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martes, 11 de diciembre de 2012

Querido Santa Nazareno


Llegó esa época del año en la que muchos jugamos a ser niños otra vez. Andamos de fiesta en fiesta, celebrando y despidiendo al año que pasó. Muchos adultos hacemos nuestras cartas de Navidad, aunque sean mentales, y por esto he querido compartir con ustedes mis deseos al Santa Claus, Niño Dios, Papá Noel, o como quieran llamarle, de los árbitros.

“Querido Santa Nazareno, quiero platicarte que este año me porté muy bien, bueno, depende desde qué ángulo lo veas. Algunos muchos te dirán que fui muy mala onda con ellos, que los peleé todo el año y que escribía cosas feas de ellos. Muchos más, en cambio, te podrán contar que se divirtieron con mis textos, que se informaron y que tuvieron un punto de vista diferente de los menesteres arbitrales en México y el mundo. Yo digo que la verdad sí me merezco que me concedas algunos deseos, ojalá me puedas ayudar.

1.- A pesar de que lo he escrito muchas veces, tantas que ya parezco disco rayado, no te pido que Rafael Mancilla deje la Comisión de Arbitraje, me puedo conformar con que se haga de unos buenos asesores, Y LES HAGA CASO.

2.- Ya entrados en el tema de los asesores, aquí sí voy a seguir de necio, y me encantaría que alguna verdadera gloria arbitral mundial viniera a dar unos buenos consejos. Larrionda, Elizondo, Collina o Merk pueden ser una buena opción. Y no nos olvidemos de los nuestros, dale una pizca de humildad a los de la Comisión y que busquen ayuda en Codesal o Archundia.

3.- Uno de mis grandes deseos es ver más árbitros mexicanos de calidad. No podemos estar a expensas de que Marco, Roberto o Chacón carguen con todo, porque al final se descuidan y el nivel baja. Cuida a Paul Delgadillo de las lesiones, no permitas que se le suba a Toño Pérez Durán, consolida a Peñaloza y dale regularidad a Erim, eso estaría de lujo.

4.- En mis deseos globales, te pediría que el primer paso al uso de la tecnología sea exitoso. Que los sistemas de la línea de gol convenzan a la FIFA y al International Board para que traten de adoptar otros elementos de ayuda.

5.- Y para mí, te pediría el uniforme nuevo que están utilizando los árbitros de Champions League. ¡Está de lujo!

Gracias Querido Santa Nazareno por leerme y porque sé que eres tan bueno que me concederás todo, aunque si no lo haces, no importa, yo sé que estás ocupado también con las cartas de todos los demás niños árbitros del mundo, que seguro te están pidiendo deseos más difíciles de conseguir, como mejorar su criterio, dejar la grilla interna, grandes dosis de humildad y otros regalitos.”

Estimados lectores, la próxima vez que no leamos en algunas pocas semanas, será muy pronto para saber si Santa me concedió mis deseos, pero tengan la certeza de que si no lo hace, se lo haré saber el próximo año. ¡Felices Fiestas!

martes, 4 de diciembre de 2012

Propuesta para clasificar árbitros


Han terminado los dos torneos estelares de la Liga mX, con los campeonatos obtenidos por La Piedad y Tijuana, que nuevamente se han visto manchados por decisiones arbitrales, en medida superlativa por lo que sucedió en el Juan N. López de La Piedad. La definición del campeón del Apertura 2012 en la Liga de Ascenso tuvo tintes dramáticos, por la avergonzante actuación de Carlos Martínez Soto, al entregar uno de los peores trabajos de la historia en fases definitorias de los que tengamos memoria.

Hace unos torneos esto no sucedía, ya que eran árbitros de Primera División los que dirigían estos encuentros, pero una nueva política de la Comisión cambió esto, para que fueran árbitros de la categoría los que actuaran. Ha demostrado ser una postura equivocada, que se debe revisar inmediatamente.

