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lunes, 26 de marzo de 2012

Máscara contra silbato

La expulsión de Félix Borja, delantero del Pachuca, en el juego que perdió su equipo en Chiapas contra los Jaguares al inicio de esta jornada 12, abrió una añeja discusión acerca de la prohibición de festejos excesivos, como los cataloga FIFA en las Reglas del Juego.
Cuando iniciaba el último tercio del segundo tiempo en Tuxtla, el delantero ecuatoriano prendió de volea un servicio que batió al arquero jaguar. Era el empate momentáneo a dos goles, y como es costumbre en este jugador, tomó una máscara que llevaba escondida consigo, se la colocó en el rostro, y nos regaló un baile tan desafortunado, que por sí solo debería ser de amonestación. Como la regla no contempla sanciones por celebrar feo, pero sí por utilizar una máscara o artículo similar para cubrirse la cara, Toño Pérez le mostró el cartón amarillo.
Este asunto no hubiese pasado a mayores, si no es que Borja comete una falta de amonestación al minuto 90, y se tiene que ir a bañar antes del silbatazo final. La expulsión no determinó en nada el marcador, los locales habían hecho la hombrada de ganar un partido jugando con 10 desde el minuto 2 por la tarjeta roja a Noriega, pero sí reavivó la llama de los futboleros del país, empezando por los comentaristas de la transmisión televisiva, que argumentaban falta de criterio en la aplicación de las sanciones por festejos indebidos.
En este momento vale la pena detenernos un poco y hacer una reflexión un poco más profunda. Si se pudieran clasificar las Reglas del Juego por tipos, existen aquéllas que no permiten interpretaciones ni aplicación de criterios, y otras que se basan exactamente en interpretaciones y criterios. Sancionar una jugada de “mano deliberada” es puro criterio e interpretación; el árbitro deberá evaluar un montón de factores para decidir si silba o deja seguir las acciones. En cambio, si el documento Interpretación de las Reglas de Juego que publica FIFA en su sitio de internet, dice textualmente que “se deberá amonestar a un jugador si se cubre la cabeza o cara con una máscara o artículo similar”, el radio de acción del silbante es harto limitado. Borja se cubrió el rostro con una máscara azul de luchador y fue amonestado.
A partir de la explicación anterior, quedan entonces en al aire algunas preguntas. ¿De quién proviene la supuesta falta de criterio al sancionar los festejos de los jugadores? ¿De los árbitros? Definitivamente no lo creo. Ellos tienen un manual que les indica cómo proceder en el terreno de juego. Si en este documento se obliga a tener banderines de cierto tamaño y otras características en cada esquina del campo, no pueden dejar a criterio si juegan con tres, dos o ninguno. Igual sucede con los festejos que se cubren el rostro con una máscara o con la camiseta de juego. Si no es culpa de los árbitros esta interpretación del reglamento, entonces de quién es. La respuesta es simple. Existe un organismo bastante descontextualizado del futbol de la actualidad, que se llama International Board (IB). Ellos son los que deciden.
El IB lo conforman cinco entidades. Cuatro de ellas representan a las federaciones nacionales de la Gran Bretaña, es decir, Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales. La otra es la FIFA. Este organismo fue fundado en 1863, pero parece que siguen en ese año. El “Consejo de Ancianos”, porque además los miembros son personas de edad muy avanzada, no ha tenido la visión para modernizarse, especialmente la parte británica, que parece que se encuentra inmersa en una dinámica del precámbrico de la historia del futbol.
Por estos motivos, me parece que es una falta seria criticar a los silbantes por sancionar una regla que se escapa de sus posibilidades de interpretar. Lo mismo sucedió el torneo anterior, cuando Duvier Riascos, entonces jugando para Puebla, recibió su invitación adelantada a las regaderas, tras despojarse de la camiseta al anotar un gol, con una amonestación previa a cuestas. Recuerdo claramente el rostro del árbitro, Paul Delgadillo, que mostraba hasta un cierto pesar por esta sanción, pero si la dejaba pasar, el que se iba suspendido era él, y no el jugador.
Si deseamos elaborar una lista de responsables, en primer lugar se encuentra el jugador; y en este caso de Félix Borja con mayor razón, porque es recurrente su modo de festejar con máscaras, a sabiendas de que se llevará una amonestación todas y cada una de las veces que lo haga. El segundo mayor responsable es el International Board, que es quien dictaminó esta regla. Personalmente estoy a favor de los festejos coloridos, innovadores, creativos y divertidos, siempre y cuando no representen una burla o una pérdida grosera de tiempo. Y si buscamos quien complete el podio, ahí están los cuerpos técnicos y directivas, que bien podrían dedicar un poco del tiempo de la semana para capacitar a sus jugadores en temas reglamentarios, que buena falta les hace.
Nuestros árbitros mexicanos se llevan cada semana una muy buena cantidad de críticas por sus actuaciones erróneas, especialmente cuando de aplicar criterios e interpretar se trata, pero si las sanciones vienen de desconocimientos del reglamento, o peor aún, de negligencia del jugador por cometer actos sancionables antireglamentarios, me parece que es momento de darle una buena a los silbantes, o por lo menos no caerles a palos sin razón.

