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martes, 15 de octubre de 2013

Maratón

Maratón es el nombre de una prueba atlética que consiste en correr 42.195 kilómetros. Imagino que 42 podría ser también el número de detalles arbitrales del juego México vs Panamá, pero no. La labor del salvadoreño Joel Aguilar el viernes en el Azteca se resume en este primer párrafo. Fue una lección avanzada de arbitraje localista. Todas las jugadas con un mínimo sustento reglamentario, fueron a favor de los verdes; todas las jugadas con un microscópico asomo de duda, fueron en contra de los panameños, y listo. A nosotros sí nos marcaron el penal; a ellos no. Que el Chícharo lo haya fallado, ya es otro boleto.

Volvamos al tema del maratón. Les quiero contar que el domingo pasado corrí por segunda ocasión en mi vida 42.195 kilómetros. ¿A quién le puede importar lo que haga en mi tiempo libre? Creo que no a muchos, a menos que éste fuera un espacio para corredores o algo por el estilo. Lo que sí me da tema para colocar este suceso en una columna de temas arbitrales, es la agradable sorpresa de que dos árbitros profesionales tapatíos también participaron en el XXIX Maratón Internacional de Guadalajara.

Uno de ellos no necesita presentación, se trata de Paul Delgadillo, árbitro internacional, considerado por su humilde servidor, como uno de los mejores cuatro silbantes de este país. El otro juez que participó fue Óscar Villágomez, actualmente en la baraja de la Liga de Ascenso. Villágomez es además, uno de los tres sobrevivientes de la Generación 2002 de árbitros jaliscienses (de la que formé orgullosamente parte), y que busca emular a Javier Santacruz, asistente, que ya alcanzó el sueño de la Primera División esta temporada. La terna la completa Mario Nieves, que ya tiene también un lugar de respeto en el Ascenso con su bandera.

La presencia de estos dos árbitros en competencias atléticas de fondo, tiene un fondo (valga la rebuznancia) positivo y otro que interpreto como negativo, y me explico. Lo bueno no requiere de mucha ciencia. El deporte de alto rendimiento, como lo es correr un maratón, siempre tendrá efectos benéficos para las personas, no sólo en el tema de su salud, sino también en el desarrollo personal.  Es una distancia que pone a prueba el carácter, la disciplina y la tolerancia al dolor de las personas. Cruzar una meta después de correr por tres, cuatro horas o más, produce una alegría inmensa, desbordante, anestésica (se olvidan todos los dolores). Unos lloran, otros ríen, pero el sentimiento común es de una gran satisfacción personal. Hasta el día de hoy, son pocos eventos en mi vida que se equiparen en emoción y felicidad a cruzar la meta del maratón.

La parte negativa, tiene mucho más que ver con la coyuntura arbitral mexicana, que con alguna diatriba teórica que pueda soltarme con respecto a que un árbitro de élite participe en esta prueba. Me enteré hace poco, que durante la mayor parte de este año, la preparación física de los árbitros mexicanos había sido modificada en su metodología. Las sesiones de resistencia aeróbica habían disminuido radicalmente, para privilegiar la potencia y la velocidad. Hace pocas semanas, previo a las últimas pruebas, volvieron a tener sesiones de resistencia de calidad. Con mis limitados conocimientos de la preparación física integral, entiendo que un silbante de futbol moderno debe contar con una base de resistencia, fuerza y velocidad, en donde cada una complementa a la otra. Si uno es fuerte, puede ser más rápido, pero necesita resistir los 90 minutos de un partido, y esa parte se estaba dejando de lado.

Interpreto que esta omisión en los trabajos de resistencia, obligó a algunos árbitros a completar de manera individual su preparación física. Al hacer sesiones aeróbicas largas, los atletas van desarrollando ese instinto de probarse qué tan bien están, y las carreras organizadas son el mejor parámetro. Delgadillo y Villagómez han sido asiduos a los medios maratones de aproximadamente año y medio a la fecha, y el domingo pasado brincaron a la máxima prueba. Son un ejemplo de disciplina, constancia y superación. Un maratón es un punto de quiebre para cualquier persona; no se es el mismo después de un experiencia así, y casi puedo asegurar que el 100 por ciento de los maratonistas cambia para mejorar.


Delgadillo y Villagómez hoy son mejores personas que hace tres días. Se impusieron un reto y lo cumplieron. Esto no significa que por arte de magia se conviertan en mejores árbitros de lo que ya son, pero en definitiva, sí van un paso adelante de muchos, y esa iniciativa para mejorar, ese deseo de superación, es un ejemplo a seguir. ¡Enhorabuena!

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