El mundo arbitral aficionado está de luto. Nuevamente, un
árbitro falleció a manos de jugadores violentos, en una debacle de valores
nunca antes vista en los campos de futbol. Ricardo Portillo, de origen mexicano,
radicado en Utah (Estados Unidos), murió por un golpe recibido en la cabeza,
que le propinó un juvenil de 17 años hace dos semanas en un partido de “High
School” en Salt Lake City. Durante seis días más, Portillo luchó por su vida,
que terminó perdiendo tras ingresar al hospital en estado de coma después de la
agresión.
Escribo nuevamente en el párrafo anterior, ya que en
diciembre del año anterior, en lo que parecía un hecho aislado y trágico, el
juez holandés Richard Nieuwenhuizen fue agredido brutalmente por tres jugadores
de 15 y 16 años del equipo Nieuw Sloten, de una liga amateur de Ámsterdam. Las
patadas y golpes recibidos en todo el cuerpo, provocaron la muerte de Richard
días después en un hospital.
Más allá de la deleznable actitud de golpear hasta la muerte
a una persona indefensa, el hecho de que hayan sido jóvenes que ni siquiera
alcanzan la mayoría de edad los culpables, toma una relevancia que va más allá
de cualquier explicación futbolera de “calentura” u otras idioteces de ese
tipo, que muchos utilizan para justificar sus comportamientos dentro de una
cancha de futbol contra un juez.
Evidentemente que los jóvenes agresores son los principales
culpables de estas atrocidades, pero la complicidad de los padres de estos
muchachos es equivalente a la culpa que tendrán que cargar los adolescentes. El
respeto por cualquier figura de autoridad, ya no se diga de un árbitro o un
maestro, está dejando de existir en las sociedades modernas. La permisividad
que los padres dan a sus hijos, encauzada de manera negativa, convierte a las
personas que supuestamente representan a la autoridad, en enemigos y blancos
naturales de la ira y descarga de frustraciones.
Los detalles de la muerte de Portillo son escalofriantes. El
motivo por el que fue salvajemente golpeado en la cabeza, fue una amonestación.
¡UNA AMONESTACIÓN! Mientras escribía tranquilamente en su libreta, el jugador
amonestado lo mató de un golpe. Es un escándalo de proporciones tales, que no
puedo describir sin utilizar palabras que mi moral no me permite publicar.
Este tema del respeto a los árbitros ha dejado de ser un
asunto de las federaciones, para convertirse en responsabilidad de gobiernos,
escuelas y hogares. Cada que permitimos que nuestros hijos socaven nuestra
autoridad, estamos dando un pasito a convertirlos en agresores potenciales.
Cada que nuestros hijos nos manifiestan su enojo con reacciones violentas, y no
reciben un castigo ejemplar, estamos abonando a que en un futuro, pierdan el
respeto por la integridad de cualquier persona.
¿Hasta dónde podemos atribuirle una responsabilidad de estos
hechos al futbol profesional? Es una pregunta harto difícil de responder, ya
que las agresiones físicas a los silbantes de las principales ligas del mundo
son muy esporádicas; por ese lado no se podría entrar. Las críticas en los
medios de comunicación, desmedidas en algunas ocasiones, a las labores
arbitrales tampoco me parece que puedan estar ligadas a la falta de respeto por
los árbitros aficionados del mundo, ya que se fomenta la exhibición de los errores,
mas nunca la creación de una animadversión violenta de los espectadores hacia
los jueces.
Lo que sí es deber, obligación, manda, responsabilidad o
como le queramos llamar, de las federaciones, directivos, equipos, jugadores,
periodistas y aficionados, es contribuir con la promoción de una campaña de
respeto a los árbitros.
Hace tres meses, la Liga MX recibió la distinción de ser
Empresa Socialmente Responsable (ESR). Desde aquí va una idea para que
comiencen a presumir su distinción con una campaña que puede salvar vidas:
Agrupar en un movimiento masivo al Sector Aficionado de la Federación Mexicana
de Futbol (FMF), las Asociaciones Estatales, Delegaciones de Árbitros
Estatales, Ligas de aficionados registradas ante la FMF, Universidades, otras
ESR, los patrocinadores de la Liga MX, medios de comunicación, periodistas,
exárbitros, árbitros en activo, los equipos profesionales y la Selección
Nacional, en una campaña de respeto a los árbitros, especialmente aficionados.
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