la meta estaba cerca. Ahí fue aprendiendo también de los rincones oscuros del arbitraje. Las charlas entre compañeros con experiencia eran oro molido, aunque los consejos no fueran siempre buenos.
Cuando por fin recibió la noticia de que había sido considerado para integrarse a la Delegación Jalisco de Árbitros Profesionales, la alegría fue inmensa. Según sus cálculos, su Mundial sería el de 2014. Con 39 años llegaría en toda su madurez, siendo la gran figura del arbitraje mexicano. Pero tenía que hacerlo rápido, ya que la edad lo tenía contra las cuerdas. Convertirse en profesional a los 27 años no era una buena noticia. Tenía dos años máximo para subir a Segunda y otros tres para alcanzar la Primera A. No había tiempo para seguir el proceso, o sería dado de baja.
Las atenciones recibidas en los campos que visitaba para dirigir partidos de Tercera División eran la mayoría de las veces cordiales, unas ocasiones muy buenas, pero otras tantas muy desagradables. El ego comenzó a apoderarse de él, y la enfermedad del protagonismo lo había invadido. Aplicaba las reglas a rajatabla, muchas veces con el conocimiento de que los criterios que utilizaba no serían comprendidos por jugadores, técnicos y aficionados, lo que le provocaba constantes conflictos. Invalidaba goles por faltas insignificantes, o expulsaba jugadores por entradas que podían manejarse de otra manera. Era intolerante a las protestas, ya que no concebía que alguien que desconociera las reglas le dijera cómo aplicarlas. Ahí empezó a cavar su tumba.
Otro de los motivos que obstaculizaban su crecimiento, era la negativa a entrar en el juego de la sumisión ante los directivos arbitrales. Su vanidad le dictaba que las actuaciones en el “verde” eran su pasaporte a la gloria, no los favores ni los regalitos a los jefes.
El sueño terminó pronto. No habría Mundial de 2014, vaya, ni siquiera Primera A. Lo más lejos que llegó fue a ser asistente en algunos partidos de Segunda División y central en el extinto Torneo Nacional de Reservas.
La enfermedad del protagonismo, la soberbia y el sentido equivocado que le dio a su labor como conductor de futbol, buscando ser el centro de atención, acabaron con su carrera. Después tuvo oportunidad de ser dirigente de los árbitros jaliscienses, así como asesor en Primera A, donde pudo transmitir esta experiencia a otros, para que no vivieran lo que él vivió.
Hoy, tomo el teclado para comunicar mi manera de ver y sentir el arbitraje. Hoy, entiendo mejor los motivos que llevan a los árbitros de Primera División a buscar más los reflectores que una buena conducción del juego. El poder del silbato y las reglas seduce. Es una enfermedad, que en México se puede convertir en epidemia, porque aunque muchos nos quedemos en el camino, otros pocos sí alcanzan su sueño de dirigir un Clásico Nacional.

Colofón
A la memoria de mi Maestro, Don Jorge Salles Cuervo. Licenciado, la vida no nos permitió llegar más lejos, pero su recuerdo imborrable queda en el corazón agradecido de un chico al que le dio toda su confianza hace 13 años. 

