Árbitro, arbitrar, arbitraje y arbitrariedad, provienen de la misma palabra en latín, arbiter, que según los estudios, significa testigo. Si hacemos una reflexión un poco más profunda de lo normal, veremos que testigo es una palabra muy adecuada para el árbitro, ya que es la persona neutral más cercana a las acciones de un encuentro de futbol. Si a la labor de atestiguar lo que sucede dentro del campo, le agregamos que es el encargado de hacer valer las leyes del juego de manera arbitraria (a su entendimiento y criterio), y al final elaborar un informe que dé fe de lo que sucedió, se completa en gran medida lo que dicen los diccionarios respecto a la palabra árbitro: “Que puede hacer algo por sí solo, sin dependencia de otro”, “Persona que en las competiciones deportivas cuida de la aplicación del reglamento”, “Persona que actúa como juez en un litigio entre partes”, o “Persona cuyo criterio se considera autoridad”.
En general, todas estas afirmaciones son positivas, incluso la arbitrariedad se consideraría un valor si se toma en cuenta que quien actúa de manera arbitraria, es una figura de autoridad o un juez reconocido. El problema viene cuando personas sin autoridad moral o tácita, cometen actos unilaterales e injustos, es decir, arbitrarios, como la mayoría de las personas ubica el significado de esta palabra.
El último gran caso de arbitrariedades cometidas en la Comisión de Arbitraje es la que corresponde a las sanciones a varios árbitros por no aprobar sus evaluaciones de composición corporal, antropométricas, o cómo le quieran llamar, pero que tienen que ver con su peso, sus medidas y sus porcentajes de masa magra y masa grasa en el cuerpo.
Los casos más sonados son los de Roberto García Orozco y Francisco Chacón. Es una decisión desafortunada, por no decir una grosería, que dos de los tres candidatos al último Balón de Oro, incluyendo al ganador (García Orozco), se queden fuera por haber sobrepasado los parámetros arbitrarios impuestos por el área médica de la Comisión.
Sin ser médico ni nutriólogo, pero sí exárbitro del sector profesional que se sometió a estos mismos exámenes, puedo decir que la medida que se utiliza para evaluar a los árbitros es una relación matemática entre el peso y la estatura del sujeto. A esta se le llama Índice de Masa Corporal (IMC), que no se detiene a pensar si los kilos adicionales de Chacón son de músculo, de hueso, de agua o de grasa.
Si un sujeto evaluado aprueba sus exámenes de rendimiento físico, conoce a perfección las reglas, su interpretación y los criterios mundiales, pero su IMC no corresponde a los parámetros que fijó la Comisión para que todos sus silbantes parezcan modelos de revista, es una atrocidad que no lo dejen arbitrar, especialmente cuando hay otros sujetos que sí cumplen con estas características, pero que de arbitrar, nada de nada, y éstos anden por las canchas de México dando pena. ¿No es verdad señores Gasso o Zanjuampa?
Hace algunos años, no muchos, se privilegiaba la capacidad arbitral y un rendimiento físico suficiente para soportar el ritmo de juego con lucidez. ¿Alguno de ustedes se imagina a Bonifacio Núñez posando para una revista de fitness? Por supuesto que no, era el Dany deVito del arbitraje mexicano, pero como silbante era extraordinario. Y como Boni hay tantos ejemplos de grandes árbitros que hoy nunca serían designados, pero que en su momento hicieron del arbitraje mexicano nuestro mayor orgullo futbolístico mundial.
Tomar actitudes arbitrarias negativas, como las que se exponen aquí, hacen más daño que beneficio al arbitraje mexicano. No es posible que por estos resultados que están totalmente fuera de las necesidades intrínsecas de un silbante, en la jornada 3 se hayan designado árbitros que cometieron errores flagrantes, como los de Miguel Ortega, Jorge Gasso o Toño Pérez Durán.
El área médica de la Comisión debería hacer estudios profundos para saber si la composición corporal completa de un silbante lo hace o no apto para realizar su labor, tomando en cuenta y haciendo referencias cruzadas con sus evaluaciones de las pruebas físicas. Es simplemente inconcebible, que un árbitro que demuestra capacidad para soportar el ritmo de un partido de futbol profesional y que aprueba sus evaluaciones periódicas de conocimiento acerca del reglamento de juego y sus criterios, vea detenido su progreso porque los encargados del área médica utilizan métodos arcaicos de medición de lo que es apto o no, para realizar una actividad física.
Esta Comisión está practicando conocida tradición japonesa, que consiste en inmolarse y destruirse. Así como el honor de los soldados samuráis es en ocasiones criticado por su extremismo, este deseo insano y ridículo de buscar árbitros que parezcan algo que no son, va a terminar de sepultar todas las esperanzas de mejora en el arbitraje mexicano. Y esto es culpa de su Presidente, que ha declarado no saber nada de arbitraje, y cada día se esfuerza más en demostrarlo.
TA S
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