Francisco Chacón y su equipo tuvieron un poco más de fortuna en Toluca, aunque queda la mancha a la actuación del guanajuatense por no sancionar la falta de Gandolfi sobre Sinha con tarjeta roja; vaya, ni la infracción señaló. Aunque es una decisión muy importante, jugar con un hombre de más o de menos ha dejado de ser tan trascendente por los nuevos sistemas de juego, así que no es un motivo por el cual se pueda decir que Tijuana fue campeón sin merecerlo. La nota sobresaliente se la lleva Salvador Rodríguez Gorrocino, árbitro asistente número dos, que juzga perfectamente las dos jugadas de los goles visitantes, en las que se pedía fuera de juego que nunca existe.

Con respecto a la Liga de Ascenso, la Comisión que pretende dirigir Rafael Mancilla debe considerar seriamente unos cambios en su clasificación de los árbitros. La gran mayoría de los países del mundo no distingue de manera tajante entre sus árbitros de Primera y Segunda, y es común ver árbitros con gafete de FIFA dirigir encuentros de categorías secundarias, y de la misma manera, novatos que eventualmente reciben oportunidades de arbitrar en las ligas principales de sus países.

Propongo que en México se debería de adoptar una clasificación flexible, en la que los árbitros destacados del Ascenso sean promovidos a la Primera División, pero sin dejar de ser elegibles para la categoría inferior. De esta manera, sus procesos de incorporación al máximo circuito serían más estructurados, menos vertiginosos y podrían llevar la experiencia adquirida con los “grandes”, al momento de dirigir a “los de abajo”.

Para ser más claros, un árbitro que ha sido premiado con la categoría de Primera División, debería permanecer elegible para el Ascenso al menos durante cuatro torneos, es decir dos años, y apoyar en partidos importantes de la campaña regular y en juegos de Liguilla.

Las últimas promociones de silbantes han sido otorgadas a Arturo Ramos Palazuelos, Óscar Macías Romo, Luis Enrique Santander y Víctor Bisguerra Mendiola, que de una manera mucho más efectiva hubieran podido resolver los juegos de esta Final que dejó un campeón de Ascenso con una gran mancha. También se podrían elegir árbitros que hayan demostrado un nivel regular en Primera, pero que podrían dirigir con mayor decoro en Segunda, como Miguel Ángel Ayala, Miguel Chacón, Fernando Guerrero y hasta Miguel Ortega. De Voldemort Zanjuampa ni hablamos, porque ni en Tercera lo haría bien.

La brecha del nivel futbolístico entre Primera División y Ascenso se ha estrechado. Muchos equipos buscan la categoría principal con planteles muy bien armados, con entrenadores de experiencia y mejores presupuestos que hace algunos años. Aunque el nivel técnico de los jugadores sigue un pasito abajo, la dificultad de un partido de la extinta Primera A es prácticamente igual al de la Primera División. Por otro lado, el nivel técnico, de experiencia y capacitación de los árbitros del Ascenso, es notablemente inferior al de sus colegas de la planta alta, y no es apto, en una buena cantidad de ocasiones, a la exigencia de la categoría que ostentan.

Si Rafael Mancilla y su Comisión se mantienen en la postura de separar árbitros de las categorías principales, seguirán sucediendo episodios tan penosos como los de Jorge Adán Tonix (caso Cuauhtémoc Blanco), Mauricio Martínez (batalla campal Tecos-Dorados) y Carlos Martínez (Final de Vuelta). La solución lógica, de sentido común, es ampliar la baraja y permitir que los silbantes de Segunda tengan refuerzos de Primera para los juegos más complicados. No se trata de frenar carreras de los que aspiran a lo máximo, pero durante este torneo se demostró que dejarlos a la buena de Dios, provoca que esas mismas carreras se acaben de golpe por una mala dirección de los miembros de la Comisión.

Otra vez, se habla más de arbitraje que de los campeones. La Piedad y Dorados fueron salvajamente perjudicados por el arbitraje en la Vuelta, ya que para ambos lados hubo decisiones trascendentes que cambiaron el rumbo del juego.

