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martes, 4 de diciembre de 2012

Propuesta para clasificar árbitros


Han terminado los dos torneos estelares de la Liga mX, con los campeonatos obtenidos por La Piedad y Tijuana, que nuevamente se han visto manchados por decisiones arbitrales, en medida superlativa por lo que sucedió en el Juan N. López de La Piedad. La definición del campeón del Apertura 2012 en la Liga de Ascenso tuvo tintes dramáticos, por la avergonzante actuación de Carlos Martínez Soto, al entregar uno de los peores trabajos de la historia en fases definitorias de los que tengamos memoria.

Hace unos torneos esto no sucedía, ya que eran árbitros de Primera División los que dirigían estos encuentros, pero una nueva política de la Comisión cambió esto, para que fueran árbitros de la categoría los que actuaran. Ha demostrado ser una postura equivocada, que se debe revisar inmediatamente.

Francisco Chacón y su equipo tuvieron un poco más de fortuna en Toluca, aunque queda la mancha a la actuación del guanajuatense por no sancionar la falta de Gandolfi sobre Sinha con tarjeta roja; vaya, ni la infracción señaló. Aunque es una decisión muy importante, jugar con un hombre de más o de menos ha dejado de ser tan trascendente por los nuevos sistemas de juego, así que no es un motivo por el cual se pueda decir que Tijuana fue campeón sin merecerlo. La nota sobresaliente se la lleva Salvador Rodríguez Gorrocino, árbitro asistente número dos, que juzga perfectamente las dos jugadas de los goles visitantes, en las que se pedía fuera de juego que nunca existe.

Con respecto a la Liga de Ascenso, la Comisión que pretende dirigir Rafael Mancilla debe considerar seriamente unos cambios en su clasificación de los árbitros. La gran mayoría de los países del mundo no distingue de manera tajante entre sus árbitros de Primera y Segunda, y es común ver árbitros con gafete de FIFA dirigir encuentros de categorías secundarias, y de la misma manera, novatos que eventualmente reciben oportunidades de arbitrar en las ligas principales de sus países.

Propongo que en México se debería de adoptar una clasificación flexible, en la que los árbitros destacados del Ascenso sean promovidos a la Primera División, pero sin dejar de ser elegibles para la categoría inferior. De esta manera, sus procesos de incorporación al máximo circuito serían más estructurados, menos vertiginosos y podrían llevar la experiencia adquirida con los “grandes”, al momento de dirigir a “los de abajo”.

Para ser más claros, un árbitro que ha sido premiado con la categoría de Primera División, debería permanecer elegible para el Ascenso al menos durante cuatro torneos, es decir dos años, y apoyar en partidos importantes de la campaña regular y en juegos de Liguilla.

Las últimas promociones de silbantes han sido otorgadas a Arturo Ramos Palazuelos, Óscar Macías Romo, Luis Enrique Santander y Víctor Bisguerra Mendiola, que de una manera mucho más efectiva hubieran podido resolver los juegos de esta Final que dejó un campeón de Ascenso con una gran mancha. También se podrían elegir árbitros que hayan demostrado un nivel regular en Primera, pero que podrían dirigir con mayor decoro en Segunda, como Miguel Ángel Ayala, Miguel Chacón, Fernando Guerrero y hasta Miguel Ortega. De Voldemort Zanjuampa ni hablamos, porque ni en Tercera lo haría bien.

La brecha del nivel futbolístico entre Primera División y Ascenso se ha estrechado. Muchos equipos buscan la categoría principal con planteles muy bien armados, con entrenadores de experiencia y mejores presupuestos que hace algunos años. Aunque el nivel técnico de los jugadores sigue un pasito abajo, la dificultad de un partido de la extinta Primera A es prácticamente igual al de la Primera División. Por otro lado, el nivel técnico, de experiencia y capacitación de los árbitros del Ascenso, es notablemente inferior al de sus colegas de la planta alta, y no es apto, en una buena cantidad de ocasiones, a la exigencia de la categoría que ostentan.

Si Rafael Mancilla y su Comisión se mantienen en la postura de separar árbitros de las categorías principales, seguirán sucediendo episodios tan penosos como los de Jorge Adán Tonix (caso Cuauhtémoc Blanco), Mauricio Martínez (batalla campal Tecos-Dorados) y Carlos Martínez (Final de Vuelta). La solución lógica, de sentido común, es ampliar la baraja y permitir que los silbantes de Segunda tengan refuerzos de Primera para los juegos más complicados. No se trata de frenar carreras de los que aspiran a lo máximo, pero durante este torneo se demostró que dejarlos a la buena de Dios, provoca que esas mismas carreras se acaben de golpe por una mala dirección de los miembros de la Comisión.

Otra vez, se habla más de arbitraje que de los campeones. La Piedad y Dorados fueron salvajamente perjudicados por el arbitraje en la Vuelta, ya que para ambos lados hubo decisiones trascendentes que cambiaron el rumbo del juego.

Nuevamente, aunque sin la menor esperanza de que nadie haga nada, pido que Rafael Mancilla demuestre un poco de dignidad y haga algo verdaderamente trascendente por el futbol mexicano: Que renuncie, y deje que alguien que sepa intente rescatar del abismo a nuestro vilipendiado arbitraje, o por lo menos que se rodee de personas con capacidad para instruir y capacitar, no como los González, los Trejo o los Gasso.

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