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martes, 5 de noviembre de 2013

Las manos de Roberto

Juzgar, con los criterios actuales, la marcación de una mano, se ha vuelto tema de discusión interminable, porque al final de cuentas el criterio es personal, y por más ejemplos y directrices que se establezcan, siempre queda a la interpretación del juez. Roberto García Orozco se encargó este fin de semana de regalarnos dos jugadas que pueden dar un poco de luz al respecto.

En el partido entre Toluca y Atlas, hay dos acciones en las que se juega el balón con la mano. En la primera, tras un disparo a quemarropa hacia el marco rojinegro, Sinha se lanza al suelo buscando NO interferir con el tiro a gol de su compañero, pero que desafortunadamente no logra, ya que desvía el balón con el brazo cuando se encontraba en el suelo. Para peor falta de suerte, el rebote lo toma Velázquez que fusila a Pinto, pero Roberto invalida el tanto por la mano previa. En la segunda jugada, también en el área visitante, Ponce se barre para tratar de impedir un centro, que logra desviar con el brazo derecho que llevaba despegado del cuerpo. Por ahora no vamos a juzgar las dos acciones, primero revisemos lo que dice la regla.

Para valorar la marcación de una mano, el árbitro debe tomar en cuenta tres factores: accidente, deliberación o intencionalidad. El accidente no se sanciona, las otras dos sí. Cuando sí se marca una mano, las deliberadas no llevan tarjeta de por medio, mientras que las intencionales sí. Como una mano accidental es más fácil de imaginar, igual que una hecha a propósito, vamos con el meollo del asunto, que son las manos deliberadas.

La mayoría de las veces, una acción deliberada no lleva la certeza de consumarse. Los instructores de Fifa han vendido la idea de que para juzgar una mano deliberada, se debe entender que toda la extremidad superior se encuentre colocada en un lugar que no es natural. Desde ahí comienzan los problemas, porque depende de la psicomotricidad del jugador cómo se mueva por el campo.

La distancia desde donde se juega el balón previo a la mano también es muy importante, porque la sorpresa y proximidad eliminan la posibilidad de colocar esa parte del cuerpo en una zona que pudiera obstruir el viaje del balón. Protegerse el rostro, eso sí, muy cerca del mismo, no a medio metro, también es permitido, siempre y cuando se tenga la certeza de que si no hubiera mano, sería cara.

Ahora vayamos a la jugada de Ponce para hacer el ejemplo más concreto. En mi criterio muy personal, con muchos años jugando futbol, sé que al barrer, el brazo no debe sobresalir del cuerpo. No es natural, en mi punto de vista, por lo que coincido con la apreciación de García Orozco en esa jugada. Es probable que Ponce no tuviera la intención manifiesta de tapar el centro con el brazo, pero sí estaba abarcando más espacio del natural, que es por dónde debía pasar el balón.

Ahora regresemos con Sinha y el gol invalidado a Velázquez. Esta jugada es previa a la marcación del penal, por lo que muchos se han inclinado por la compensación al señalar el penal de Ponce para desacreditar aquella decisión arbitral. No estoy de acuerdo, aunque nunca sabremos qué pasó por la mente del árbitro, así que mejor mantengámonos en los hechos.

Cuando un jugador, intencionalmente, se está tratando de ubicar fuera del alcance del balón, no hay manera posible en las reglas de que se le pueda señalar mano. Si además de ser claro y nítido el movimiento por alejarse de la trayectoria del redondo, el jugador ya dio la espalda al mismo, y por accidente no alcanza a evitar que le pegue en el brazo, se duplica la anulación de la deliberación o intencionalidad. Roberto, como lo muestran las repeticiones, tenía una ubicación inmejorable para apreciar toda la jugada, por lo que se me escapa una razón por la que se hubiera confundido, o que su perspectiva le impidiera juzgar toda la acción. Nos tendremos que conformar con una razón de criterio o precipitación, aunque ya haciendo un análisis más personal, creo que más bien fue falta de compromiso y valor para dar por bueno, un gol bueno.

Así es el mundo de las manos en el futbol. Lleno de misterios sin resolver, con instrucciones poco claras y sujetas al criterio personal de los jueces. A mí me gusta que sea complicado, porque obliga a los árbitros a ser más certeros en sus apreciaciones, además que nos da tema para comentar y hacer la polémica del futbol, que es la gasolina de nuestro adorado deporte.

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