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martes, 4 de junio de 2013

Ahora o nunca Mancilla

Uno de los torneos más accidentados en materia arbitral en el futbol mexicano,  por fin ha llegado a su conclusión. La calidad de los trabajos en el torneo regular fue inversamente proporcional a lo visto en la Liguilla, pero no hay que cantar victoria. Una golondrina no hace verano, y una buena Liguilla no hace satisfactorio un torneo completo.

De las buenas, para no empezar con lo negativo, tuvimos las más que aceptables actuaciones arbitrales en la fase final, además de que el descenso deportivo se decidió sin polémicas demasiado frecuentes, aunque al final de cuentas eso no importa, porque Gallos se queda en Primera y San Luis no.

La proyección de César Ramos fue tal vez el más grande, y casi único, éxito atribuible por completo a la actual administración de la Comisión de Arbitraje. Si lo llevan por el camino correcto, lo apoyan en materia psicológica y desarrollan su carrera de manera estable y planeada, tendremos al mejor de México en menos de cuatro años, y muy probable mundialista en 2018. Si lo hacen bien, será sólo responsabilidad de la Comisión vigente, pero recordemos que al combo Padilla-Mancilla ya les ha reventado la carrera de Jorge Macías, Julio Escobar, Óliver Quiroz (entre varios más), además del estancamiento de Miguel Ortega y Fernando Guerrero. Miguel Ayala, Miguel Chacón y Voldemort Zanjuampa son harina de otro costal. ¡Que venga la Órden del Fénix arbitral a deshacerse de ellos!

Una pequeña mención merece Jorge Pérez Durán, que con una buena Liguilla en cuartos y semis se ganó medio de rebote la ida del juego grande, pero le quedó un poco ídem. No fue un mal trabajo como para reventarlo, pero le falta tal vez el centavo para completar el peso necesario para estos partidos. Va en buen camino, ojalá lo lleven con mesura y se una a Ramos como la siguiente generación de los Rodríguez, Chacón (Paco), Delgadillo y García Orozco.

Lamentablemente, los escándalos en la cancha y fuera de ella se llevan la mayor parte de la historia de este Clausura 2013. La desmedida protección a Roberto García fue grosera, indigna y muy poco profesional de la Comisión. El penal que no sancionó contra San Luis en el partido ante las Águilas, es el penal no marcado más increíble que he visto en muchos, muchos años.

La bocota de Francisco Chacón, pero la muy pequeña capacidad intelectual de los dirigentes de todos los ámbitos federativos del futbol mexicano, se llevaron el premio al papelón de pantalón largo del torneo y de mucho tiempo atrás. Ya se tocó el tema en este espacio, que lo que le hicieron al en ese momento mejor árbitro de México, fue una puñalada trapera, una trampa vil, que en el fondo llevaba la intención de favorecer a Roberto García en su carrera a Brasil.

Éstos son temas muy concretos, pero el gran mal de fondo en la actual Comisión, o que por lo menos no ha dado resultados visibles, es la capacitación de los silbantes. Los exárbitros mundialistas, los exárbitros de Primera División, los comentaristas de todo nivel de experiencia y calidad, los aficionados de a pie, y por supuesto su servidor, hemos escrito o dicho hasta el cansancio que el trabajo de Carlos González al frente del Área Técnica no es el adecuado.

Vamos dejando en paz a Mancilla (me sonó a manada, por lo menos yo lo puedo intentar) como único responsable y poseedor de la maldición arbitral de México, pero sí y sólo sí se deshace de su área técnica actual y convoca una nueva. No puede ser que no le lleguen al precio y condiciones de trabajo idóneas (independencia y peso en las decisiones trascendentales, por ejemplo) a una de las figuras en el retiro que abundan en México. Otra idea: Tomen al mejor perfil de los que ya están y mándenlo a capacitar seis meses o un año a la FIFA. Francisco Ramírez y/o Mauricio Morales podrían ser una buena opción.

El momento no puede ser mejor. Después de una Liguilla sin sobresaltos, sin campeón injusto o cuestionado y con un descenso que no fue descenso, Rafael Mancilla puede dar ese golpe de timón que lo pueda sacar del oscurantismo, que lo coloque en un nivel más alto, y lo más importante, que justifique de una vez por todas, el apoyo que ha recibido de la cúpula directiva que lo ha mantenido en su cargo.

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