En toda disciplina deportiva formal, existe
un manual conocido como las Reglas de Juego. En este documento se desglosan las
principales directrices para la práctica de esta actividad, como el lugar donde
se practica, la cantidad de participantes, los accesorios necesarios y
permitidos, los oficiales que lo dirigen, la manera en que define al ganador y
las acciones que no son válidas, por mencionar algunos de los temas.
Las Reglas de Juego del futbol son
relativamente sencillas. Constan de apenas 17 artículos, donde se desglosan los
parámetros básicos para su práctica. Adicional a este reglamento general, ya
sea en ligas de aficionados o profesionales, existe otro documento muy
importante que es el Reglamento de la Competencia. En éste, se define la manera
en que se organiza el campeonato, cómo se define al campeón, los derechos y
obligaciones de los equipos participantes, los jugadores y cuerpo técnico
elegibles, seguridad, protocolos y demás asuntos logísticos. Un tercer
reglamento es el de Sanciones, por mencionar la liga mexicana de Primera
División, en la que se establecen los parámetros para castigar y/o multar las faltas
a las Reglas de Juego y al Reglamento de Competencia.
Hasta aquí vamos relativamente bien. Ahora,
aterricemos a nuestra querida liga mexicana, que además de regirse por las
Reglas de Juego de FIFA, su Reglamento de Competencia y Reglamento de
Sanciones, aplica uno que no existe en el papel, pero que lleva mano sobre los
otros tres, que se supone son los formales, legales y oficiales. En México, los
intereses económicos de patrocinadores, especialmente las televisoras, que
además son dueñas de varios equipos, son los que prevalecerán en caso de
discrepancia entre sus necesidades comerciales y la legislación oficial vigente.
Para la mayoría, seguramente no será una
noticia que los tome por sorpresa, desafortunadamente. Lo que pretendo
establecer en este caso, es la repercusión que estas prácticas desleales para
el deporte, pero altamente redituables en lo económico, han causado últimamente
en varios actores del futbol mexicano, especialmente dentro de la Comisión de
Arbitraje.
Uno de los casos más lamentables es el de
Miguel Ángel Flores, el árbitro que tuvo su tarde triste en Veracruz el sábado
pasado. Fue indudable su participación directa y definitiva en el resultado
favorable al Tiburón, ya que en las dos jugadas de penal en contra de Cruz Azul
se equivoca notablemente, además de la expulsión de Alejandro Castro por la
supuesta mano en la primera pena máxima. No hay manera de defender su
actuación, pero tomando en cuenta el otro reglamento del que hablé antes, tengo
una hipótesis para explicar su debacle arbitral.
Tal vez no recuerden su nombre, pero
seguramente sí el partido del torneo pasado que América ganó en Tijuana,
después de las expulsiones de Rubens y Aquivaldo en el primer tiempo. Incluso
el blog de esa semana fue dedicado a ese partido http://reglacinco.blogspot.mx/2013/02/no-todo-es-culpa-del-arbitro.html,
en el que alababa las decisiones valientes y apegadas al reglamento que tomó.
El principal promotor del otro reglamento es el vigente campeón, que con sus
influencias y presiones, congeló a Miguel Ángel buena parte del torneo. Cuando
reapareció, se le notó más cauto con las tarjetas, y bajó su nivel ya que se
vio obligado a cambiar su manera de dirigir.
Con torneo nuevo en marcha, Flores
nuevamente buscó su estilo abandonado por presiones externas, pero el daño ya
estaba hecho. Ha perdido perspectiva, concentración e instinto. Una víctima más
del Canal de las Estrellas.
El otro caso, también reciente, es el de
Miguel Ángel Ayala (maldito sea tu nombre, dirían los Ángeles del Infierno),
con su partido de waterpolo del martes pasado en el Azul.
Era evidente que no había manera
reglamentaria de continuar con el partido, pero después de 12 minutos de
suspensión, con la cancha convertida en una alberca con porterías, llegó la
maldita llamada al teléfono del comisario y el juego continuó. A la televisora,
la otra que maneja el futbol nacional, le pareció más importante cumplir el
compromiso de 90 minutos de publicidad estática, que la salud de los jugadores
y el respeto al aficionado. El primer perjudicado fue Gerardo Flores, que
sufrió una lesión que lo deja fuera el resto del torneo, pero del lado arbitral
las bajas fueron cuantiosas.
Miguel Ayala, sus asistentes, el cuarto
oficial, el asesor y hasta Francisco Ramírez, el “asesor” a distancia (es
decir, el de televisión), se van a la congeladora por cumplir las órdenes de
los verdaderos dueños del futbol mexicano. Como en El Rival más Débil, ustedes,
simplemente, se van.
El reglamento que no tiene artículos,
páginas, enlace por internet, ni nada que demuestre su existencia, volvió a
prevalecer sobre los intereses deportivos e intrínsecos del deporte nacional.
Éstas son las verdaderas reglas que rigen
nuestro futbol.
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