Nuevamente, aunque sin la menor esperanza de que nadie haga nada, pido que Rafael Mancilla demuestre un poco de dignidad y haga algo verdaderamente trascendente por el futbol mexicano: Que renuncie, y deje que alguien que sepa intente rescatar del abismo a nuestro vilipendiado arbitraje, o por lo menos que se rodee de personas con capacidad para instruir y capacitar, no como los González, los Trejo o los Gasso.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Los mejores cuatro


En esta Liguilla del primer torneo de la Liga mX, hay una coincidencia muy agradable entre equipos y árbitros: Los mejores cuatro están en la lucha por el máximo logro. Hablando de los equipos, no es solamente por su posición en la tabla, sino que también son los que mayores argumentos futbolísticos expusieron en la temporada regular y los cuartos de final. Con los árbitros es menos complicado clasificarlos, ya que tres de ellos, Rodríguez, García y Chacón, han demostrado ser los mejores desde hace ya algunos años. El cuarto en discordia normalmente ha sido uno diferente; el torneo anterior fue Erim Ramírez, antes de él, Paul Delgadillo se unía al póquer de ases, y en este Apertura 2012 tocó la distinción al chico maravilla, Antonio Pérez Durán.

Hay algunas similitudes entre los cuatro árbitros y los equipos. Está el ordenado, cadencioso, efectivo y discreto; el espectacular, agresivo y alegre; el que viene en gran ascenso desde su aparición en Primera División hace poco, y el polémico, el que está en boca de todos e igual de peligroso y candidato serio al título.

El orden de los árbitros en un escalafón no necesariamente sería proporcional al de los equipos. En el último párrafo confirmo qué árbitro coincide con cada equipo, pero espero que antes de llegar a eso lo puedan intuir.

¿Quién va a ganar la carrera hasta la Final? Seguramente será el que mejor trabaje en su juego de semifinales, aunque no es regla, especialmente con los designios misteriosos de la Comisión de Arbitraje. La lógica indica que el boleto se lo pelean entre los tres FIFA, dejando a Toño Pérez atrás, aunque todo puede pasar.

Existe la posibilidad de que Marco Rodríguez tenga que ausentarse de México en la lucha por el título por su participación en el Mundial de Clubes, aunque habrá que confirmar su itinerario. Si se da el caso, y no hay sorpresas en las semifinales, Chacón y García estarán en los dos juegos finales. Haciendo una comparación, si cabe, entre los favoritos al título entre los equipos, Toluca y León serían los finalistas, que coincide con lo escrito al principio de este párrafo con respecto a los silbantes.

Los juegos de ida los dirigen Pérez Durán (América-Toluca) y Paco Chacón (León-Tijuana). Doy por hecho que Marco y Roberto van a las vueltas, porque no hay de otra. García debería dirigir en Toluca en domingo al mediodía para evitar una vuelta consecutiva a Tijuana, lo que deja a Chiquimarco en la frontera para el duelo entre canes y felinos. Son designaciones lógicas, en el papel acertadas, y con menor riesgo en el margen de error. Lo único ilógico de todo esto es que Pérez Durán no haya sido considerado para portar gafete internacional en 2013, y sí se lo hayan entregado a Jorge Rojas, pero eso es harina de otro costal.

La respuesta a qué árbitro “emparento” con qué equipo es la siguiente: Roberto García Orozco con Toluca, por su sobriedad, experiencia y efectividad; Jorge Pérez Durán con Tijuana, por su rápido crecimiento y adaptación a la máxima categoría en poco tiempo; Francisco Chacón con León, porque disfruta el juego, se entrega y es el árbitro que más sonríe en la Primera División, y Marco Rodríguez, el polémico, el poderoso y más famoso, no podría ser otro que el América. Estos cuatro se juegan el pase a la final, al igual que los equipos. Con la esperanza de que haya justicia deportiva, esperamos unas semifinales espectaculares y bien dirigidas.

martes, 13 de noviembre de 2012

Ahora son 13 para la Liguilla


Dice el dicho que a las mujeres no hay que entenderlas; simplemente amarlas. A la Comisión de Arbitraje de México le podríamos hacer una pequeña modificación que dijera así: “A la Comisión no hay que entenderla, simplemente odiarla”.