Colofón
Después de ver las carnicerías descaradas de los trinitarios y hondureños sobre los chavos de la Sub23, ante la complacencia absurda y denigrante de los árbitros de Concacaf, me doy cuenta por qué, aun con las tropelías que cometen cada semana tipos como Zanjuampa, Gasso y compañía, el arbitraje mexicano sigue siendo de lo mejor del mundo.

Colofón especial

A los amigos de delapatada.com les agradezco infinitamente su confianza para permitirme participar en ese extraordinario proyecto. A partir de esta semana estaré publicando también en este nuevo sitio, ojalá puedan pasar a verlo, es un proyecto desarrollado en Jalisco, con talento local, que les va a gustar.

lunes, 19 de marzo de 2012

La piedra filosofal

La oportunidad de ver en vivo al mejor árbitro de México un día, y al peor al siguiente, no se podía desaprovechar. Así fue que ahí me tuvieron en el Tres de Marzo el viernes anterior para ver a Francisco Chacón dirigir el juego entre Tecos y Morelia, y el sábado en el Jalisco, para observar una más de las demostraciones de Antony Zanjuampa, en el partido que disputaron Atlas y Jaguares (no necesito definir quién es el mejor y el peor ¿verdad?).
Ver y analizar un juego de futbol en el estadio, en este caso el trabajo de los árbitros, sin repeticiones, narraciones, comentarios y anuncios, es enriquecedor. Se puede sentir el pulso de la tribuna, se observa todo el terreno de juego y es posible detectar movimientos, tácticas y otros detalles, que el cuadrito electrónico no permite. En el caso de los árbitros, se le puede tener en constante vigilancia para ver sus cambios de ritmo, las lecturas del juego y la interacción que tiene con su equipo arbitral y con los jugadores.
Por orden del calendario vayamos al Estadio Tres de Marzo primero. Aunque esta vez no hubo besos de Chacón para las chicas de la tribuna, sí exhibió toda la jerarquía y dominio que ha ganado en los últimos años. Cuando un árbitro señala menos de 15 faltas en un partido, si en contadas ocasiones los jugadores intentan siquiera comentarle algo que no les parece, si coloca las barreras a distancia sin necesidad de pintar rayitas en el césped, si señala un penal con expulsión y no es obligado a esconderse en una esquina porque su temple y determinación lo hacen inmune a las presiones, nos damos cuenta por qué Francisco Chacón es un árbitro de otra categoría. Y atención, no fue el mejor partido que le he visto a Chacón en vivo o en televisión, pero su nivel es tan alto, que hasta en sus días flojos está por encima de sus colegas de esta liga.
Como no todo es miel sobre hojuelas, el sábado hubo que atender la segunda parte de este ejercicio de análisis con mucha apertura de mente y sin prejuicios. No sería justo llegar al Estadio Jalisco y esperar que el arbitraje fuera igual al de la noche anterior en Zapopan, así que la oportunidad estaba puesta para que Zanjuampa hiciera algo extraordinario y echara por la borda la idea que tuve desde que supe que tendría esta oportunidad en la jornada 11. Desafortunadamente para él, mi teoría se mantiene firme. Él es el peor árbitro de México.
