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lunes, 23 de mayo de 2011

Los de vuelta (o recuento de una temporada para el olvido)

Uno de dos. Macías, sí; Chacón, no. Qué gran injusticia para Francisco que la Comisión de Arbitraje le haya negado el premio de dirigir la final, cuando a todas luces era el que más merecimientos tuvo durante el torneo y la liguilla.
Por orden de aparición, hablemos primero del juego que definió el ascenso de los Xolos, allá en su casa de Tijuana. No fue una actuación libre de polémica la de Óscar Macías, sin embargo fue lo suficientemente buena, y con una gran dosis de suerte, para que no se hablara del árbitro como un factor que definiera el resultado del partido.
El gran villano, si es que hubiese que ponerle un calificativo, aunque totalmente comprensible su error, fue Miguel Chúa, el asistente que no logró determinar que el remate de un delantero fronterizo había traspasado la línea de gol, cuando el encuentro se mantenía empatado a cero goles.
Para fortuna de él, de Óscar, del resto del equipo arbitral, y especialmente de los integrantes de la Comisión de Arbitraje, posteriormente cayeron los goles suficientes que marcaron la victoria de Xolos, y por consiguiente su ascenso a la Primera División.
En la gran final de Primera División, tuvimos la desagradable sorpresa de que fuera Marco Rodríguez el designado. Ojo, no es la bronca contra Marco, es un extraordinario árbitro, pero las finales se ganan en la cancha, y en esta ocasión Chiquimarco no hizo los méritos suficientes para dirigirla. Durante el torneo regular fueron Chacón y Morales los que dieron la cara, para desgracia de Mauricio, sus errantes actuaciones en la liguilla lo marginaron del juego grande, pero Chacón fue elevando su nivel notablemente, hasta alcanzar niveles de excelencia, como en la vuelta de Pumas vs Monterrey en los cuartos de final. Lo que sucedió en Morelia fue sólo el pretexto para dejarlo fuera, ni más ni menos.
Rodríguez no hizo un mal trabajo en CU, habrá que reconocerlo. Los penales marcados y las respectivas tarjetas amarillas a ambos guardametas fueron atinadas; la conducción del juego fue bastante aceptable; la amonestación a Sabah a mi parecer fue correcta, aunque para otros debió señalarse penal; no abusó de las poses ni del protagonismo, pero sí hay un detalle notorio, que fue su constante durante el torneo: cambiar las rojas por amarillas, y las amarillas por nada. Leandro tenía escasos dos minutos en la cancha, cuando le mete tremenda patada a un moreliano. En cualquier lugar del mundo, con el árbitro más novato, era de amonestación clara, sin duda, prístina. ¿Qué hizo Marco? Nada de nada. Por poco y ni la falta señala. Otros 120 segundos después, Leandro se quiere quedar con una playera visitante para el recuerdo, y ahora sí viene la amarilla por sujetar. ¿Qué pues Chiqui? Hay que calificar las faltas como se debe, mejor dicho, como nos acostumbraste, sin miramientos, sin importar el minuto ni el jugador, si es de amarilla, pues amarilla.
Al final, el campeón no tiene ninguna mancha en su título y don Aarón Padilla y su pandilla (hice verso sin esfuerzo), se pueden ir a su Convención Nacional sin un nuevo escándalo, aunque les esperan días difíciles. Parece que Archundia viene con todo en busca del poder y de una reestructura total del sistema arbitral mexicano. Dicen que si el viento sopla a su favor, habrá una limpia general de dirigentes, delegados y árbitros. Al tiempo, como dicen en mi pueblo.
El resumen general de la temporada, empero, no puede ser positivo. Sambueza vs Medina incluso en la pretemporada, las acusaciones de amiguismo fueron pan de todos los días, las cacerías descaradas a Jaime Herrera, Fabricio Morales y el propio Román Medina por parte de Carlos González y compañía, más los dos o tres trabajos desastrosos por jornada que tuvimos, hicieron de este Clausura 2011, uno de los torneos más negros de los de negro. Como dice mi buen amigo Nico Martino: CHIT!!!!!!!!!!!!!!!!
TA S

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