La perorata de que Rafael Mancilla y su lista de secuaces, que cada vez se hace más grande, trabajan de manera misteriosa me está llegando a cansar incluso a mí que tanto la utilizo, pero es que no hay manera de comprender las decisiones que se toman en las oficinas de Avenida del Imán, en el antiguo Centro de Capacitación.

La lista de 13 árbitros que están contemplados para la Liguilla se sale de todo raciocinio. Hace no muchos años, en los tiempos que el arbitraje en México era mucho menos caótico que ahora, al igual que los equipos, sólo ocho silbantes se colaban a las finales.

La división era muy simple, ya que los mejores cuatro se iban directo a las vueltas de cuartos de final, y los restantes a las idas. De esos juegos, los mejores cuatro avanzaban de ronda, y así sucesivamente hasta la Final. ¡Qué tiempos aquéllos!

El torneo pasado, se utilizaron 12 árbitros en las instancias finales. Cuatro de esos 12, sólo actuaron como cuartos árbitros. Los otros ocho se pelearon los avances de ronda, pero como todo el asunto estaba amañado para que Mauricio Morales y Roberto García dirigieran la Final, todo lo demás fue una pequeña farsa.

No contentos con premiar a cuatro árbitros del montón para que siguieran cobrando como edecanes de lujo, en este Apertura 2012 se añadió uno más a la lista. Así, ya ni las matemáticas salen y el “sistema de competencia” se vuelve todavía más ridículo que el de los equipos para calificar. La baraja arbitral es de 20 elementos, de los cuales avanzó a la Liguilla casi el 70 por ciento. 13 de 20 es una verdadera vacilada.

¿Qué esperamos en esta Liguilla? Pues lo mismo de todo el torneo. Penales no sancionados que sí eran; penales marcados que nuca fueron; patadas de tarjeta roja dejadas en amarilla; reclamos e insultos de jugadores y técnicos sin castigo, más la larga lista de etcéteras que vimos en las 17 fechas del torneo regular.

En este cierre de campeonato no se vislumbra un silbante que haya destacado del resto. Marco Rodríguez hizo una mejor segunda parte de torneo, pero sigue por debajo de su nivel. Roberto García y Francisco Chacón no están a la altura de su estatus ganado últimamente, y del resto tampoco hay mucho más de qué hablar. Tal vez Miguel Ángel Flores sea el que en mejor momento esté, pero su nombre no pesa nada en la Comisión.

Erim Ramírez, futuro FIFA, se vino abajo; Peñaloza, Fabricio Morales y Arellano, los otros internacionales, dan dos de cal por media de arena, y entre los nacionales con mayor futuro, está Toño Pérez Durán, aunque la inexperiencia juega en su contra. Ayala, Santander, Macías y Fernando Guerrero, que dirigió lesionado el Cruz Azul-Monterrey, calentarán la banca seguramente, sin mayores pretensiones más que cobrar un poco más para completar el aguinaldo.

La estructura arbitral mexicana está a punto de tocar el fondo del mar. Una mala Liguilla, como la que se espera, podría ser el punto en el que se consuma este destino que todos vemos, salvo sus dirigentes, así que, visto desde una perspectiva positiva, a partir de enero debería levantar. Por lo pronto, a rogar para que el campeón de este primer torneo de Liga mX sea justo, sin un escándalo arbitral de por medio.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El momento justo del adiós


Una de las preguntas más difíciles de contestarse uno mismo, es cuándo retirarse de su actividad preferida o primordial. Como en todo tipo de decisión trascendente de vida, hay varias opciones. No es lo mismo retirarse del mundo laboral que consideramos normal, que dejar una actividad deportiva, o en este caso que vamos a tratar, del arbitraje, del que Mauricio Morales puso punto final a su carrera dentro de las canchas.

