Transcribo un tuit de @ReglaCinco al final del partido entre
Monarcas y Monterrey, del viernes anterior: “Va a estar difícil ver un peor
arbitraje que éste de Miguel Chacón el resto del torneo. A ver qué dice
Voldemort Zanjuampa. #ReglaCinco”.
¿Y qué creen? Que El Señor Tenebroso le hizo una “digna”
competencia a Chacón en Pachuca el sábado, y Marco Rodríguez sintió un celo
especial, por lo que decidió también dar una clase de protagonismo exacerbado
en el nuevo pasto natural del Omnilife, en el juego que cerró la actividad de
la Fecha 2.
La fantasmagórica Jornada 2 del Apertura 2012 de la Liga MX
ha sido una de las peor arbitradas en los últimos años. Desafortunadamente, ya
no son los mismos de siempre los que hacen de las suyas. Lo entendemos de
Miguel Chacón, Voldemort, Ayala o Guerrero (el pleito de las televisoras con el
León nos impidió verlo, aunque parece que lo hizo bien esta vez), pero lo que
aparentaba ser un pequeño “slump” de Marco Rodríguez, se ha convertido en
constante y ha dejado de ser el mejor silbante mexicano desde hace un par de
torneos.
Señalar los errores de manera puntual ya ni siquiera aplica
en estos casos, porque lo único que cambia es el acto particular. Esto va más
allá de una mala apreciación, es un problema de concepto básico arbitral. Para
ver bien, hay que estar en el lugar correcto. Chacón (el malo) no tiene ni la
menor idea de cómo ubicarse en una cancha de futbol. En jugadas intrascendentes
de medio campo se convierte en glorieta, en cucaracha en quemazón, porque tiene
que correr para todos lados y evitar quitarle el balón a los jugadores.
Su noción de respeto a la jerarquía arbitral es inexistente.
Lo tratan peor que a un esclavo de Alabama en los años previos a la Guerra
Civil. El valor lo deja en casa cada que sale a dirigir, porque ni por
equivocación atina a mostrar tarjetas rojas a los que lo insultan impunemente.
De la mano de Huiqui que vio todo mundo, hasta los atletas
olímpicos que dormían plácidamente en la Villa Olímpica, no hay mucho que
decir. Simple y sencillamente no tiene ni idea del arbitraje de futbol.
Chacón debió retirarse hace años, cuando Marioni lo agredió
de un balonazo y se dejó mangonear por Antonio Marrufo para no reportarlo como
tal. La dignidad es una palabra que no aparece en su diccionario personal.
Después de este desastre michoacano, la vara estaba muy alta
para que alguien se aventara a pitar peor que él. Para fortuna de los que
gustamos de señalar las aberraciones de esta Comisión de Árbitros, existe un
tipo como Voldemort Zanjuampa, que sale al rescate de todos.
Empecemos por el final. A la mitad del segundo tiempo, el
“Burrito” Hernández atiza a Lucas Ayala y se va expulsado de manera correcta,
seguido por “Gringo” Torres, que le canta el Rosario en la cara al Señor
Tenebroso. Pachuca se quedaba a merced del Atlas con 9 jugadores y el 1-0 en
contra. Hasta ahí muy bien. Cortar de tajo la violencia y los insultos al juez.
Ahora volvamos al primer lapso.
Luis Robles plancha a Mauro Cejas, en una jugada de tarjeta
naranja (entre roja y amarilla, cualquiera pudo haber sido correcta). Si
hubiese quedado en amarilla, el mismo Robles comete otra falta casi al final
del primer tiempo, que mínimo era la segunda amonestación. Primer error grave.
Una muestra de su falta de sensibilidad arbitral, es cuando
termina los primeros 45 antes de que Atlas cobrara un tiro libre con
posibilidades de gol. El reglamento lo faculta, pero hay momentos para hacerlo,
y Voldemort, como no entiende nada de este juego, no sabe hacerlo. Mancilla se
le va encima con todo, la televisión muestra que le dice “hijo de puta” en
CINCO ocasiones, y se va con su tarjetita amarilla al vestidor. El segundo
tiempo debió iniciar con 9 atlistas en la cancha, y no terminar, como al final
sucedió, con 9 locales en el terreno y 3-0 en contra.
Cuando parecía que no podía empeorar el asunto, llegó Marco
Rodríguez a Guadalajara para hacer su propio espectáculo en la cancha del
Omnilife. Dos goles invalidados por la ley de su propio reglamento, sirvieron
para que su mensaje llegara a lo más alto: “Yo soy la verdadera estrella de
este juego, quieran o no; me importa poco destruir los partidos que dirijo, YO
soy el único ChiquiMarco Rodríguez”.
La primera gran premisa de Decio fue que los árbitros no
fueran protagonistas del juego. Por incapacidad absoluta (Chacón y Voldemort),
o por esquizofrenia arbitral (Marco), los silbantes están dejando al mandamás
de la Liga como un verdadero tarado.
Bienvenidos a la competencia por ver quién hace más
tonterías en un partido de futbol. Marco Rodríguez tiene ventaja, porque sabe
cómo hacerlo, al fin él sí conoce el reglamento de FIFA, aunque prefiere
aplicar el suyo particular. Ni Batman, Robin y toda La Liga de la Justicia
junta, nos podrán salvar. ¡Auxilio!
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