El título de este texto nos puede remitir a una actitud
conformista o a una postura de superación, todo depende de la pantalla de donde
se lea. Los invito a ponernos la camisa de la búsqueda del éxito, el
cuestionamiento a lo establecido y el crecimiento, tanto personal como
colectivo.
Después de mi disertación, aparentemente sin sentido,
aterricemos a lo que nos interesa en este espacio, que es el arbitraje de
futbol.
La inspiración para este tema viene de dos frentes. El
principal es la actuación del árbitro de Jamaica, Courtney Campbell, en la
visita el pasado viernes a San Pedro Sula de la Selección Mexicana. Como tantas
veces hemos escuchado que estamos tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de
Dios, de la misma manera estamos atados a la Confederación de Futbol, alias
Concacaf. La otra fuente fue el retrógrado caso, investigación, manejo,
trasfondo y sentencia, de las declaraciones obtenidas ilegalmente del árbitro
Francisco Chacón.
Es del dominio público que el arbitraje de Concacaf es el
peor del mundo, tal vez a la par de los africanos, porque europeos, asiáticos y
sudamericanos nos llevan de calle. El oscurantismo en que nos sumió Jack Warner
en la última década tardará tanto, o más, en salir de ahí (si es que algún día
salimos).
Según los escalafones de Concacaf, Campbell es de los
silbantes más confiables de la baraja. Y después de la demostración tan
lamentable en Honduras, no queremos ni saber cómo son los árbitros malos.
Los jueces del “continente” le llevan una importante ventaja
a sus colegas de las “islas”. Centroamérica y los tres países del norte tienen
un nivel aceptable, dentro de la realidad de nuestro futbol. Pero los caribeños
son una desgracia verdadera. No tienen ligas competitivas, es más, la mayoría
ni ligas tienen, punto. El gran problema fue que el trinitario Warner
privilegió a sus compadres del barrio, y dejó que el arbitraje, junto con todo
el futbol de la zona, se fuera al garete.
Ya ni vale la pena seguirle meneando a las decisiones del
jamaiquino; no era penal, nos pegaron hasta por debajo de la lengua y nunca
pasó nada. El asunto está en que si no podemos hacer nada por los niveles de
arbitraje, lo que sí se puede hacer es mejorar nuestra actitud futbolística
para no depender de una marcación arbitral. Hay dos opciones: Lamentarse por el
robo o trabajar en no depender de una buena o mala decisión del juez. Ahí está
la tarea para Chepo.
El tema Chacón es otro asunto vergonzoso, que ejemplifica en
lo que se ha convertido la dirigencia arbitral y disciplinaria. Antes de darle
a Mancilla y Rivas como nos dieron los hondureños, hay que censurar las
palabras de Francisco Chacón y reprocharle su falta de discreción con personas
en las que no había elementos para confiar. Una vez aclarado el tema, es
absolutamente inadmisible que un video obtenido ilegalmente, sea utilizado como
prueba para sancionar a un árbitro.
Que estuvo mal de Chacón hablar tan a la ligera con unos
desconocidos, sí. Que lo castiguen y enjuicien públicamente, es una bajeza.
Como no hay indicios de que la Comisión Disciplinaria y la de Arbitraje
evolucionen en entidades justas y transparentes (aquí nos tocó vivir), las
opciones son estas dos: Quejarse amargamente por el tipo de dirigentes que
tenemos, o ser más inteligente que ellos (fácil) y no darles armas para seguir
haciendo de las suyas.
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