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jueves, 6 de noviembre de 2014

“Nos acordamos que tenemos huevos”

Tenía mucho tiempo sin escuchar una frase así de contundente, tan llena de autocrítica, pero también de determinación. Esto es lo que sienten los árbitros profesionales mexicanos, así se refieren a sí mismos, lo cual me llena de un gran orgullo. Así, como cuando crecen los hijos, para los que tienen esa dicha. Pero no se me alboroten, no estoy diciendo que los del silbato sean mis hijos, pero sí son casi familia y se siente una gran satisfacción que actúen como personas decentes y dignas.

Que Mancilla es un tirano, ignorante del arbitraje, déspota, etcétera, no es noticia nueva. Que Carlitos González y Francisco Ramírez están más ocupados peleando entre ellos, que trabajando en la capacitación de los árbitros, lo sabemos desde 1969. El nuevo villano, que tomó el lugar de otro nefasto (Gonzalo González) como responsable de los silbantes de Liga de Ascenso, Mauricio Morales, es la “sorpresa” de esta novela. Lo que no es sorpresa, es que Morales tenga atravesados a todos sus subordinados. Es un tipo de muy baja calidad moral, carente de numerosas virtudes personales y que ha construido su pequeño feudalismo en la dimensión desconocidad de la Liga de Ascenso.

Detonantes de esta crisis hay varios; muchos ya los han leído en las redes sociales o navegando por sus sitios informativos preferidos, así que vamos a lo verdaderamente importante: Los árbitros profesionales de México están cansados del manoseo, de las faltas de respeto, de las imposiciones, de los gastos obligatorios, de las mudanzas ridículas. Se acordaron que tienen huevos y están dispuestos a demostrarlo (bien clarito escribí demostrarlo, no mostrarlos).

Si estás leyendo esta columna, es porque considero que, de una u otra manera, los árbitros van ganando en  este trance. La cabeza de Mauricio Morales es el primer punto del pliego petitorio; la mudanza a Toluca le sigue de cerca; salario fijo para los árbitros de Ascenso y viáticos dignos va en el grupo puntero, mientras que el resto de las cabezas de Mancilla, González, Ramírez, y hasta de Óscar Trejo, completan la lista.

Se menciona que los árbitros piden respeto, trato digno, mejores condiciones, tranquilidad laboral y otros “intangibles”, pero no piensan dar su brazo a torcer a menos que haya acciones que respalden las promesas que les puedan hacer Compeán y de María. En pocas palabras, si no corre la sangre de uno o varios tiranos, o se firmen documentos incorruptibles que supongan un triunfo de los silbantes, estaremos en la víspera del mayor triunfo “sindical” del deporte profesional en nuestro país, porque van a parar la Liga.

Mi pronóstico: Van a salir ganando en las negociaciones los árbitros, habrá jornada completa el fin de semana y en muy poco tiempo habrá una sacudida real en la Comisión de Arbitraje. Léase que por fin se irá Mancilla del puesto que nunca debió haber ocupado.

miércoles, 2 de julio de 2014

Busacca, el tirano del silbato

Cuando los más jóvenes de la jungla futbolera creíamos que no habría un Mundial peor arbitrado que el de Corea-Japón 2002, nos llevamos la ingrata sorpresa de que Brasil 2014 se ha convertido en la mayor vergüenza para el gremio desde que tengo memoria (les puedo contar con algo de nostalgia, que tengo bien presentes los Mundiales de 1990 a la fecha).

Las críticas al arbitraje de este Mundial se han centrado en jugadas específicas, la mayoría de apreciación, pero este asunto va un mucho más allá de penales mal señalados y fueras de juego equivocados que han arrebatado o concedido goles de manera incorrecta.

El arbitraje en Brasil ha sufrido una modificación drástica, responsabilidad absoluta de una sola persona, que ha tirado por la borda una carrera dentro de la cancha que fue ejemplar y exitosa. Massimo Busacca, suizo de nacimiento con nombre italiano, Director del Arbitraje de FIFA, ha logrado en menos de un año, modificar tantos conceptos de las reglas de juego, que contrastan con las eternas deliberaciones de los miembros del International Board, los ÚNICOS autorizados para hacer modificaciones al reglamento. El Mundial Sub17 de noviembre pasado fue una muestra de lo que venía, y no lo vimos (saludos a mi buen amigo colombiano del que robé esta frase).

Les pido que nuevamente nos olvidemos del penal de Nishimura, de los fuera de juego de Clavijo o del otro penal de Proenca. Las jugadas de apreciación seguirán produciendo errores y críticas, es inherente al futbol y debemos aceptarlo. Lo que no es posible aceptar, es que conceptos tan universales como la neutralidad, sean cosa de burla; que el juego brusco ha desaparecido del criterio arbitral, dando paso a la brutalidad como motivo de amonestación, y que otros lineamientos tan sencillos como el uso de espinilleras, sean pasados por alto sin ningún problema (¿verdad, Thomas Müller?). Pero una de las nuevas ideas del tirano Busacca, la permisividad a las simulaciones, nos tiene a todos con los pelos de punta.

Le puedo dar un premio al que me diga cuántos jugadores han sido amonestados por fingir una falta. Según mis cuentas, sin haber visto todos los partidos y confiando en lo que leo y me acuerdo, no ha habido NINGUNA. Los jugadores han tomado el terreno de juego como balneario. Los malditos hubieras aparecen nuevamente, y si Robben hubiera visto la amarilla cuando se tiró en una barrida de Layún, tal vez no lo hubiese intentado otra vez. No lo sabremos nunca, pero el error no fue del árbitro portugués, fue de su senséi suizo, que les ha prohibido literalmente castigar a los piscineros.

El tema de árbitros europeos dirigiendo partidos con equipos de la UEFA contra otras confederaciones es terrorífico. Hay 25 equipos arbitrales en Brasil, me parece que son ocho los europeos, así que me pregunto si no hay suficientes silbantes para estos juegos. Pero creo que la pregunta sería más en torno si a Busacca le enseñaron geografía en la escuela, y más importante, civismo y neutralidad.

En el partido entre Francia y Nigeria, un galo le rompió la pierna en tres pedazos a un africano. Fue castigado severamente con una tarjeta amarilla. ¿Y qué dijo FIFA? Que el árbitro ya había decidido, que no podían actuar de oficio. Si Busacca es el autor intelectual de estas atrocidades, Blatter y su pandilla son los patrocinadores de la barbarie. El árbitro es simplemente un sicario al servicio del capo suizo.

El arbitraje mundial está de luto. Han hecho de las reglas básicas del juego una tierra sin ley. El nuevo terrorista del silbato tiene nombre y apellido: Massimo Busacca.


Colofón: Perdón Mancilla, estás a años luz de este tirano, y éste sí fue árbitro.