Maratón es el nombre de una prueba atlética que consiste en
correr 42.195 kilómetros. Imagino que 42 podría ser también el número de
detalles arbitrales del juego México vs Panamá, pero no. La labor del
salvadoreño Joel Aguilar el viernes en el Azteca se resume en este primer
párrafo. Fue una lección avanzada de arbitraje localista. Todas las jugadas con
un mínimo sustento reglamentario, fueron a favor de los verdes; todas las
jugadas con un microscópico asomo de duda, fueron en contra de los panameños, y
listo. A nosotros sí nos marcaron el penal; a ellos no. Que el Chícharo lo haya
fallado, ya es otro boleto.
Volvamos al tema del maratón. Les quiero contar que el
domingo pasado corrí por segunda ocasión en mi vida 42.195 kilómetros. ¿A quién
le puede importar lo que haga en mi tiempo libre? Creo que no a muchos, a menos
que éste fuera un espacio para corredores o algo por el estilo. Lo que sí me da
tema para colocar este suceso en una columna de temas arbitrales, es la
agradable sorpresa de que dos árbitros profesionales tapatíos también
participaron en el XXIX Maratón Internacional de Guadalajara.
Uno de ellos no necesita presentación, se trata de Paul
Delgadillo, árbitro internacional, considerado por su humilde servidor, como
uno de los mejores cuatro silbantes de este país. El otro juez que participó
fue Óscar Villágomez, actualmente en la baraja de la Liga de Ascenso.
Villágomez es además, uno de los tres sobrevivientes de la Generación 2002 de
árbitros jaliscienses (de la que formé orgullosamente parte), y que busca
emular a Javier Santacruz, asistente, que ya alcanzó el sueño de la Primera
División esta temporada. La terna la completa Mario Nieves, que ya tiene
también un lugar de respeto en el Ascenso con su bandera.
La presencia de estos dos árbitros en competencias atléticas
de fondo, tiene un fondo (valga la rebuznancia) positivo y otro que interpreto
como negativo, y me explico. Lo bueno no requiere de mucha ciencia. El deporte
de alto rendimiento, como lo es correr un maratón, siempre tendrá efectos
benéficos para las personas, no sólo en el tema de su salud, sino también en el
desarrollo personal. Es una distancia
que pone a prueba el carácter, la disciplina y la tolerancia al dolor de las
personas. Cruzar una meta después de correr por tres, cuatro horas o más,
produce una alegría inmensa, desbordante, anestésica (se olvidan todos los
dolores). Unos lloran, otros ríen, pero el sentimiento común es de una gran
satisfacción personal. Hasta el día de hoy, son pocos eventos en mi vida que se
equiparen en emoción y felicidad a cruzar la meta del maratón.
La parte negativa, tiene mucho más que ver con la coyuntura
arbitral mexicana, que con alguna diatriba teórica que pueda soltarme con
respecto a que un árbitro de élite participe en esta prueba. Me enteré hace
poco, que durante la mayor parte de este año, la preparación física de los
árbitros mexicanos había sido modificada en su metodología. Las sesiones de
resistencia aeróbica habían disminuido radicalmente, para privilegiar la
potencia y la velocidad. Hace pocas semanas, previo a las últimas pruebas,
volvieron a tener sesiones de resistencia de calidad. Con mis limitados
conocimientos de la preparación física integral, entiendo que un silbante de
futbol moderno debe contar con una base de resistencia, fuerza y velocidad, en
donde cada una complementa a la otra. Si uno es fuerte, puede ser más rápido,
pero necesita resistir los 90 minutos de un partido, y esa parte se estaba
dejando de lado.
Interpreto que esta omisión en los trabajos de resistencia,
obligó a algunos árbitros a completar de manera individual su preparación
física. Al hacer sesiones aeróbicas largas, los atletas van desarrollando ese
instinto de probarse qué tan bien están, y las carreras organizadas son el
mejor parámetro. Delgadillo y Villagómez han sido asiduos a los medios
maratones de aproximadamente año y medio a la fecha, y el domingo pasado
brincaron a la máxima prueba. Son un ejemplo de disciplina, constancia y
superación. Un maratón es un punto de quiebre para cualquier persona; no se es
el mismo después de un experiencia así, y casi puedo asegurar que el 100 por
ciento de los maratonistas cambia para mejorar.
Delgadillo y Villagómez hoy son mejores personas que hace
tres días. Se impusieron un reto y lo cumplieron. Esto no significa que por
arte de magia se conviertan en mejores árbitros de lo que ya son, pero en
definitiva, sí van un paso adelante de muchos, y esa iniciativa para mejorar,
ese deseo de superación, es un ejemplo a seguir. ¡Enhorabuena!
Muy buen articulo...
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel!!!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente manera de mezclar los temas y felicidades de nuevo por el logro.
ResponderEliminarMuchas gracias Roberto!! Felicidades a ti también!!!
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