Y otra vez atención, igual que con Chacón, éste no fue el peor partido de Antony. No fue el peor en cuestión de tomar decisiones erróneas que determinaran el marcador, o que permitiera violencia y descontrol en el terreno, pero en vivo se notan todas las carencias que lo ponen, cada que dirige, en el borde del precipicio. Esta vez tuvo suerte, estuvo bien acompañado en las bandas y al final el marcador fue justo y su labor no tiene manchas visibles.
Se le nota una permanente inseguridad a Zanjuampa. Los silbtazos que emite al sancionar una falta no tienen modulación. Una falta cualquiera la silba como si fuera penal de último minuto, con gran fuerza y haciendo aspavientos. En lugar de poner alerta a los jugadores y mostrarles que los está vigilando, los cansa con tanto ruido sin sentido. En cambio, cuando sí fue absolutamente necesario silbar con toda la fuerza y mostrar una gran dosis de autoridad, no lo supo hacer.
En la expulsión del atlista Erpen a la mitad del segundo tiempo, estuvo a punto de suceder una desgracia. La plancha artera que le da el defensor rojinegro al jugador chiapaneco se le iba a escapar a este señor. Ya había volteado a donde se dirigía el balón y estaba por comenzar su carrera, cuando por arte de magia, silbó más a fuerza que de ganas y le mostró la tarjeta roja al atlista. Estaba a menos de cuatro metros de la acción y no la juzgó bien, increíble. Para su fortuna, en la banda más cercana tenía a Marvin Torrentera y como cuarto árbitro a Erim Ramírez, que sin duda, alguno de ellos fue quien le dijo qué hacer.
Otro detalle significativo es su modo de encarar el juego. Siempre está a 500 revoluciones más que el partido. Si un equipo sale jugando desde su área, sin presión del rival, este árbitro corre de un lado a otro en sprint, aceleradísimo, demostrando muy poco dominio de la técnica y mucha inseguridad. Parece que está nervioso todo el tiempo, es más, quitemos el parece, entra nervioso al estadio dos horas antes, porque en el fondo, él mismo sabe que NO es árbitro de Primera División. Así no se puede.
La principal diferencia que pude encontrar entre Francisco Chacón y Antony Zanjuampa (discúlpame Paco por poner tu nombre en el mismo renglón que el de Antony), es que uno sabe que es el mejor árbitro de México y el otro ni siquiera se cree árbitro de Primera División. Y para no cometer estas faltas de respeto de mezclar a los buenos con los demás, de ahora en adelante el árbitro del juego entre Atlas y Jaguares es bautizado como Lord Voldemort, aquel brujo que no debe ser nombrado en la saga de Harry Potter.