En el caso de los árbitros de futbol, hay un momento que marca su retiro, quieran o no; estén en condiciones físicas aptas o no; hayan sido los mejores de la historia de su país o uno más del montón, y ese momento llega el año en que cumplen 45. A esa edad, FIFA les quita la elegibilidad para portar el gafete internacional, y por lo menos en el caso de México, es el momento de ponerle fin a la carrera. Otros países, como Inglaterra, permiten a sus silbantes mantenerse hasta que el físico se los impida.

Son pocos los privilegiados que pueden hacer “toda la ruta”. Aunque también existen los casos en que las circunstancias permiten a un árbitro seguir activo en su año 45, pese a ya no estar en condiciones óptimas. Y éste fue el caso de Mauricio Morales Ovalle.

Las bondades de una Comisión de Arbitraje que funciona de maneras misteriosas en México, le permitió a Morales tener una muy notoria e inmerecida “Gira del Adiós” en el Clausura 2012. Arbitró todas las jornadas prácticamente, todos los Clásicos importantes, y pese a tener actuaciones bastante cuestionables antes y durante de la Liguilla, se coló hasta la Final.

Para un árbitro que había tenido pocas oportunidades importantes a escala internacional, una Final de campeonato local era el marco perfecto para colgar el silbato en lo más alto. Merecida o no, la vitrina de un juego por el título, en este caso el de ida, es el sueño de muchos árbitros. Recientemente, Armando Archundia, y algunos años antes, Eduardo Brizio, dijeron adiós en juegos grandes. Armando también tuvo su gira de despedida después de regresar de Sudáfrica, lo hizo ya en declive de su nivel arbitral, pero no tan notorio como el de Morales. El de Lalo Brizio ha sido tal vez el último retiro digno del arbitraje mexicano, en el que también enrollaron la bandera por última vez Miguel Ramos Rizo y Alfonso Alcalá.

Mauricio Morales tuvo la gran oportunidad de irse a lo grande de la liga mexicana, pero pudo más la ambición, el temor, la nostalgia o qué sé yo, para estirar el tiempo al máximo. Los estragos en su cuerpo de la edad y su capacidad arbitral en franco descenso, lo obligaron a tener su último partido oficial en un deslucido juego de fase regular, que nadie recordará, al contrario de como hubiese sucedido con el Monterrey vs Santos del pasado verano.

Hay ejemplos de grandes árbitros que no esperaron a cumplir 45 años para salir por la puerta grande. Edgardo Codesal se retiró tras la Final de Italia 1990, apenas con 39 años, pues según él mismo declaró, después de un Mundial no hay mucho más qué hacer. Incluso, el mismo Codesal pensó que Inglaterra vs Camerún de los Cuartos de Final había sido su último partido, y aún tengo grabado en la memoria su gesto de alegría y satisfacción, cuando silbó el final de ese gran juego. La vida le tenía preparada una recompensa con la Final de ese Mundial.

Horacio Elizondo, el argentino que dirigió la Final de Alemania 2006, es otro que puede presumir un retiro espectacular, en lo más alto del mundo arbitral global. Aún le quedaban 2 años como internacional, pero decidió mantener la imagen del árbitro de hierro que expulsó a Zidane sin contemplaciones y además fue el que abrió y cerró ese Mundial en tierras germanas.

No se trata de comparar a Morales con Codesal y Elizondo, pero sí la manera, independientemente si fue una Final de Mundial o de campeonato nacional, en la que unos optaron por dejar el arbitraje en la cúspide, y otro en la olvidable fecha 13 del Torneo de Apertura 2012.

