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martes, 7 de mayo de 2013

Ni un muerto más


El mundo arbitral aficionado está de luto. Nuevamente, un árbitro falleció a manos de jugadores violentos, en una debacle de valores nunca antes vista en los campos de futbol. Ricardo Portillo, de origen mexicano, radicado en Utah (Estados Unidos), murió por un golpe recibido en la cabeza, que le propinó un juvenil de 17 años hace dos semanas en un partido de “High School” en Salt Lake City. Durante seis días más, Portillo luchó por su vida, que terminó perdiendo tras ingresar al hospital en estado de coma después de la agresión.

Escribo nuevamente en el párrafo anterior, ya que en diciembre del año anterior, en lo que parecía un hecho aislado y trágico, el juez holandés Richard Nieuwenhuizen fue agredido brutalmente por tres jugadores de 15 y 16 años del equipo Nieuw Sloten, de una liga amateur de Ámsterdam. Las patadas y golpes recibidos en todo el cuerpo, provocaron la muerte de Richard días después en un hospital.

Más allá de la deleznable actitud de golpear hasta la muerte a una persona indefensa, el hecho de que hayan sido jóvenes que ni siquiera alcanzan la mayoría de edad los culpables, toma una relevancia que va más allá de cualquier explicación futbolera de “calentura” u otras idioteces de ese tipo, que muchos utilizan para justificar sus comportamientos dentro de una cancha de futbol contra un juez.

Evidentemente que los jóvenes agresores son los principales culpables de estas atrocidades, pero la complicidad de los padres de estos muchachos es equivalente a la culpa que tendrán que cargar los adolescentes. El respeto por cualquier figura de autoridad, ya no se diga de un árbitro o un maestro, está dejando de existir en las sociedades modernas. La permisividad que los padres dan a sus hijos, encauzada de manera negativa, convierte a las personas que supuestamente representan a la autoridad, en enemigos y blancos naturales de la ira y descarga de frustraciones.

Los detalles de la muerte de Portillo son escalofriantes. El motivo por el que fue salvajemente golpeado en la cabeza, fue una amonestación. ¡UNA AMONESTACIÓN! Mientras escribía tranquilamente en su libreta, el jugador amonestado lo mató de un golpe. Es un escándalo de proporciones tales, que no puedo describir sin utilizar palabras que mi moral no me permite publicar.

Este tema del respeto a los árbitros ha dejado de ser un asunto de las federaciones, para convertirse en responsabilidad de gobiernos, escuelas y hogares. Cada que permitimos que nuestros hijos socaven nuestra autoridad, estamos dando un pasito a convertirlos en agresores potenciales. Cada que nuestros hijos nos manifiestan su enojo con reacciones violentas, y no reciben un castigo ejemplar, estamos abonando a que en un futuro, pierdan el respeto por la integridad de cualquier persona.

¿Hasta dónde podemos atribuirle una responsabilidad de estos hechos al futbol profesional? Es una pregunta harto difícil de responder, ya que las agresiones físicas a los silbantes de las principales ligas del mundo son muy esporádicas; por ese lado no se podría entrar. Las críticas en los medios de comunicación, desmedidas en algunas ocasiones, a las labores arbitrales tampoco me parece que puedan estar ligadas a la falta de respeto por los árbitros aficionados del mundo, ya que se fomenta la exhibición de los errores, mas nunca la creación de una animadversión violenta de los espectadores hacia los jueces.

Lo que sí es deber, obligación, manda, responsabilidad o como le queramos llamar, de las federaciones, directivos, equipos, jugadores, periodistas y aficionados, es contribuir con la promoción de una campaña de respeto a los árbitros.

Hace tres meses, la Liga MX recibió la distinción de ser Empresa Socialmente Responsable (ESR). Desde aquí va una idea para que comiencen a presumir su distinción con una campaña que puede salvar vidas: Agrupar en un movimiento masivo al Sector Aficionado de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), las Asociaciones Estatales, Delegaciones de Árbitros Estatales, Ligas de aficionados registradas ante la FMF, Universidades, otras ESR, los patrocinadores de la Liga MX, medios de comunicación, periodistas, exárbitros, árbitros en activo, los equipos profesionales y la Selección Nacional, en una campaña de respeto a los árbitros, especialmente aficionados.

Por los conductos adecuados, además de la publicación en los diversos medios que aparece Regla Cinco, se hace llegar esta propuesta a la Liga MX y a la FMF. Desde aquí, públicamente, con el absoluto conocimiento de lo que es recibir agresiones en una cancha de futbol amateur y temer por la propia vida, me ofrezco como el primer voluntario para este esfuerzo. ¿Quién más?

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