lunes, 2 de abril de 2012

Tarde triste en el Infierno

El domingo no pintaba bien para los Diablos. Enfrentarían en territorio de Belcebú a su némesis, a los angelicales Santos de Torreón, que además de sus poderes divinos, llegaron a La Bombonera con la etiqueta de uno de los tres mejores equipos del campeonato.
Sumada a la peligrosidad de las fuerzas laguneras del bien, flotaba en el aire una amenaza densa como la neblina, capaz de poner al mismísimo Satanás en alerta. Jorge Gasso comandaría las acciones desde el centro del campo. La ley de la probabilidad nunca fue tan perfectamente comprobada. En los juegos sabatinos, los árbitros no habían hecho de las suyas. El viernes en Pachuca sí hubo mano negra en el gol de Mustafá que decretó el 1-0 favorable a los Tuzos sobre los Xolos, así que ya era tiempo de otra desgracia arbitral, de ésas que tenemos 2 ó 3 por semana.
Jorge Gasso parece haber sentido envidia del reciente bautizo de Lord Voldemort (Zanjuampa, para los que apenas lo saben), por lo que decidió manifestar su inconformidad y reclamar su estado de privilegio en el anti Top Ten de los silbantes mexicanos.
Las clásicas chambonadas del hijo pródigo de la Comisión de Arbitraje ya no son noticia. Por nada se le conoce como el Rey del Amontonamiento, que aplica a la perfección, así como el constante tijereteo del juego, marcando faltas ridículas, y el cambio de tarjetas rojas claras por amarillas (seguro le remordió la conciencia haber perjudicado tanto a Iván Alonso, que le perdonó la expulsión).
Si no fuera por las desgracias que le sucedieron a Fernando Guerrero al principio del torneo con los goles fantasmas de Monterrey y Cancún, la siguiente jugada competiría seriamente por la peor decisión del torneo.
Era el minuto 40, cuando Gasso señala un tiro pena en favor del Toluca. Iván Alonso patea a la izquierda de Oswaldo, que ataja el pelotazo; el balón queda a modo para que delantero choricero lo empuje a la red en el contrarremate, pero Iván Estrada lo carga groseramente por la espalda, justo a tres metros de donde estaba colocado el árbitro, que con un descaro impresionante, dejó seguir la acción, que terminó con el despeje de un lagunero. Está claro que era nuevamente tiro penal y expulsión para el Guti. El marcador se encontraba 0-2 para la visita, que pudo haberse convertido en 1-2 y con 10 jugadores. Verdaderamente increíble.
Contrario a lo que muchos han comentado, en la jugada del segundo tiempo cuando el asistente número 2, Miguel Hernández, no da por valido un gol para el Toluca, la decisión no es para quemarlo en leña verde. Ya quedó demostrado, con cámara perfectamente bien colocada y congelando la imagen, que el balón rebasó la línea de meta, pero eso no es lo más relevante, por lo menos desde el punto de vista de técnica arbitral.
La jugada es muy rápida, el tiro de Alonso sale con gran fuerza, proveniente de un desvío, después de un tiro de fuera del área santista. El asistente se encontraba clocado donde debe de estarlo, en línea con el penúltimo defensor, que es su principal asignatura en el juego. Por estar en “su” posición, queda razonablemente lejos de la línea de meta, lo suficiente para que no tenga la seguridad de que el balón ingresó a la portería. Hay una afirmación que siguen la mayoría de los asistentes, y se trata de que se pueden equivocar al no dar bueno un gol que sí entró, pero inventar goles que no lo son es mucho más grave. En palabras más concretas, no se vale adivinar. Si el auxiliar no tiene la certeza absoluta de que el gol es válido, no debe levantar su bandera. De cualquier manera Hernández irá a la congeladora, aunque su pena deberá de ser benigna.
De Gasso no hay mucho más que decir. Su lugar en la historia del arbitraje mexicano está seguro, en el podio de los peores de todos los tiempos. Cuidado, está herido y querrá reclamar para sí el mote del innombrable, y seguramente tendrá una nueva oportunidad para demostrarlo antes de que termine el torneo, porque la bendita Comisión de Arbitraje no tiene la capacidad para darle las gracias de una vez por todas.

Colofón
Desafortunadamente en esta jornada, el mejor árbitro de México, Francisco Chacón, tuvo un desliz. Lo bueno es que al final no influye en el marcador del América vs Monterrey, y es bueno equivocarse de vez en cuando, mucho mejor antes de la Liguilla, lo que nos asegura, otra vez por la ley de las probabilidades, que no se volverá a equivocar en un buen rato.