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martes, 31 de julio de 2012

La Anti-Competencia


Transcribo un tuit de @ReglaCinco al final del partido entre Monarcas y Monterrey, del viernes anterior: “Va a estar difícil ver un peor arbitraje que éste de Miguel Chacón el resto del torneo. A ver qué dice Voldemort Zanjuampa. #ReglaCinco”.

¿Y qué creen? Que El Señor Tenebroso le hizo una “digna” competencia a Chacón en Pachuca el sábado, y Marco Rodríguez sintió un celo especial, por lo que decidió también dar una clase de protagonismo exacerbado en el nuevo pasto natural del Omnilife, en el juego que cerró la actividad de la Fecha 2.

La fantasmagórica Jornada 2 del Apertura 2012 de la Liga MX ha sido una de las peor arbitradas en los últimos años. Desafortunadamente, ya no son los mismos de siempre los que hacen de las suyas. Lo entendemos de Miguel Chacón, Voldemort, Ayala o Guerrero (el pleito de las televisoras con el León nos impidió verlo, aunque parece que lo hizo bien esta vez), pero lo que aparentaba ser un pequeño “slump” de Marco Rodríguez, se ha convertido en constante y ha dejado de ser el mejor silbante mexicano desde hace un par de torneos.

Señalar los errores de manera puntual ya ni siquiera aplica en estos casos, porque lo único que cambia es el acto particular. Esto va más allá de una mala apreciación, es un problema de concepto básico arbitral. Para ver bien, hay que estar en el lugar correcto. Chacón (el malo) no tiene ni la menor idea de cómo ubicarse en una cancha de futbol. En jugadas intrascendentes de medio campo se convierte en glorieta, en cucaracha en quemazón, porque tiene que correr para todos lados y evitar quitarle el balón a los jugadores.

Su noción de respeto a la jerarquía arbitral es inexistente. Lo tratan peor que a un esclavo de Alabama en los años previos a la Guerra Civil. El valor lo deja en casa cada que sale a dirigir, porque ni por equivocación atina a mostrar tarjetas rojas a los que lo insultan impunemente.

De la mano de Huiqui que vio todo mundo, hasta los atletas olímpicos que dormían plácidamente en la Villa Olímpica, no hay mucho que decir. Simple y sencillamente no tiene ni idea del arbitraje de futbol.

Chacón debió retirarse hace años, cuando Marioni lo agredió de un balonazo y se dejó mangonear por Antonio Marrufo para no reportarlo como tal. La dignidad es una palabra que no aparece en su diccionario personal.

Después de este desastre michoacano, la vara estaba muy alta para que alguien se aventara a pitar peor que él. Para fortuna de los que gustamos de señalar las aberraciones de esta Comisión de Árbitros, existe un tipo como Voldemort Zanjuampa, que sale al rescate de todos.

Empecemos por el final. A la mitad del segundo tiempo, el “Burrito” Hernández atiza a Lucas Ayala y se va expulsado de manera correcta, seguido por “Gringo” Torres, que le canta el Rosario en la cara al Señor Tenebroso. Pachuca se quedaba a merced del Atlas con 9 jugadores y el 1-0 en contra. Hasta ahí muy bien. Cortar de tajo la violencia y los insultos al juez. Ahora volvamos al primer lapso.

Luis Robles plancha a Mauro Cejas, en una jugada de tarjeta naranja (entre roja y amarilla, cualquiera pudo haber sido correcta). Si hubiese quedado en amarilla, el mismo Robles comete otra falta casi al final del primer tiempo, que mínimo era la segunda amonestación. Primer error grave.

Una muestra de su falta de sensibilidad arbitral, es cuando termina los primeros 45 antes de que Atlas cobrara un tiro libre con posibilidades de gol. El reglamento lo faculta, pero hay momentos para hacerlo, y Voldemort, como no entiende nada de este juego, no sabe hacerlo. Mancilla se le va encima con todo, la televisión muestra que le dice “hijo de puta” en CINCO ocasiones, y se va con su tarjetita amarilla al vestidor. El segundo tiempo debió iniciar con 9 atlistas en la cancha, y no terminar, como al final sucedió, con 9 locales en el terreno y 3-0 en contra.

Cuando parecía que no podía empeorar el asunto, llegó Marco Rodríguez a Guadalajara para hacer su propio espectáculo en la cancha del Omnilife. Dos goles invalidados por la ley de su propio reglamento, sirvieron para que su mensaje llegara a lo más alto: “Yo soy la verdadera estrella de este juego, quieran o no; me importa poco destruir los partidos que dirijo, YO soy el único ChiquiMarco Rodríguez”.

La primera gran premisa de Decio fue que los árbitros no fueran protagonistas del juego. Por incapacidad absoluta (Chacón y Voldemort), o por esquizofrenia arbitral (Marco), los silbantes están dejando al mandamás de la Liga como un verdadero tarado.

Bienvenidos a la competencia por ver quién hace más tonterías en un partido de futbol. Marco Rodríguez tiene ventaja, porque sabe cómo hacerlo, al fin él sí conoce el reglamento de FIFA, aunque prefiere aplicar el suyo particular. Ni Batman, Robin y toda La Liga de la Justicia junta, nos podrán salvar. ¡Auxilio!

@ReglaCinco

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