Existe
una pregunta que me han hecho ya tantas veces, que ni me acuerdo cuántas. “¿Tú
metes las manos al fuego por la honestidad del arbitraje mexicano?”, me han
cuestionado. “Sí”, les contestaba siempre. Aclaro que la pregunta se hace en el contexto de compra de partidos y
situaciones de ese tipo, no de las tropelías que cometen los directivos con los
árbitros y viceversa, con las prebendas, favores y demás cochinadas que he
denunciado tantas veces.
Si
leyeron con atención, dije “contestaba”, en copretérito. ¿Qué quiere decir
esto? Que la próxima vez no podré responder con un rotundo sí. Conozco, de
primera mano y algunas personalmente, un montón de historias de tratos VIP a
los árbitros en ciertas plazas de TODAS las categorías del futbol
profesional de México (y hasta del
amateur), pero nunca nadie me ha confesado, que a solicitud expresa de algún
directivo o jugador, se haya marcado, o dejado de marcar, para favorecer a
determinado equipo. Mi “romanticismo” ha
sufrido un duro golpe el sábado anterior, en el juego entre América y Xolos,
dirigido por Mauricio Morales.
La
jugada del penal que se señala a favor de las Águilas al minuto 94 ya ha sido
comentada por todo el mundo, y nadie, en su sano juicio, se ha atrevido a decir
que fue una marcación correcta. Si fuera un hecho aislado, no pasaría de ser
una nueva anécdota que alimentara el “mito” de que los de amarillo normalmente
juegan con 12, y toda esa lista de sinsentidos que se dicen al respecto. El
problema es que no es una jugada aislada.
En la
última jornada del torneo anterior, Cruz Azul visitaba el Azteca con la
necesidad de ganar para acceder a los cuartos de final. América ya estaba
dentro, pero buscaba quedar lo más arriba en la tabla que pudiera. El árbitro
era, adivinen, Mauricio Morales. Desde el primer tiempo, cuando el marcador
favorecía a los locales 2-1, Morales se sacó un penal de la chistera en contra
de los azules. Igual que este sábado, Benítez lo desperdició. Pero eso no era
todo.
Cuando
a Cruz Azul le faltaba el gol del triunfo (ya había empatado a dos goles el
partido) para alcanzar la Liguilla, Aquivaldo le comete una clara falta a Villa
un metro adentro del área penal, a escasos minutos del final. Escribí en
aquella ocasión, “…un silbante que con total descaro, se atreve a marcar la
falta de Aquivaldo sobre Villa afuera del área, cuando es claro, prístino y
evidente, que fue un metro adentro”. Si
hacemos las matemáticas, la jugada de este fin de semana deja de ser una
anécdota, para convertirse en una tendencia.
Además
de las muy obvias coincidencias que les voy a contar, hay un dato que puede
parecer absolutamente irrelevante, pero que convierte el tema en algo hasta
metafísico. El equipo beneficiado y el árbitro son el mismo (ya sabemos); las
jugadas determinantes no pueden ser más claras que penales a favor o dejados de
marcar en contra (eso también es noticia antigua), pero les apuesto a que muy
pocos recuerdan que todas las jugadas sucedieron en la misma portería, la del
asistente 1 (o la de la derecha en relación a la pantalla de la televisión,
para mejores señas). Para mí, es
demasiado.
Volviendo
al tema actual, el de agosto, no el de abril, lo que señaló Mauricio Morales al
defensor de Xolos es inexplicable. Ni siquiera tiene una “salida” reglamentaria
para decir que vio esto o lo otro, cuando es evidente que el delantero amarillo
salta por el balón, no lo alcanza, roza al jugador visitante en el vuelo y cae
fulminado por un rayo aniquilidador. Lo que hizo Benítez al tumbarle las
cervezas al cubetero, es otro asunto.
Honestamente
les digo, que a pesar de todos los indicios que he recopilado a lo largo de más
de 12 años en el arbitraje, ya sea como árbitro, directivo o analista, nunca
había tenido esta sensación tan grande de que hay algo podrido en Dinamarca.
@ReglaCinco
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