Se jugó una jornada más de nuestro
querido futbol mexicano con los mismos horrores arbitrales de siempre. Penales
que no son y se marcan, otros que le pasan de noche a los del silbato,
patadones que se quedan en amarilla y toda esa serie de linduras que suceden,
hacen que cada vez sea más difícil encontrar algo nuevo que relatar. Por
fortuna, esa rutina que parecía ociosa de ir cada quince días al estadio 3 de
marzo a ver a los Estudiantes Tecos en Liga de Ascenso, ha rendido frutos esta
ocasión. Pude ver en vivo y a todo color, al próximo Gasso del futbol mexicano,
el poblano Baruch Absalón Castellanos.
Como a nadie parece importarle esta
división, la mayoría de las personas estamos ajenos a lo que sucede en sus
canchas, especialmente lo que tiene que ver son sus árbitros. Como es normal,
los hay buenos, malos, regulares, experimentados y novatos. Absalón cumple con
dos características, es de los más malos, si no es que el peor, y de los más
longevos en la categoría, con cinco años deambulando por estas canchas.
La demostración del pasado viernes en
Zapopan fue patética. Hay dos jugadas claves que marcan en gran medida el
desarrollo del juego. Al minuto 24, cuando Tecos y Rayos se encontraban
empatados a un gol, viene un remate de cabeza de Lillingston, que un defensor
hidrocálido detiene flagrantemente con la mano. Todos lo vimos, menos claro,
Baruch Absalón. Lo “mejor” de todo, es que estaba perfectamente bien colocado
para apreciar la acción y simplemente no marcó el penal clarísimo.
Antes de cumplirse el minuto 55, hay una
nueva jugada en la misma área, ahora defendida por los zapopanos, en la que
Diego Jiménez sujeta de la camisa a Santoya de manera inobjetable. Otra vez
Baruch estaba en buena posición, pero nuevamente decidió tragarse el silbato.
Parecía una nueva edición de la absurda ley de la compensación, pero su
asistente, Pablo Hernández, tal vez cansado de ver tantas fallas de su
compañero, decidió tomar la iniciativa y señalar el claro penal.
Al final del juego, esa jugada marcó la
diferencia. Si bien existió justicia deportiva tras la intervención del
asistente, la actuación del central dejó mucho que desear. No es lo mismo
remontar en el primer tiempo un gol tempranero de la visita, que jugar los 35
minutos finales en desventaja, contra un esquema defensivo y marrullero, como
el que armó Jaime Ordiales tras anotar el gol de la ventaja, que contó con la
valiosa ayuda de Baruch, que permitió a los Rayos todo tipo de ardides para
consumir el tiempo de manera grosera. Una tarjeta amarilla al minuto 60-65 por
retardar la reanudación del juego, hubiera tenido mucho más sentido y peso, que
las dos que otorgó en los minutos 91 y 93. Es sentido común, ése que los
árbitros no recibieron en la repartición de habilidades al nacer.
Este tipo de errores tan claros son la
especialidad de Absalón. Como muestra está la chambonada que se anotó en
Correcaminos hace dos torneos, cuando amonestó en dos ocasiones al “Macue”
Robles y nunca lo expulsó. Aquella vez se llevó una sanción de seis partidos,
aunque con su historial, su longevidad y el tamaño del error, debió haber
significado su retiro inmediato del arbitraje profesional.
No obstante que su capacidad es
verdaderamente limitada, hay un dato que nos puede poner a temblar a todos.
Hasta la jornada 9 del Ascenso mX, este señor ha tenido participación como
central en seis fechas, al estilo de Mauricio Morales en su gira del adiós.
Esto no puede significar más que una tendencia de apoyar a este elemento para
que alcance la Primera División pronto.
Como mencionaba al principio, he asistido
a todos los encuentros de los Estudiantes Tecos, tanto en Copa como en Liga, y
he podido ver la labor de muchos silbantes desconocidos. Hasta ahora, de los
ocho partidos vistos, uno solo de los jueces me ha llamado la atención, Roberto
Ríos Jácome; seis se encuentran en un nivel apenas regular, y este Absalón ha
sido el peor arbitraje de todo el torneo en el 3 de marzo.
La baraja de árbitros en el semillero de
la Primera División está bastante raquítica. Acaso los pocos que se pueden
salvar, que tendrían los merecimientos y experiencia para buscar una
oportunidad en la categoría estelar, son Obed Gómez y León Barajas, pero tal
parece que el padrino de Baruch tiene más poder y contactos en la Comisión, que
los de Obed y Vicente.
Con esta tendencia de beneficiar al
apadrinado, en detrimento del capaz, lo único que se está asegurando, es que
cuando le den las gracias a Miguel Chacón, Antony Zanjuampa y Miguel Ayala (si
se anima Mancilla, claro), sus reemplazos sean igual o peor de malos que ellos.
¡Bendito arbitraje, nunca te acabes!
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