Uno de los torneos más accidentados en materia arbitral en
el futbol mexicano, por fin ha llegado a
su conclusión. La calidad de los trabajos en el torneo regular fue inversamente
proporcional a lo visto en la Liguilla, pero no hay que cantar victoria. Una
golondrina no hace verano, y una buena Liguilla no hace satisfactorio un torneo
completo.
De las buenas, para no empezar con lo negativo, tuvimos las
más que aceptables actuaciones arbitrales en la fase final, además de que el
descenso deportivo se decidió sin polémicas demasiado frecuentes,
aunque al final de cuentas eso no importa, porque Gallos se queda en Primera y
San Luis no.
La proyección de César Ramos fue tal vez el más grande, y
casi único, éxito atribuible por completo a la actual administración de la
Comisión de Arbitraje. Si lo llevan por el camino correcto, lo apoyan en
materia psicológica y desarrollan su carrera de manera estable y planeada,
tendremos al mejor de México en menos de cuatro años, y muy probable
mundialista en 2018. Si lo hacen bien, será sólo responsabilidad de la Comisión
vigente, pero recordemos que al combo Padilla-Mancilla ya les ha reventado la
carrera de Jorge Macías, Julio Escobar, Óliver Quiroz (entre varios más),
además del estancamiento de Miguel Ortega y Fernando Guerrero. Miguel Ayala,
Miguel Chacón y Voldemort Zanjuampa son harina de otro costal. ¡Que venga la
Órden del Fénix arbitral a deshacerse de ellos!
Una pequeña mención merece Jorge Pérez Durán, que con una
buena Liguilla en cuartos y semis se ganó medio de rebote la ida del juego
grande, pero le quedó un poco ídem. No fue un mal trabajo como para reventarlo,
pero le falta tal vez el centavo para completar el peso necesario para estos
partidos. Va en buen camino, ojalá lo lleven con mesura y se una a Ramos como
la siguiente generación de los Rodríguez, Chacón (Paco), Delgadillo y García
Orozco.
Lamentablemente, los escándalos en la cancha y fuera de ella
se llevan la mayor parte de la historia de este Clausura 2013. La desmedida
protección a Roberto García fue grosera, indigna y muy poco profesional de la
Comisión. El penal que no sancionó contra San Luis en el partido ante las
Águilas, es el penal no marcado más increíble que he visto en muchos, muchos
años.
La bocota de Francisco Chacón, pero la muy pequeña capacidad
intelectual de los dirigentes de todos los ámbitos federativos del futbol
mexicano, se llevaron el premio al papelón de pantalón largo del torneo y de
mucho tiempo atrás. Ya se tocó el tema en este espacio, que lo que le hicieron
al en ese momento mejor árbitro de México, fue una puñalada trapera, una trampa
vil, que en el fondo llevaba la intención de favorecer a Roberto García en su
carrera a Brasil.
Éstos son temas muy concretos, pero el gran mal de fondo en
la actual Comisión, o que por lo menos no ha dado resultados visibles, es la
capacitación de los silbantes. Los exárbitros mundialistas, los exárbitros de
Primera División, los comentaristas de todo nivel de experiencia y calidad, los
aficionados de a pie, y por supuesto su servidor, hemos escrito o dicho hasta
el cansancio que el trabajo de Carlos González al frente del Área Técnica no es
el adecuado.
Vamos dejando en paz a Mancilla (me sonó a manada, por lo
menos yo lo puedo intentar) como único responsable y poseedor de la maldición
arbitral de México, pero sí y sólo sí se deshace de su área técnica actual y
convoca una nueva. No puede ser que no le lleguen al precio y condiciones de
trabajo idóneas (independencia y peso en las decisiones trascendentales, por
ejemplo) a una de las figuras en el retiro que abundan en México. Otra idea:
Tomen al mejor perfil de los que ya están y mándenlo a capacitar seis meses o
un año a la FIFA. Francisco Ramírez y/o Mauricio Morales podrían ser una buena
opción.
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