Dice Lupita D’Alessio
en una de las frases más célebres de su canción más ídem: “Hoy voy a cambiar”.
Más o menos eso le dijeron a todos los árbitros y asistentes mexicanos de
Primera División, con una pequeña variación: “Hoy se tienen que cambiar”. Es
correcto, la gran novedad en el concierto de desatinos de la Comisión de Arbitraje,
es la obligatoriedad de que los silbantes y sus auxiliares radiquen en la
Ciudad de México de ahora en adelante.
Por el ángulo desde
donde se le quiera ver, es una terrible decisión. De entrada, se vuelve a los conceptos más
arcaicos y prehistóricos de la política mexicana, ahora aterrizada al deporte.
El Centralismo. Ese afán enfermo de querer controlar todo desde la capital del
país, mandando un mensaje de que el resto de México es incapaz de hacer las
cosas bien.
De entrada, también ya
se había hecho público el gran logro que obtuvo Marco Rodríguez al conseguir
10,000 pesotes de sueldo fijo para el selecto grupo de árbitros y asistentes de
Primera División. Los honorarios por encuentro dirigido sufrieron un aumento de
10 por ciento, para quedar en 22,000 pesos para el árbitro, por 11,000 de los
asistentes y el cuarto. Los equipos ya no harán ese pago en el estadio el día
del partido, sino que los jueces lo recibirán directamente de su Comisión. Aquí
viene el primer gran punto a considerar.
Esos 22,000 u 11,000
estarán sujetos a la calificación que obtengan en su partido. Podrían ser más,
pero también podrían ser menos. De entrada es una verdadera grosería que no
haya un pago fijo, total que si lo hacen mal, que los sienten y listo, pero
depender el pago de un acierto o error no está bien. El otro gran problema que
se va a generar es la corrupción. Las prebendas, los regalos, los favores, y
por qué no, hasta las comisiones ($$), van a ser pan de cada día entre los
silbantes y sus directivos para que no los perjudiquen con sus evaluaciones.
Entre las prestaciones,
van a tener seguro médico, de vida y hasta funerario. Muy bien, pero el tema
más delicado que encuentro en todo esto es la ida a vivir a la Ciudad de
México.
Para los jueces
capitalinos no hay mayor problema. Ya tienen toda su vida hecha allá. Su
familia está acomodada, los niños en su escuela de siempre, la esposa tal vez
tenga su trabajo, aporte en el hogar, y los familiares y amigos de toda la vida
están ahí para ayudarlos. ¿Qué hay de los que van a llegar de Irapuato,
Aguascalientes, Monterrey o Guadalajara?
Para empezar, no hay
un peso de ayuda para mudanza. Perfecto, te obligo a cambiar de residencia y no
te doy ni para llevar tus muebles o pagar el anticipo de un departamentito.
Ahora imaginemos la situación de un árbitro de cualquier parte de las
mencionadas en el párrafo anterior, que
se tiene que mudar con esposa y dos hijos. Es asistente, le quedan cuatro
torneos en activo porque la edad ya lo alcanzó. En su ciudad de origen deja su
casa que acaba de terminar de pagar, su esposa renuncia a un trabajo en el que
tiene más de 10 años, y a los niños en primaria, los tiene que llevar a una
ciudad inmensa, lejana y atemorizante.
Si las cosas le salen
bien a este personaje, tendrá 11 actuaciones a lo largo del campeonato regular,
más cuartos de final y semifinal por su experiencia y capacidad. Según el
tabulador actual, en el semestre recibirá 60,000 pesos de salario base, más un
aproximado de 150,000 pesos en honorarios. Ahora dividamos 210,000 entre seis
meses y obtenemos un ingreso digno de 35,000 pesos mensuales. Bien.
El costo de la vida en
la Ciudad de México es más alto que en el resto de las ciudades, incluso Monterrey.
En un ejercicio breve, analicé qué se puede rentar con 6,000 pesos al mes en el
DF. A lo mejor que llegué fue a un departamentito de 65 metros cuadrados, dos
recámaras, dos baños, sala-comedor, cocina y patio, en la Delegación Coyoacán.
¿Tres recámaras en La Condesa? No menos de 15,000. A esto hay que sumar
servicios, colegiaturas, alimento de la familia, transporte y el ingreso
suspendido de la esposa. El coche va a gastar más combustible, va a requerir
más mantenimiento y verificaciones cada seis meses para circular. Un estimado
bastante conservador me dice que los gastos fijos no van a ser menores de
18,000 pesos. La mitad del ingreso ideal. Padrísimo. Pero qué creen, nuestro
personaje se lesionó en la jornada 3 y no saldrá en el resto del torneo. Ingresos:
82,000 pesos en seis meses. Egresos: 108,000 pesos. Balance: 26,000 pesos en
rojo.
Asumamos que la
mayoría de los jueces que se tienen que mudar hace el mismo cálculo y decide
mejor irse solo, compartir la renta con otros dos compañeros e irse al depa de
La Condesa a pagar 5,000 pesos y “rolarse” un auto. El resto de la familia se
queda en su ciudad de origen y lo demás nos lo podemos imaginar. Desintegración
familiar, carencias afectivas y materiales, celos y muchas cosas más.
Seguro habrá quien
diga que es el precio a pagar, que la profesión así es, que al que no le guste
se vaya, etcétera, etcétera. Quieren jueces que dirijan el negocio más
lucrativo del país en materia de entretenimiento, que genera millones de
dólares en ingresos, pagándoles una bicoca de 10,000 pesos, sin mayores
garantías, y un sistema feudal de pago por rendimiento que fomentará la
corrupción. ¡Vaya manera de empezar con su Liga Premier señores! Los colegas
ingleses se destornillan de la risa, con sus 24,000 EUROS mensuales. Eso,
señores, es una Liga Premier.
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