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martes, 28 de agosto de 2012

La teoría de la honestidad


Existe una pregunta que me han hecho ya tantas veces, que ni me acuerdo cuántas. “¿Tú metes las manos al fuego por la honestidad del arbitraje mexicano?”, me han cuestionado. “Sí”, les contestaba siempre. Aclaro que la pregunta  se hace en el contexto de compra de partidos y situaciones de ese tipo, no de las tropelías que cometen los directivos con los árbitros y viceversa, con las prebendas, favores y demás cochinadas que he denunciado tantas veces.

Si leyeron con atención, dije “contestaba”, en copretérito. ¿Qué quiere decir esto? Que la próxima vez no podré responder con un rotundo sí. Conozco, de primera mano y algunas personalmente, un montón de historias de tratos VIP a los árbitros en ciertas plazas de TODAS las categorías del futbol profesional  de México (y hasta del amateur), pero nunca nadie me ha confesado, que a solicitud expresa de algún directivo o jugador, se haya marcado, o dejado de marcar, para favorecer a determinado equipo.  Mi “romanticismo” ha sufrido un duro golpe el sábado anterior, en el juego entre América y Xolos, dirigido por Mauricio Morales.

La jugada del penal que se señala a favor de las Águilas al minuto 94 ya ha sido comentada por todo el mundo, y nadie, en su sano juicio, se ha atrevido a decir que fue una marcación correcta. Si fuera un hecho aislado, no pasaría de ser una nueva anécdota que alimentara el “mito” de que los de amarillo normalmente juegan con 12, y toda esa lista de sinsentidos que se dicen al respecto. El problema es que no es una jugada aislada.

En la última jornada del torneo anterior, Cruz Azul visitaba el Azteca con la necesidad de ganar para acceder a los cuartos de final. América ya estaba dentro, pero buscaba quedar lo más arriba en la tabla que pudiera. El árbitro era, adivinen, Mauricio Morales. Desde el primer tiempo, cuando el marcador favorecía a los locales 2-1, Morales se sacó un penal de la chistera en contra de los azules. Igual que este sábado, Benítez lo desperdició. Pero eso no era todo.

Cuando a Cruz Azul le faltaba el gol del triunfo (ya había empatado a dos goles el partido) para alcanzar la Liguilla, Aquivaldo le comete una clara falta a Villa un metro adentro del área penal, a escasos minutos del final. Escribí en aquella ocasión, “…un silbante que con total descaro, se atreve a marcar la falta de Aquivaldo sobre Villa afuera del área, cuando es claro, prístino y evidente, que fue un metro adentro”.  Si hacemos las matemáticas, la jugada de este fin de semana deja de ser una anécdota, para convertirse en una tendencia.

Además de las muy obvias coincidencias que les voy a contar, hay un dato que puede parecer absolutamente irrelevante, pero que convierte el tema en algo hasta metafísico. El equipo beneficiado y el árbitro son el mismo (ya sabemos); las jugadas determinantes no pueden ser más claras que penales a favor o dejados de marcar en contra (eso también es noticia antigua), pero les apuesto a que muy pocos recuerdan que todas las jugadas sucedieron en la misma portería, la del asistente 1 (o la de la derecha en relación a la pantalla de la televisión, para mejores señas).  Para mí, es demasiado.

Volviendo al tema actual, el de agosto, no el de abril, lo que señaló Mauricio Morales al defensor de Xolos es inexplicable. Ni siquiera tiene una “salida” reglamentaria para decir que vio esto o lo otro, cuando es evidente que el delantero amarillo salta por el balón, no lo alcanza, roza al jugador visitante en el vuelo y cae fulminado por un rayo aniquilidador. Lo que hizo Benítez al tumbarle las cervezas al cubetero, es otro asunto.

Honestamente les digo, que a pesar de todos los indicios que he recopilado a lo largo de más de 12 años en el arbitraje, ya sea como árbitro, directivo o analista, nunca había tenido esta sensación tan grande de que hay algo podrido en Dinamarca.

La teoría de la honestidad del arbitraje mexicano ya no la puedo sostener como antes. He visto errores groseros en muchos partidos, algunos que no se explicarían de otra manera más que por corrupción, pero siempre le había encontrado esa “salida” reglamentaria que hoy no tiene Mauricio Morales. El silbante sin un pelo de tonto, ha logrado algo que tantos han buscado, que es viajar en el tiempo y llevarnos al Corregidora de Querétaro en 1985, al juego de desempate para definir al campeón entre Águilas y Pumas. ¿Será necesario recordar que ganó el América? Se las dejo botando.

@ReglaCinco

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