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martes, 10 de septiembre de 2013

Esto es lo que merecemos

El sábado pasado sufrí una de mis peores crisis futboleras de los últimos tiempos. Ignoro si me estoy haciendo muy intolerante, ustedes me dirán si tienen la amabilidad de escribirme por alguno de los medios de contacto, pero lo que pude atestiguar por televisión de lo que sucedía en el Universitario de Monterrey, me puso verdaderamente de muy mal humor.

Para entrar en contexto, lo que supondría una fácil decisión de suspender definitivamente el partido entre Tigres y Chivas por una fuertísima tormenta eléctrica, se convirtió otra vez en un manoseo de las normas y reglas internacionales, además de las no escritas que tienen que ver con el respeto al público y al espectáculo.

Lo primero que me “abrió los ojos”, fue la decisión que anunciaron los comentaristas de la televisión alrededor de las 8.30 pm (tras media hora de suspensión), de que los árbitros esperarían a las 9 en punto para decidir si seguían con el partido. Primero, los árbitros no decidieron nada, fue evidentemente la dueña de nuestro deporte, Doña Tele, la que mantuvo viva la transmisión del juego en Monterrey, hasta que fuera hora de pasar al del Atlas. Ahí la primera burla.

Una vez que comenzó el encuentro entre Atlas y Santos se nos fue olvidando Monterrey, hasta que repentinamente se fue la señal de Guadalajara y regresamos al Universitario. Después de 90 minutos de suspensión, se reanudó el Tigres vs Chivas con menos de la mitad de los aficionados que habían llenado originalmente el Volcán, y con cientos de miles de atlistas y laguneros que ya no pudieron ver a sus equipos, hasta bien entrado el segundo tiempo. Ahí la segunda burla.

Por una de esas fortunas de la vida que en ocasiones experimentamos algunos, la semana anterior pude atender una conferencia sobre Economía Global, impartida por el exPresidente Ernesto Zedillo. Estuvo interesantísima, pero como lo nuestro es futbol y no globalización, me remito a citar una frase del Doctor en Economía: “Con la falta de democracia en nuestra región (América Latina, pero especialmente México), hemos tenido lo que tenemos, fracaso”. Desde que la escuché ese día, me quedé con las palabras muy grabadas en la mente, y ahora creo que es un buen momento para rescatarla. El nivel de respeto que obtenemos de dirigentes y televisoras al momento de “comprarles” el producto futbol, es el que nos merecemos: ¡Deplorable!

Afortunadamente, el espectáculo que brindaron Tigres y Chivas en su reanudación fue bastante bueno. Cinco goles, nerviosismo, intensidad y polémica llenaron la pantalla por 45 minutos. Vale aclarar que tanto el penal señalado contra Chivas, como el tercer gol de Pulido (porque aunque le haya pegado accidentalmente en la mano, él fue el último en tocar el balón y por eso el tanto le corresponde), son ambas decisiones acertadas del equipo arbitral.

Como aficionados todos, porque si bien el papel de los comunicadores es diferente al del espectador común, no dejamos de ser también consumidores, tenemos la obligación de exigir respeto a nuestra inteligencia, a nuestras aficiones y a nuestro tiempo.

En esta fuerte temporada de lluvias, hemos sido testigos, una y otra vez, de que lo más importante es que las transmisiones de futbol sigan en su horario, para que los intereses comerciales, los que mandan en nuestra liga, no se vean afectados. Las lesiones de los jugadores y los partidos imposibles de jugar con el agua hasta las rodillas no importan, lo que verdaderamente importa es el billete. Arizala y Boselli fueron las últimas víctimas del waterpolo en León, aunque estos pequeños detalles no significan nada contra las pérdidas originadas por una suspensión o retardo de un partido.


Mi labor como comunicador es externar mi opinión, mientras que la labor del aficionado que consume futbol, ya sea prendiendo la tele y dando puntos de rating, comprando su boleto del estadio o el último jersey de su equipo, es la de exigir sus derechos como consumidor. Mientras no crezcamos como esa parte esencial del negocio, vamos a seguir siendo atropellados por las decisiones mercantilistas de la televisión y los dirigentes de nuestra liga.

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