El ordenador habló. Ricardo Arellano Nieves será el encargado de poner orden (o al menos de intentarlo), cuando este sábado 12 de marzo, se midan en el Estadio Jalisco los equipos de Atlas y Guadalajara, en una edición más del Clásico Tapatío.
Arellano estará acompañado por José Luis Camargo y Carlos Ayala en las bandas, Fabricio Morales como cuarto árbitro, asesorados por el responsable del área técnica de la Comisión de Arbitraje, Carlos González. En teoría estricta, este equipo arbitral compuesto por tres elementos con gafete de FIFA (Ayala no lo tiene, pero vaya que lo merece), y un alto dirigente de la Comisión , debería ser garantía de una buena conducción del juego. Pero puede no ser así.
Ricardo Arellano comienza su segundo año como silbante internacional. Recién tuvo una experiencia en eliminatoria mundialista de Concacaf, en el selectivo Sub-17 del mes pasado. También ha participado en la Liga de Campeones de Concacaf, en donde ha arbitrado encuentros entre equipos mexicanos, con poca fortuna. Hace apenas cuatro años, Arellano aún se encontraba en la entonces llamada Primera División A, realizando trabajos regulares, en donde mostraba la mayor de las carencias de los jueces mexicanos de la actualidad: falta de valor. Sin embargo, la Comisión de Arbitraje lo debutó en el máximo circuito, lo hizo árbitro por la fuerza y hasta gafete internacional le consiguió. ¿Merecido? No. ¿Lo ha lucido con grandes actuaciones que silencien a sus críticos? Tampoco.
En la banda principal estará José Luis Camargo. Definitivamente es uno de los mejores asistentes que ha dado el arbitraje mexicano en su historia. Mundialista ya en dos ocasiones junto con su compadre Marco Rodríguez, tiene un pequeño defecto: El del silbato no es él. En muchas ocasiones, Camargo olvida que su labor es la de auxiliar al árbitro central, no dirigirlo desde su lateral. La combinación, “asistente con demasiada iniciativa-árbitro con una deficiencia para ejercer su jerarquía y autoridad”, nunca han sido buenas. Ése podría ser un foco de atención.
Carlos Ayala es garantía, y salvo un infortunado accidente, una desconcentración que no es usual o el remoto, pero posible, mal día, deberá entregar buenas cuentas desde la banda 2. Lo mismo pasa con el cuarto árbitro, Fabricio Morales, que estrena distinción de FIFA este año. Si se mantiene en su labor administrativa y no trata de llevar el espectáculo a la zona de bancas, será un espectador de lujo del partido.
La historia juega en favor de los árbitros. Los últimos cinco clásicos han sido dirigidos de manera correcta. Paul Delgadillo, Marco Rodríguez en ocasiones consecutivas, Genaro Medrano y Roberto García, han dejado que el juego se resuelva por errores y aciertos de los jugadores, no del equipo arbitral. Si acaso el más polémico ha sido Marco (¿Quién más?) en el Clausura 2009. Expulsó de manera un tanto drástica al arquero Canales de Atlas en el primer tiempo, y sancionó un tiro penal en favor de los Zorros en el minuto 90, que convirtió Marioni para el triunfo rojinegro. Sí polémico, pero lejos de ser incorrecto y determinante para el marcador final.
Las condiciones están dadas para tener un gran Clásico Tapatío. El lleno está asegurado, los equipos llegan completos (qué raro que al Cubo Torres no lo llamaran a la Sub-20 ) y el equipo arbitral, en teoría repito, está conformado por jueces con experiencia. Estos partidos se convierten en catapultas para algunos silbantes, esperemos que Arellano lo aproveche y termine con las dudas acerca de su capacidad para dirigir en Primera División.
TA S
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