Colofón
Qué horrible trabajo el de Fabricio Morales en el juego Gallos vs Guadalajara. Tiene tan poca autoridad y jerarquía que pudo haber amonestado a otros 10 jugadores y no le hubieran hecho caso en nada. Tan fácil que estuvo el codazo de Isaac Romo a Ramírez en el primer tiempo, para que le mostrara a los futbolistas que no les seguiría permitiendo sus indisciplinas, pero nada de nada. Lo que era una tarjeta roja determinante para agarrar el control del juego, se convirtió en una amarilla intrascendente.

TA S

lunes, 12 de marzo de 2012

Los "banderas"

El arbitraje de futbol ha sido una profesión menospreciada a lo largo de los años. Es vista casi como un mal necesario, porque las reglas del juego exigen una figura de autoridad dentro del terreno, pero en la práctica, son los jueces los que menos ganan, a los que más se ataca y los que menos preparación reciben. Y como dicen los viejos sabios, “hasta en los perros hay razas”, así se ve la especialidad del árbitro asistente, en comparación con la del “central”, pero la importancia de un buen auxiliar es invaluable cuando aporta en una correcta decisión, o determinante, cuando su juicio es erróneo.
La figura del árbitro asistente siempre ha existido, aunque anteriormente no era una especialización. Todos los jueces podían ser centrales o “abanderados”; de esta manera puede ser posible ver una fotografía en la que aparece, por ejemplo, Edgardo Codesal fungiendo como asistente de Antonio R. Márquez en un Clásico Nacional, en algún momento de la década de los ochenta.
A partir de los últimos diez años del siglo anterior, empezó la separación entre árbitros y árbitros asistentes. Algunos colegiados, en virtud de que sus capacidades no eran las adecuadas para dirigir con el silbato un encuentro de futbol, encontraron en la banda un área de oportunidad. Todavía en los inicios de este siglo, algunos silbantes que probaron las mieles de la Primera División como jueces principales, tuvieron que optar por la bandera para mantenerse en la categoría, e incluso en la profesión. Los ejemplos de mayor éxito son los de José Luis Camargo, Juan Joel Rangel y Carlos Ayala, que con varias actuaciones como árbitros centrales, tuvieron que optar por ser asistentes o retirarse. Otro caso de un árbitro que tuvo que inclinarse por la bandera, tras ser árbitro en la anterior Primera A, es el de Jesús Sevilla.
De la misma manera en que malos centrales se hicieron excelentes asistentes, están las historias de buenos asistentes que tomaron este camino desde la Segunda División, por lo menos, si no es que desde Tercera. Marvin Torrentera, Alberto Morín, Salvador Rodríguez Gorrocino, Marcos Quintero y el auxiliar sensación de este torneo, el jalisciense Víctor Barreto, decidieron tomar el camino de la asistencia para alcanzar su meta de la Primera División.
En los últimos dos Mundiales, México ha aportado cinco árbitros asistentes. Francisco Ramírez y José Luis Camargo en Alemania 2006, mientras que en Sudáfrica 2010 repitió Camargo, más Alberto Morín y Marvin Torrentera. Sus actuaciones, como parte de los equipos arbitrales de Armando Archundia y Marco Rodríguez, fueron muy buenas, lo que refrenda la teoría de que si México tiene fama de generar excelentes silbantes, sus asistentes son los mejores del planeta.
Todo este tema de los árbitros asistentes viene a consideración por el hecho de que Carlos Ayala, ése que alguna vez tuvo que elegir entre la bandera y el retiro, tomó la decisión más importante de la jornada anterior, y probablemente lo que va del Clausura 2012. Él fue el artífice de que la agresión absurda de Néstor Araujo sobre Erick Torres, al minuto 95 del juego entre Chivas y Cruz Azul, se castigara con tiro penal y expulsión para el celeste.
Carlos Ayala ha mantenido un nivel altísimo durante al menos los últimos cinco años, pero inexplicablemente se le mantuvo apartado de los gafetes internacionales durante todo este tiempo. Ahora ya es muy tarde para él por su edad, incluso está ya cerca del retiro obligado, pero cuando su nivel comenzaba a subir, no recibió la oportunidad que se había ganado en la cancha.
Seguramente se trata de una más de las injusticias que se gestan a diario en la Comisión de Arbitraje, en la que pesan más los intereses personales que la capacidad de los árbitros. Ahora ya es muy tarde para él por su edad. Suena verdaderamente incomprensible, que si los encargados del área técnica de la Comisión son TODOS ex-asistentes internacionales, y lo sean desde hace mucho, no hayan tenido la visión para reconocer el trabajo y merecimientos que hizo Carlos Ayala para portar el gafete de FIFA. Allá ellos.

Colofón
Una vez más, un buen trabajo arbitral en la cancha se tira a la basura en el escritorio. Se necesita mucho coraje (valor, no enojo) para meterle una tarjeta roja a José Sand de Xolos antes del minuto 10, jugando en su cancha, por golpear con el codo en el rostro a un adversario. Pero también es suficiente con muy poco valor, o peor, mucho desconocimiento de la regla, para reportar en el informe arbitral que la causa es juego brusco grave, cuando es imposible, según la interpretación de la Regla 11 que publica FIFA en su sitio de internet, que el juego brusco grave se cometa con otra parte del cuerpo que no sean las piernas. Usar el codo para golpear a un rival es conducta violenta PUNTO. Alfredo Peñaloza, ojalá tus instructores te hagan saber del error, si no, a ver si alguien te platica que lo leyó aquí.


