Cada año que se disputa un torneo de Clausura, hay un
ingrediente adicional que le pone sabor al caldo del campeonato, que es el
descenso. Los invitados a la danza del averno suelen ser los mismos, salvo los
que han caído en las garras del infortunio y se han quedado en el limbo de la Liga
de Ascenso. Atlas y Gallos Blancos son viejos conocidos de los lugares 15 al 18
de la tabla porcentual en los últimos 10 años, aunque en este Clausura 2013 son
17 y 18, respectivamente. El arbitraje siempre es motivo de análisis, tema que
no ha desentonado en esta lucha por mantener la categoría y, prácticamente, la
vida.
La memoria de la mayoría es corta, pero la de su humilde
servidor no. Hoy, previo al decisivo partido que sostendrán Gallos y Zorros el
sábado en Querétaro, la afición recuerda que Landín anotó un gol ayudándose con
la mano en el empate avícola en Cancún apenas el domingo. “Ayudaron a Gallos”,
dirán los rojinegros. “Una de cal por seis puntos regalados al zorro”, dice el
de este teclado.
Hubo un momento clave en el inicio de este torneo que ha
inclinado la balanza en favor de los tapatíos, hasta los 9 puntos de ventaja
que tienen hasta ahora. Al término de la jornada 3, Gallos aventajaba con un
punto a los rojinegros. Recordemos que iniciaron parejos el Clausura, así que
la matemática es simple: el que haga más puntos se queda, con la ventaja de
Atlas de que en caso de empate, le beneficia el goleo. Las jornada 4 y 5
significaron el despegue del zorro, en medio de tres arbitrajes muy discutidos;
dos en favor de los rojinegros y uno en contra de Gallos.
En la visita del poderoso Tigres al Corregidora, Fabricio
Morales fue el árbitro designado para permitir un concierto de violencia de los
jugadores norteños sobre los queretanos. Hugo Ayala y Jorge Torres Nilo se
despacharon con la cuchara grande, ante la complacencia del silbante oriundo de
Saltillo, pero perteneciente a la Delegación de Monterrey (¿Lo escribí o sólo
lo pensé?). Antes de los goles visitantes que decidieron el juego por 0-2,
debieron sufrir dos expulsiones que habrían modificado el juego.
Unas horas más tarde, Atlas vencía al América por 2-1, con
dos goles viciados de origen. Antes del gol del empate atlista por conducto de
Millar, hubo falta sobre Mosquera; el penal señalado por falta del mismo
capitán de chocolate (él se puso así, conste que no me estoy llevando) sobre
Omar Bravo, era más bien falta del delantero por recargar al defensa águila. Dos
errores arbitrales, para colmo, de un silbante jalisciense, Erim Ramírez. Empezaron
la jornada un punto abajo, la cerraron dos arriba, y lo que faltaba.
La jornada 5 comenzó muy bien para Atlas en su visita a
Chiapas. Después de ponerse en ventaja en el marcador, Miguel Flores les hizo el
inmenso favor de voltear para otro lado en una jugada de penal en contra de los
tapatíos, por una mano grosera e intencional de Guillermo Martín. Otra decisión
trascendental, a mitad del primer tiempo, que dictó el rumbo del partido que al
final ganaría Atlas por 1-2. Gallos visitó el Azteca, se llevó un baile, 3
goles incluidos y ahora la distancia era de 5 puntos.
Este punto de inflexión ha resultado determinante en el desarrollo
de la lucha por el no descenso. Como decía antes, la memoria es corta, así que
esos tres partidos en las jornadas tempranas han dado rumbo a esta pelea
desigual. Cuando se consume el descenso, lo más seguro que de los aguerridos,
pero desamparados, queretanos, nadie se acordará de estos juegos de las
jornadas 4 y 5.
Adicional a las sospechosas actuaciones arbitrales, el buen
futbol de Atlas y la nefasta directiva de Gallos, tienen casi definida esta
guerra dispareja, en la que Querétaro parece tener todo en contra. Así va a estar
canijo salvarse.
La semana previa al enfrentamiento entre los dos invitados
al baile ha tenido de todo. Empezamos con las declaraciones de Adolfo Ríos,
presidente de Gallos, que acusa al árbitro Antony “Voldemort” Zanjuampa de
amenazar a sus jugadores en el juego en Cancún, de que no iban a ganar.
Curiosamente, el gol del empate atlantista llegó en compensación, cuando ya
había transcurrido el tiempo de repuesto anunciado por Voldemort.
Hay dos lecturas para esta acusación: Meterle presión a la Federación,
vía la Comisión de Arbitraje, para buscar un beneficio en el siguiente partido,
o que esté diciendo la verdad, aunque la posibilidad de probarlo es tirándole a
inexistente. Si esto fuera cierto, Zanjuampa sería más bruto de lo que todos
pensamos, al “confesarle” a los jugadores queretanos sus intenciones de
perjudicarlos. A pesar de todo mi sospechosismo, me niego a pensar que lo de
Adolfo Ríos sea totalmente cierto.
Y para cerrar con broche de oro, el árbitro designado para
dirigir el sábado en El Corregidora es ni más ni menos que el hombre de la
polémica, que no tiene ni un pelo fuera de su lugar, pero la mayoría de los
tornillos desenroscados, nuestro querido Marco Antonio Rodríguez. Hace tres o
cuatro años su nombre en este tipo de partidos era sinónimo de éxito.
Implacable, comprometido, valiente, eran algunos de sus calificativos.
Inestable, complaciente e impredecible, son sus nuevos apodos.
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