Hace pocos días terminé de leer un libro que hacía una
referencia muy clara acerca de la época de la Inquisición. Se trata de ese
momento en el tiempo, en el que la autoridad eclesiástica dominaba los
pensamientos de los habitantes de Europa principalmente, aunque se extendió a
los dominios españoles en América posteriores a Cristóbal Colón. Más o menos
así; soy opinador de futbol, no historiador, así que no me maten si no soy
perfectamente exacto en estos datos. El asunto es que, por lo que pude
entender, la Inquisición estaba motivada por controlar el pensamiento de las
masas, apretar en el control de la Iglesia y castigar los pensamientos
innovadores, liberales, o simplemente no aceptados por los jerarcas. Lo de la
brujería y herejía era simplemente un pretexto, que es como empieza a
convertirse esta disertación histórica en un comentario futbolero.
Ya en otras ocasiones he comentado que la nueva liga
mexicana ha traído beneficios en diversos ámbitos. La organización en general,
algunos aspectos de comunicación, la interacción con los aficionados, etcétera.
El nivel futbolístico de a poco ha ido avanzando; el arbitral no tanto, pero lo
que sí es indudable, es que los cheques a partir de este Apertura 2013 en favor
de la Comisión Disciplinaria han aumentado exponencialmente.
Para los que les gusta seguir las comunicaciones oficiales
de la Disciplinaria, los reportes normalmente incluían los jugadores
suspendidos por expulsión o acumulación de amonestaciones, más algún caso
eventual de incidentes en tribuna o declaraciones públicas de entrenadores o
jugadores.
Ahora, cada semana podemos leer la relación de los jugadores
y entrenadores suspendidos, más una larga lista de equipos multados por las
peligrosísimas, ajenas a la moral y buenas costumbres, manifestaciones de
júbilo, apoyo y colorido en las tribunas de los estadios mexicanos.
Es más penado armar un bello mosaico monumental en la
tribuna para recibir a tu equipo, que dejar que un juego continúe en una
alberca. Pero eso sí, después los árbitros son los culpables de poner en riesgo
a los jugadores, cuando la orden de seguir los partidos viene directo de la
Federación. ¿Se acuerdan de los pretextos del primer párrafo?
Por medio de su nuevo Reglamento de Sanciones, la Federación
Mexicana de Futbol, a través de su oficina inquisitoria, tiene atados de manos
a los equipos. Quieren controlar TODO, demostrar su poder, y literalmente
quemar en leña verde a los infractores o a los que no piensen y actúen como
ellos ordenan.
Se le vino una papa ardiente a Eugenio “Torquemada” Rivas
con el pleito del Tuca Ferreti en Torreón el viernes. La reacción del
entrenador felino no se justifica por ningún lado, fue castigado de entrada
tres partidos y será investigado por violar el Código de Ética (lo que sea que
signifique el dichoso código ése), pero es el momento de que los libros
sagrados de la Federación actúen en casos que sí son importantes, como la
agresión de numerosos aficionados a un visitante.
La sanción al Club Santos fue alta en lo monetario, aunque
una amonestación de veto pudo haber sido otra medida. El baño que le dieron a
Ferreti, más los insultos y amenazas, deberían ser motivo de un aviso de veto,
pero eso sí, ingresarán unos 140 mil pesos por la multa (2,000 días de salario
mínimo, de un máximo de 3,000).
Así como la Disciplinaria ha sido implacable al multar con
200, 400 ó 500 días a los clubes por ver mantas en la tribuna, hacer mosaicos o
lanzar papel picado, con el mismo rigor debería perseguir las manifestaciones
verdaderamente ajenas a la deportividad, a la paz y a la convivencia social
armónica.
Así como la manta que apareció el domingo en el estadio de
Chivas decía “Menos Fiesta Más Futbol”, que por cierto no la detectaron los
sabuesos comisarios de la Federación, yo le dejaría una al señor Rivas en la
sede de la Federación, que dijera “Menos Bisnes (auto sic) Más Futbol”.
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