El sábado pasado en Pachuca sucedió un acto de justicia deportiva, de ésos que necesitamos para renovar las esperanzas de que podemos tener un mejor futbol en México y el mundo. Les cuento rápido y ofrezco una liga, porque de este hecho se desprende la reflexión que deseo compartir esta ocasión.
Sucede que en el juego entre Pachuca y Estudiantes de la Sub-20 , en un balón neutral, el equipo visitante no regresó el esférico a los Tuzos, que lo tenían en su poder tras una detención por lesión. De esta jugada se derivó inmediatamente un tiro penal, que el mismo entrenador de los Estudiantes, Mauricio Gallaga, ordenó a su jugador que lo pateara fuera. El joven obedeció la orden del técnico y el balón regresó al poder de Pachuca. La nota oficial la pueden encontrar aquí http://femexfut.org.mx/portalv2/aspx/WEB_DetalleNoticia.aspx?pnIDNtca=37180 para conocer todos los detalles.
Esta jugada sucedió en los últimos minutos del juego. El potencial tanto hubiese sido el 3-1 en contra de Estudiantes, por lo que para efectos del resultado final no habría mayores consecuencias, pero lo realmente valioso fue el momento de formación que recibieron los jugadores de ambos equipos. Nunca sabremos si Gallaga hubiera tomado la misma postura si el penal significara el empate o el triunfo, así que especular sobre esto no tiene mucho sentido.
Ahora, qué dice la parte reglamentaria en casos de que un balón neutral (bote para ser más claros), no sea “regresado” al equipo que lo tenía en su control antes de la detención. NO dice nada. Se ha convertido en una especie de regla implícita, que cuando el juego se detiene por cualquier causa, y el balón está en poder de un equipo, o es lanzado fuera del campo para que el árbitro interrumpa y permita la atención de un jugador lesionado, por ejemplo, el esférico sea regresado al equipo que lo tenía originalmente. Pero no es obligatorio ni punible. Lo segundo lo remarco, porque la nota de la FMF dice que el delantero de Estudiantes fue amonestado por burlarse de los adversarios. Si la burla fue explícita y notoria, procede como provocación, pero si el árbitro interpreta como una burla que haya tomado el balón libre y lo jugara contra la portería de Pachuca, es un error grave.
En esta ocasión el ejemplo es muy claro y de mucho valor moral y deportivo, pero qué tal cuando después de un balón neutral, el jugador del Equipo A lanza el balón a saque de banda a un metro del banderín de esquina, junto a la portería que defiende el Equipo B. Eso no es deportivo ni honorable, mucho menos cuando aprovechan los delanteros del Equipo A para hacer el pressing y obligan al defensor rival a lanzar un pelotazo y perder nuevamente el balón. Pero nuevamente el árbitro no tiene un fundamento reglamentario para enviar el balón de regreso al Equipo B, ni para sancionar técnica ni disciplinariamente a quien “devolvió” el balón de manera poco deportiva.
Si es verdad que el del silbato no puede hacer nada en ese momento, los jueces que tienen bien arraigado el sentido de la deportividad, disponen de los recursos arbitrales y el carácter necesario, no olvidan el hecho, y de una manera u otra, se lo harán pagar a quien defraudó el espíritu del juego. Ya sea no marcándole el siguiente saque de esquina a su favor, permitiendo que le den una pequeña “ablandadita” o señalándole en contra un par de faltas insignificantes. Nada que ponga en riesgo el desarrollo del juego ni el resultado, pero lo suficiente para hacer notar al jugador “culpable”, que su deslealtad no pasó desapercibida.
Sabemos que es muy complicado ver actos de Fair Play como éste cuando el resultado está en juego, lo acabamos de ver con Emmanuel Villa hace dos jornadas. Sin embargo, en esos momentos en que regresarle el balón al adversario, en condiciones favorables para su control, no significa ningún peligro inminente, no cuesta nada patearlo directo a las manos del arquero rival y dejar que el juego prosiga.
Estos detalles, que pueden parecer insignificantes, la mayoría de las veces aportan para que un partido se mantenga en niveles aceptables de disputa, y no en una cacería de piernas, simplemente porque un jugador malinterpretó la caballerosidad con la alevosía.
Colofón 1
Si cambiamos en el párrafo de lanzar el balón pegado al banderín de la esquina al Equipo A por el Manchester United, y le ponemos Javier Hernández al jugador que lo hace, sabremos por qué el Chicharito se ha llevado ya varios reclamos y una que otra “caricia” por estos actos, que en Inglaterra especialmente, son muy mal vistos. ¡No enseñemos el cobre en los pastos sagrados de TA S
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