Hoy les voy a contar una historia real, que sucedió en la
primera jornada del Torneo Apertura 2003 de la Tercera División Profesional de
México. El lugar, Estadio Colima, en la capital mundial de los cocos; los
equipos, Volcanes de Colima y Estudiantes Tecos; los árbitros, de Jalisco, Omar
con el silbato y los tocayos Javier por las bandas.
Era una tarde de domingo de agosto. Mucho calor, jornada
inaugural y unas 150 personas en la tribuna. Ya van a cumplirse 10 años de este
juego, así que me perdonarán que no recuerde el marcador exacto, pero ganaron
los locales.
Uno de los árbitros asistentes de esta ocasión tiene sus
raíces maternas en Colima; aunque no nació en ese bello estado, se siente mitad
colimote y mitad jalisquillo. El operador del sonido local reconoció el
apellido del “bandera” y fue muy efusivo al anunciarlo antes del inicio del
encuentro. Unos pocos aficionados captaron el mensaje, y como estaba ubicado en
la banda de la tribuna principal donde se concentraba el público, no tardaron
en “interactuar” con el paisano.
Antes de seguir, debo aclarar que los aficionados al futbol
en Colima no son precisamente de los mejor portados del país. De hecho, en un
futuro, les voy a platicar de un suceso muy bochornoso que sucedió en ese mismo
estadio, ese mismo torneo, seis semanas después, con el mismo paisano, aunque
esa vez actuó de central. Pero ésa es otra historia, el caso es que debo
ponerlos al tanto de que no es fácil arbitrar en Colima.
Por fortuna para el equipo arbitral, los locales se fueron
al frente muy temprano en el juego y mantuvieron el control durante los 90
minutos. Las decisiones arbitrales fueron acertadas en su gran mayoría, así que
el ánimo en la tribuna era relajado.
Con la confianza y tranquilidad de que el equipo arbitral
tenía el partido bajo control, el asistente protagonista de este relato,
decidió que era buen momento para divertirse un poco con los aficionados que
tenían ya un buen rato haciéndole bromas, lanzando piropos y silbándole.
Empezó por voltear rápidamente a la tribuna y sonreír
fugazmente a los comentarios burlones, mas no groseros, de los aficionados. Los
ojos azules del árbitro llamaron la atención de sus nuevos “amigos”, por lo que
las bromas subieron de tono. “Papacito, qué grande tu banderota”, “Apachurro”, “Acá
te esperamos a la salida”, y demás frases que se podrán imaginar.
Como el drama y el protagonismo no se le negaban, comenzó a
exagerar en sus maneras de pararse, correr y señalar. En una de ésas, hasta las
alzó la pompa y un beso mandó a la tribuna. ¿A poco creían que Paco Chacón fue
el primero en hacer eso? No, lo que pasa es que la Tercera no se transmite ni
en la televisión de la escuela local.
El chacoteo entre tribuna y asistente era poco menos que de
escándalo. Era tan notorio, que el árbitro central lo detectó, pero en lugar de
pedir cordura y profesionalismo a su auxiliar, disfrutaba divertido lo que
pasaba atrás de las bancas.
Faltaba poco para el final del partido, cuando viene la
frase que se llevó la tarde. Incluso entre los familiares del árbitro se sigue
comentando con burla esta anécdota, 10 años después. El motivo exacto que dio
origen al comentario que salió de la tribuna no es claro, pero debió de ser
porque alguien preguntó por el nombre del asistente o algo así. El caso es que
una voz, bastante potente, gritó sin pena: “Oye bandera, ¿además de esto qué
haces? Seguro trabajas de noche y después de las 8 te cambias el nombre a
Xóchitl”.
Después de eso, los árbitros pudieron haber destrozado el
partido, acuchillado a los locales, y no hubiera pasado nada. El espectáculo no
estaba en la cancha, ni el interés de la mayoría de los aficionados. Ver a
Xóchitl correr con banderín en mano era lo más divertido, lo que valió el
boleto.
PD. Ésta es una historia real. El estadio, los equipos, el resultado
y la fecha son verídicos. Los nombres de los árbitros pueden o no ser los
verdaderos, ¿ustedes qué creen?
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