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lunes, 19 de marzo de 2012

La piedra filosofal

La oportunidad de ver en vivo al mejor árbitro de México un día, y al peor al siguiente, no se podía desaprovechar. Así fue que ahí me tuvieron en el Tres de Marzo el viernes anterior para ver a Francisco Chacón dirigir el juego entre Tecos y Morelia, y el sábado en el Jalisco, para observar una más de las demostraciones de Antony Zanjuampa, en el partido que disputaron Atlas y Jaguares (no necesito definir quién es el mejor y el peor ¿verdad?).
Ver y analizar un juego de futbol en el estadio, en este caso el trabajo de los árbitros, sin repeticiones, narraciones, comentarios y anuncios, es enriquecedor. Se puede sentir el pulso de la tribuna, se observa todo el terreno de juego y es posible detectar movimientos, tácticas y otros detalles, que el cuadrito electrónico no permite. En el caso de los árbitros, se le puede tener en constante vigilancia para ver sus cambios de ritmo, las lecturas del juego y la interacción que tiene con su equipo arbitral y con los jugadores.
Por orden del calendario vayamos al Estadio Tres de Marzo primero. Aunque esta vez no hubo besos de Chacón para las chicas de la tribuna, sí exhibió toda la jerarquía y dominio que ha ganado en los últimos años. Cuando un árbitro señala menos de 15 faltas en un partido, si en contadas ocasiones los jugadores intentan siquiera comentarle algo que no les parece, si coloca las barreras a distancia sin necesidad de pintar rayitas en el césped, si señala un penal con expulsión y no es obligado a esconderse en una esquina porque su temple y determinación lo hacen inmune a las presiones, nos damos cuenta por qué Francisco Chacón es un árbitro de otra categoría. Y atención, no fue el mejor partido que le he visto a Chacón en vivo o en televisión, pero su nivel es tan alto, que hasta en sus días flojos está por encima de sus colegas de esta liga.
Como no todo es miel sobre hojuelas, el sábado hubo que atender la segunda parte de este ejercicio de análisis con mucha apertura de mente y sin prejuicios. No sería justo llegar al Estadio Jalisco y esperar que el arbitraje fuera igual al de la noche anterior en Zapopan, así que la oportunidad estaba puesta para que Zanjuampa hiciera algo extraordinario y echara por la borda la idea que tuve desde que supe que tendría esta oportunidad en la jornada 11. Desafortunadamente para él, mi teoría se mantiene firme. Él es el peor árbitro de México.
Y otra vez atención, igual que con Chacón, éste no fue el peor partido de Antony. No fue el peor en cuestión de tomar decisiones erróneas que determinaran el marcador, o que permitiera violencia y descontrol en el terreno, pero en vivo se notan todas las carencias que lo ponen, cada que dirige, en el borde del precipicio. Esta vez tuvo suerte, estuvo bien acompañado en las bandas y al final el marcador fue justo y su labor no tiene manchas visibles.
Se le nota una permanente inseguridad a Zanjuampa. Los silbtazos que emite al sancionar una falta no tienen modulación. Una falta cualquiera la silba como si fuera penal de último minuto, con gran fuerza y haciendo aspavientos. En lugar de poner alerta a los jugadores y mostrarles que los está vigilando, los cansa con tanto ruido sin sentido. En cambio, cuando sí fue absolutamente necesario silbar con toda la fuerza y mostrar una gran dosis de autoridad, no lo supo hacer.
En la expulsión del atlista Erpen a la mitad del segundo tiempo, estuvo a punto de suceder una desgracia. La plancha artera que le da el defensor rojinegro al jugador chiapaneco se le iba a escapar a este señor. Ya había volteado a donde se dirigía el balón y estaba por comenzar su carrera, cuando por arte de magia, silbó más a fuerza que de ganas y le mostró la tarjeta roja al atlista. Estaba a menos de cuatro metros de la acción y no la juzgó bien, increíble. Para su fortuna, en la banda más cercana tenía a Marvin Torrentera y como cuarto árbitro a Erim Ramírez, que sin duda, alguno de ellos fue quien le dijo qué hacer.
Otro detalle significativo es su modo de encarar el juego. Siempre está a 500 revoluciones más que el partido. Si un equipo sale jugando desde su área, sin presión del rival, este árbitro corre de un lado a otro en sprint, aceleradísimo, demostrando muy poco dominio de la técnica y mucha inseguridad. Parece que está nervioso todo el tiempo, es más, quitemos el parece, entra nervioso al estadio dos horas antes, porque en el fondo, él mismo sabe que NO es árbitro de Primera División. Así no se puede.
La principal diferencia que pude encontrar entre Francisco Chacón y Antony Zanjuampa (discúlpame Paco por poner tu nombre en el mismo renglón que el de Antony), es que uno sabe que es el mejor árbitro de México y el otro ni siquiera se cree árbitro de Primera División. Y para no cometer estas faltas de respeto de mezclar a los buenos con los demás, de ahora en adelante el árbitro del juego entre Atlas y Jaguares es bautizado como Lord Voldemort, aquel brujo que no debe ser nombrado en la saga de Harry Potter.

Colofón
Qué horrible trabajo el de Fabricio Morales en el juego Gallos vs Guadalajara. Tiene tan poca autoridad y jerarquía que pudo haber amonestado a otros 10 jugadores y no le hubieran hecho caso en nada. Tan fácil que estuvo el codazo de Isaac Romo a Ramírez en el primer tiempo, para que le mostrara a los futbolistas que no les seguiría permitiendo sus indisciplinas, pero nada de nada. Lo que era una tarjeta roja determinante para agarrar el control del juego, se convirtió en una amarilla intrascendente.

TA S

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