Dejar el arbitraje significa un duro golpe para quien lo recibe. Ya sea a los 45 años o a los 29; en Segunda División o como árbitro FIFA; en una Final o en un juego de fase regular, colgar el silbato es muy difícil. No más viajes, no más atención de todos, no más glamour ni fama. El poder se esfuma y los reflectores se apagan.

Para los que tuvieron la oportunidad de decidir cómo y cuándo, hacerlo mal debe ser una carga difícil de llevar. Morales tendrá un último juego internacional, dirigiendo a España en Panamá. Es un marco más que digno, con el mejor equipo del mundo, pero en las estadísticas que se consultarán en 10 ó 20 años, su retiro oficial en México habrá sido en un Cruz Azul-Querétaro de fase regular, y no en un Monterrey-Santos de la Final. Hay una gran diferencia.

martes, 30 de octubre de 2012

Las malditas manos


Una de las evoluciones más complejas que han tenido las Reglas de Juego en los últimos años, ha sido la que habla sobre la deliberación de utilizar la mano (en este caso, toda la extremidad superior) para jugar el balón de manera ilícita.

Antes, si el balón tocaba cualquier parte de la “mano” de un jugador, que no fuera el arquero en su propia área penal, se sancionaba como falta. No importaba si era sin querer queriendo, por un rebote, si caía encima del esférico, o si incluso, como hizo Roberto Baggio en Francia 1998, el balón era pateado deliberadamente hacia la mano del contrario. De hecho, a raíz de esa jugada fue que el Internacional Board inició con este proceso de modificar el criterio para sancionar la deliberación, y no el hecho en sí.

Deliberación significa, estrictamente, “consideración o reflexión sobre un asunto antes de tomar una decisión sobre él” (wordreference.com). Me hubiese gustado tomar la definición de la Real Academia de la Lengua Española, pero como publica en su sitio solamente “acción y efecto de deliberar”, nos vamos a quedar en las mismas.

Aplicado al uso de las manos en el futbol, la deliberación significa algo así como colocar la mano o el brazo en un espacio que eventualmente podría interponerse en el viaje del balón. Esto no lo convierte en intencional, que es más claro de entender. Intencional es hacerlo con el fin exclusivo de jugar el balón con la mano para obtener una ventaja; deliberado es colocar el cuerpo de una manera tal, de que la posibilidad de impedir el paso del esférico aumente. La intencionalidad se produce una vez que conocemos la trayectoria del balón, mientras que la deliberación sucede antes.

¿A qué viene toda esta diatriba de la definición de la palabra deliberación y sus implicaciones futboleras? Pues a lo que sucedió el sábado en Monterrey, en el juego entre Rayados y Santos.

Erim Ramírez, el futuro árbitro FIFA, tuvo dos jugadas muy similares en el área de Santos, una en cada tiempo. Son las típicas acciones en que el defensor hace su cobertura en el extremo para evitar un centro al área, que detiene con la mano.

En la primera, Felipe Baloy barre desesperado ante el arribo del delantero rayado; a pesar de irse deslizando en el suelo, de manera deliberada, levanta el brazo derecho para ocupar un espacio mayor que impida el paso del balón. Logra detener el viaje del esférico con el codo, pero el árbitro interpretó la jugada como lícita, haciendo la seña clara de que el balón fue a la mano sin intención ni deliberación. Espantosa X para Erim.

La segunda acción tiene algunas diferencias con la de Baloy. Primero, el defensor santista está de pie, corriendo hacia su línea de meta. Segundo, el brazo que estira es el izquierdo, y lo hace por detrás de su espalda. El resultado es el mismo. Desvía el centro con la mano, y nuevamente Ramírez avala la acción, e incluso señala hacia la otra área para dar a entender que está juzgando igual que en el primer tiempo. En ese sentido está bien que unifique sus criterios, aunque sean equivocados. Al menos, el primero de manera flagrante, y el segundo muy discutible.

