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miércoles, 7 de noviembre de 2012

El momento justo del adiós


Una de las preguntas más difíciles de contestarse uno mismo, es cuándo retirarse de su actividad preferida o primordial. Como en todo tipo de decisión trascendente de vida, hay varias opciones. No es lo mismo retirarse del mundo laboral que consideramos normal, que dejar una actividad deportiva, o en este caso que vamos a tratar, del arbitraje, del que Mauricio Morales puso punto final a su carrera dentro de las canchas.

En el caso de los árbitros de futbol, hay un momento que marca su retiro, quieran o no; estén en condiciones físicas aptas o no; hayan sido los mejores de la historia de su país o uno más del montón, y ese momento llega el año en que cumplen 45. A esa edad, FIFA les quita la elegibilidad para portar el gafete internacional, y por lo menos en el caso de México, es el momento de ponerle fin a la carrera. Otros países, como Inglaterra, permiten a sus silbantes mantenerse hasta que el físico se los impida.

Son pocos los privilegiados que pueden hacer “toda la ruta”. Aunque también existen los casos en que las circunstancias permiten a un árbitro seguir activo en su año 45, pese a ya no estar en condiciones óptimas. Y éste fue el caso de Mauricio Morales Ovalle.

Las bondades de una Comisión de Arbitraje que funciona de maneras misteriosas en México, le permitió a Morales tener una muy notoria e inmerecida “Gira del Adiós” en el Clausura 2012. Arbitró todas las jornadas prácticamente, todos los Clásicos importantes, y pese a tener actuaciones bastante cuestionables antes y durante de la Liguilla, se coló hasta la Final.

Para un árbitro que había tenido pocas oportunidades importantes a escala internacional, una Final de campeonato local era el marco perfecto para colgar el silbato en lo más alto. Merecida o no, la vitrina de un juego por el título, en este caso el de ida, es el sueño de muchos árbitros. Recientemente, Armando Archundia, y algunos años antes, Eduardo Brizio, dijeron adiós en juegos grandes. Armando también tuvo su gira de despedida después de regresar de Sudáfrica, lo hizo ya en declive de su nivel arbitral, pero no tan notorio como el de Morales. El de Lalo Brizio ha sido tal vez el último retiro digno del arbitraje mexicano, en el que también enrollaron la bandera por última vez Miguel Ramos Rizo y Alfonso Alcalá.

Mauricio Morales tuvo la gran oportunidad de irse a lo grande de la liga mexicana, pero pudo más la ambición, el temor, la nostalgia o qué sé yo, para estirar el tiempo al máximo. Los estragos en su cuerpo de la edad y su capacidad arbitral en franco descenso, lo obligaron a tener su último partido oficial en un deslucido juego de fase regular, que nadie recordará, al contrario de como hubiese sucedido con el Monterrey vs Santos del pasado verano.

Hay ejemplos de grandes árbitros que no esperaron a cumplir 45 años para salir por la puerta grande. Edgardo Codesal se retiró tras la Final de Italia 1990, apenas con 39 años, pues según él mismo declaró, después de un Mundial no hay mucho más qué hacer. Incluso, el mismo Codesal pensó que Inglaterra vs Camerún de los Cuartos de Final había sido su último partido, y aún tengo grabado en la memoria su gesto de alegría y satisfacción, cuando silbó el final de ese gran juego. La vida le tenía preparada una recompensa con la Final de ese Mundial.

Horacio Elizondo, el argentino que dirigió la Final de Alemania 2006, es otro que puede presumir un retiro espectacular, en lo más alto del mundo arbitral global. Aún le quedaban 2 años como internacional, pero decidió mantener la imagen del árbitro de hierro que expulsó a Zidane sin contemplaciones y además fue el que abrió y cerró ese Mundial en tierras germanas.

No se trata de comparar a Morales con Codesal y Elizondo, pero sí la manera, independientemente si fue una Final de Mundial o de campeonato nacional, en la que unos optaron por dejar el arbitraje en la cúspide, y otro en la olvidable fecha 13 del Torneo de Apertura 2012.

Dejar el arbitraje significa un duro golpe para quien lo recibe. Ya sea a los 45 años o a los 29; en Segunda División o como árbitro FIFA; en una Final o en un juego de fase regular, colgar el silbato es muy difícil. No más viajes, no más atención de todos, no más glamour ni fama. El poder se esfuma y los reflectores se apagan.

Para los que tuvieron la oportunidad de decidir cómo y cuándo, hacerlo mal debe ser una carga difícil de llevar. Morales tendrá un último juego internacional, dirigiendo a España en Panamá. Es un marco más que digno, con el mejor equipo del mundo, pero en las estadísticas que se consultarán en 10 ó 20 años, su retiro oficial en México habrá sido en un Cruz Azul-Querétaro de fase regular, y no en un Monterrey-Santos de la Final. Hay una gran diferencia.

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