TA S

lunes, 5 de marzo de 2012

La dimensión desconocida

¿Se acuerdan de aquel programa de televisión de los ochentas, que en inglés se llamaba The Twilight Zone? El del teclado estaba en sus años de infancia tardía, pero de vez en vez me escabullía de la jurisdicción paterna para verlo, porque definitivamente no era apto para menores. En la pantalla se contaban historias increíbles, escalofriantes, llenas de suspenso y hasta de un poco de terror, igual a lo que sucede en las canchas mexicanas con sus árbitros cada fin de semana.
Durante la jornada 9 de nuestro torneo nacional, se vivieron varias escenas dignas de este programa que les menciono. Por fortuna divina, no estamos comentando de verdaderas tragedias, que pudieron haber causado las entradas criminales de Lucas Ayala sobre Daniel Arreola (Atlas vs Pachuca); Alfredo Moreno sobre “Chato” Rodríguez (Santos vs San Luis), y Jonathan Lacerda sobre Jesús Sánchez (Puebla vs Chivas).
Es complicado determinar cuál de todas fue la más artera y desleal de las tres, pero lo que sí es fácil es encontrar al único árbitro que tuvo la capacidad suficiente para castigar el hecho como es debido, y ése fue Toño Pérez Durán, que sin clemencia mandó a bañar temprano al “Chango” Moreno por la plancha violentísima que le recetó al “Chato”, durante el juego entre Santos y San Luis.
De las jugadas mencionadas, ahí sí está en chino encontrar alguna que sobresalga. Por las consecuencias, la de Ayala sobre Arreola es la más grave, pues el jugador de los Tuzos tuvo que salir del partido lesionado, y posteriormente hasta cuatro puntos de sutura recibió en el tobillo por la cortada que le provocó la “caricia” del mexico-argentino del Atlas. Otro punto que es lo que merece su entrada a la dimensión desconocida, es la labor del árbitro, Miguel Ayala, que de una manera inexplicable, mostró tarjeta amarilla al atlista, cuando la falta merecía tarjeta roja por conducta violenta. Lamentable decisión.
La patada que le propina Lacerda (que en el nombre lleva su distinción) al “Chapo” Sánchez tampoco tiene nombre. Y lo que sobrepasa la falta de palabras para describir el hecho, es que el árbitro Roberto García Orozco, ni siquiera señalara falta, no se diga tarjeta amarilla por lo menos. El pretexto de que primero juega el balón y después le coloca la suela del zapato en la espinilla, con brutalidad e intención de hacer daño, es una clara muestra de la profunda crisis de criterio y valores que vive el arbitraje mexicano.
De Miguel Ayala ya es costumbre ver decisiones ridículas, como la amonestación a Lucas Ayala, cuando la agresión merecía una escolta a los separos de la Ministerial. Si en la ocasión en que Luis Pérez fracturó a Daley Mena tampoco expulsó, qué le podemos pedir de una jugada en la que no hay una lesión tan “grave” (si a cuatro puntadas se le puede llamar no grave).
Y de Roberto García Orozco lo que se puede decir es que es decepcionante. Es una lástima ver cómo un árbitro que se supone es de los mejores cuatro del país, arrastra su prestigio de la manera en que lo hizo en Puebla el domingo. Lamentablemente, con ese nivel va a dirigir el Preolímpico de finales de marzo, y como el arbitraje de Concacaf es todavía peor que el mexicano actual, ni siquiera se notará. De la cámara húngara que le organizó “Cubo” Torres al final del juego tampoco hay nada bueno que relatar, porque fue absolutamente incapaz de poner orden. Fue una demostración nuevamente de tibieza y falta de compromiso, porque el jalón de pelo de Fabián a Zamora, el recto a la mandíbula de Pineda al mismo Fabián y la camilla humana de Alexandro Álvarez, en la que todos debieron salir con tarjeta roja, al menos Fabián y Pineda, fue patética para la supuesta jerarquía que se ha ganado Roberto.
Y para ponerle la cereza al pastel, sucede que la muestra de cómo proceder ante jugadores violentos, desleales y agresivos, la vino a poner un novato. Debería darle vergüenza a Roberto, que Toño Pérez Durán sí sepa para qué sirve la tarjeta roja, y él no. De Miguel Ayala, ni hablar, va volando a la categoría de los innombrables, donde ya se encuentran Gasso y Zanjuampa.
Esta jornada ha sido de las peores en materia arbitral del torneo, porque adicional a las acciones aquí relatadas, hubo errores graves en otros partidos, especialmente jugadores que se mantuvieron en el campo, cuando debían haber sido expulsados, y otras linduras.
Alguna ocasión recibí una capacitación del doctor Edgardo Codesal, en la que nos presentó el Decálogo del Árbitro. Honestamente no recuerdo de la 2 a la 10 (no se me vaya a sentir Doc, lo que sí recuerdo es la base de todo lo que el espíritu del arbitraje significa, y eso sí se me pegó), pero la primera obligación de un silbante, por sobre todas las cosas, es CUIDAR LA INTEGRIDAD FÍSICA DEL JUGADOR. Es tan sencillo, que resulta verdaderamente inconcebible que los jueces de Primera División no lo apliquen. Por eso, son bienvenidos a la Dimensión Desconocida.

Colofón
Ya no hay manera de seguir protegiendo a Fernando Guerrero. De los últimos tres juegos, en los tres ha tenido una labor perjudicial a algún equipo. El viernes en el trascendental juego entre Tecos y Xolos, invalida de manera muy dudosa lo que pudo haber sido el primer gol de los Estudiantes, pero lo que definitivamente cambia el rumbo del juego, es que no tiene los pantalones para expulsar al fronterizo Noé Maya , cuando comete una falta clarísima de amonestación, que hubiese sido la segunda. 

TA S