Juzgar, con los criterios actuales, la marcación de una
mano, se ha vuelto tema de discusión interminable, porque al final de cuentas
el criterio es personal, y por más ejemplos y directrices que se establezcan,
siempre queda a la interpretación del juez. Roberto García Orozco se encargó
este fin de semana de regalarnos dos jugadas que pueden dar un poco de luz al
respecto.
En el partido entre Toluca y Atlas, hay dos acciones en las
que se juega el balón con la mano. En la primera, tras un disparo a quemarropa
hacia el marco rojinegro, Sinha se lanza al suelo buscando NO interferir con el
tiro a gol de su compañero, pero que desafortunadamente no logra, ya que desvía
el balón con el brazo cuando se encontraba en el suelo. Para peor falta de
suerte, el rebote lo toma Velázquez que fusila a Pinto, pero Roberto invalida
el tanto por la mano previa. En la segunda jugada, también en el área
visitante, Ponce se barre para tratar de impedir un centro, que logra desviar
con el brazo derecho que llevaba despegado del cuerpo. Por ahora no vamos a
juzgar las dos acciones, primero revisemos lo que dice la regla.
Para valorar la marcación de una mano, el árbitro debe tomar
en cuenta tres factores: accidente, deliberación o intencionalidad. El accidente
no se sanciona, las otras dos sí. Cuando sí se marca una mano, las deliberadas
no llevan tarjeta de por medio, mientras que las intencionales sí. Como una
mano accidental es más fácil de imaginar, igual que una hecha a propósito,
vamos con el meollo del asunto, que son las manos deliberadas.
La mayoría de las veces, una acción deliberada no lleva la
certeza de consumarse. Los instructores de Fifa han vendido la idea de que para
juzgar una mano deliberada, se debe entender que toda la extremidad superior se
encuentre colocada en un lugar que no es natural. Desde ahí comienzan los
problemas, porque depende de la psicomotricidad del jugador cómo se mueva por
el campo.
La distancia desde donde se juega el balón previo a la mano
también es muy importante, porque la sorpresa y proximidad eliminan la
posibilidad de colocar esa parte del cuerpo en una zona que pudiera obstruir el
viaje del balón. Protegerse el rostro, eso sí, muy cerca del mismo, no a medio
metro, también es permitido, siempre y cuando se tenga la certeza de que si no
hubiera mano, sería cara.
Ahora vayamos a la jugada de Ponce para hacer el ejemplo más
concreto. En mi criterio muy personal, con muchos años jugando futbol, sé que
al barrer, el brazo no debe sobresalir del cuerpo. No es natural, en mi punto
de vista, por lo que coincido con la apreciación de García Orozco en esa
jugada. Es probable que Ponce no tuviera la intención manifiesta de tapar el
centro con el brazo, pero sí estaba abarcando más espacio del natural, que es
por dónde debía pasar el balón.
Ahora regresemos con Sinha y el gol invalidado a Velázquez.
Esta jugada es previa a la marcación del penal, por lo que muchos se han
inclinado por la compensación al señalar el penal de Ponce para desacreditar
aquella decisión arbitral. No estoy de acuerdo, aunque nunca sabremos qué pasó
por la mente del árbitro, así que mejor mantengámonos en los hechos.
Cuando un jugador, intencionalmente, se está tratando de
ubicar fuera del alcance del balón, no hay manera posible en las reglas de que
se le pueda señalar mano. Si además de ser claro y nítido el movimiento por
alejarse de la trayectoria del redondo, el jugador ya dio la espalda al mismo,
y por accidente no alcanza a evitar que le pegue en el brazo, se duplica la
anulación de la deliberación o intencionalidad. Roberto, como lo muestran las
repeticiones, tenía una ubicación inmejorable para apreciar toda la jugada, por
lo que se me escapa una razón por la que se hubiera confundido, o que su
perspectiva le impidiera juzgar toda la acción. Nos tendremos que conformar con
una razón de criterio o precipitación, aunque ya haciendo un análisis más
personal, creo que más bien fue falta de compromiso y valor para dar por bueno,
un gol bueno.
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