Una de las evoluciones más complejas que han tenido las
Reglas de Juego en los últimos años, ha sido la que habla sobre la deliberación
de utilizar la mano (en este caso, toda la extremidad superior) para jugar el
balón de manera ilícita.
Antes, si el balón tocaba cualquier parte de la “mano” de un
jugador, que no fuera el arquero en su propia área penal, se sancionaba como
falta. No importaba si era sin querer queriendo, por un rebote, si caía encima del
esférico, o si incluso, como hizo Roberto Baggio en Francia 1998, el balón era
pateado deliberadamente hacia la mano del contrario. De hecho, a raíz de esa
jugada fue que el Internacional Board inició con este proceso de modificar el
criterio para sancionar la deliberación, y no el hecho en sí.
Deliberación significa, estrictamente, “consideración o
reflexión sobre un asunto antes de tomar una decisión sobre él”
(wordreference.com). Me hubiese gustado tomar la definición de la Real Academia
de la Lengua Española, pero como publica en su sitio solamente “acción y efecto
de deliberar”, nos vamos a quedar en las mismas.
Aplicado al uso de las manos en el futbol, la deliberación
significa algo así como colocar la mano o el brazo en un espacio que
eventualmente podría interponerse en el viaje del balón. Esto no lo convierte
en intencional, que es más claro de entender. Intencional es hacerlo con el fin
exclusivo de jugar el balón con la mano para obtener una ventaja; deliberado es
colocar el cuerpo de una manera tal, de que la posibilidad de impedir el paso
del esférico aumente. La intencionalidad se produce una vez que conocemos la
trayectoria del balón, mientras que la deliberación sucede antes.
¿A qué viene toda esta diatriba de la definición de la
palabra deliberación y sus implicaciones futboleras? Pues a lo que sucedió el
sábado en Monterrey, en el juego entre Rayados y Santos.
Erim Ramírez, el futuro árbitro FIFA, tuvo dos jugadas muy
similares en el área de Santos, una en cada tiempo. Son las típicas acciones en
que el defensor hace su cobertura en el extremo para evitar un centro al área,
que detiene con la mano.
En la primera, Felipe Baloy barre desesperado ante el arribo
del delantero rayado; a pesar de irse deslizando en el suelo, de manera
deliberada, levanta el brazo derecho para ocupar un espacio mayor que impida el
paso del balón. Logra detener el viaje del esférico con el codo, pero el
árbitro interpretó la jugada como lícita, haciendo la seña clara de que el
balón fue a la mano sin intención ni deliberación. Espantosa X para Erim.
La segunda acción tiene algunas diferencias con la de Baloy.
Primero, el defensor santista está de pie, corriendo hacia su línea de meta.
Segundo, el brazo que estira es el izquierdo, y lo hace por detrás de su
espalda. El resultado es el mismo. Desvía el centro con la mano, y nuevamente
Ramírez avala la acción, e incluso señala hacia la otra área para dar a
entender que está juzgando igual que en el primer tiempo. En ese sentido está
bien que unifique sus criterios, aunque sean equivocados. Al menos, el primero
de manera flagrante, y el segundo muy discutible.
Para fortuna de todos los involucrados en el juego, el
marcador favoreció a Monterrey por 3
a 2, pero adentrándonos en el bizarro mundo de los
hubiera, un empate del visitante, o hasta el triunfo, se hubiese convertido en
un escándalo arbitral. Sólo quedó en anécdota, y en una probable banca para el
silbante tapatío.
Los que hemos estado en una cancha de futbol con el silbato
en la mano, y también debería ser bastante lógico para los que no, sabemos que
no es lo mismo ver las jugadas a nivel de cancha, con obstáculos (otros
jugadores), que verlas desde una perspectiva televisada en un ángulo
descendente, o con planos que no correspondan a la ubicación de un árbitro o
sus asistentes. Sirva esto en descargo del equipo arbitral, que tiene una sola
toma y sin repetición.
La solución no es fácil para este tema en particular. La
mejor manera de ser más acertados, es con mucha capacitación; horas y horas de
video para cubrir todas las posibilidades, pero ni así se garantiza la ausencia
de polémica y marcaciones incorrectas. Y con la calidad de los instructores
mexicanos, menos.
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