Para fortuna de todos los involucrados en el juego, el marcador favoreció a Monterrey por 3 a 2, pero adentrándonos en el bizarro mundo de los hubiera, un empate del visitante, o hasta el triunfo, se hubiese convertido en un escándalo arbitral. Sólo quedó en anécdota, y en una probable banca para el silbante tapatío.

Los que hemos estado en una cancha de futbol con el silbato en la mano, y también debería ser bastante lógico para los que no, sabemos que no es lo mismo ver las jugadas a nivel de cancha, con obstáculos (otros jugadores), que verlas desde una perspectiva televisada en un ángulo descendente, o con planos que no correspondan a la ubicación de un árbitro o sus asistentes. Sirva esto en descargo del equipo arbitral, que tiene una sola toma y sin repetición.

La solución no es fácil para este tema en particular. La mejor manera de ser más acertados, es con mucha capacitación; horas y horas de video para cubrir todas las posibilidades, pero ni así se garantiza la ausencia de polémica y marcaciones incorrectas. Y con la calidad de los instructores mexicanos, menos.

Lo que sí considero es que no se debe volver a marcar todas las manos como falta, sin importar las circunstancias. De esa manera se producirían más injusticias, que con los errores arbitrales por una mala aplicación del criterio.

martes, 23 de octubre de 2012

Carta al Presidente de la Comisión


Antes de empezar, quiero aclarar que el título original sería “Carta a Rafael Mancilla”, pero luego me dio la impresión que nadie la iba a leer, porque ese nombre no dice nada. Si el Presidente de la Comisión de Arbitraje fuera uno de los ilustres señores de antes, no habría problema, como Arriaga, Garza y Ochoa, Codesal, Yamasaki o hasta Marrufo. Bueno, Aarón Padilla era bien reconocido como “jefe” de los silbantes, pero este señor Mancilla tiene un nivel de impacto tan pobre, que se vendrían abajo las entradas al texto. Dicho lo anterior, comenzamos con la epístola.

“Ahora sí, como nunca antes en la historia del arbitraje mexicano, estamos al borde de un abismo infinito. Esa misma historia, que incluye en sus nombres más ilustres los de grandes glorias del silbato, está a punto de encontrar en ti, Rafa, al hombre que acabó de una vez por todas con la institución arbitral mexicana. Quisiera dirigirme a tu persona de una manera más formal, pero desde tus tiempos anteriores como administrador de la Comisión, en un puesto de alta jerarquía, no te ganaste esa distinción de tus subordinados (léase los árbitros, que se refieren a ti como Rafa), no encuentro un motivo por el que el nuevo nombramiento que recibiste, te haga merecedor de facto que se te hable de Usted.

Tu absoluta falta de capacidad en menesteres arbitrales, junto con la de tus asesores más cercanos e influyentes, ha terminado con la carrera de dos árbitros de Ascenso en apenas dos semanas. Parece que no tuvieras la más remota idea de quién es Cuauhtémoc Blanco, y lo que es capaz de hacer con un árbitro sin pantalones, como la gran mayoría de los que representas.

Primero fue Jorge Adán Tonix, al que en un acto de absoluta falta de respeto por las ilusiones y objetivos de un joven silbante, lo mandaste al matadero de Neza. Recuerda que la culpa no es del indio, sino del que lo hace compadre. Sigo sin entender, cómo fue que aprobaste la designación para ese juego. La humillación que recibió por parte de Blanco, aunada a su propia humillación por la cobardía para expulsarlo, son motivos suficientes para saber que su carrera ha terminado. Pero quiero aclararte que no creo que sea sólo cobardía la de Adán, sino que tus instructores, encabezados por Carlos y Gonzalo González, no les transmiten ese valor que deben tener en el terreno. Las instrucciones son claras, no se metan en problemas, aguanten todo, mancillen su dignidad, y a menos que ya sea absolutamente imposible soportar al jugador, expulsen.

Los árbitros lo interpretan como una orden de no expulsar a toda costa, porque piensan que así se ganarán la siguiente designación, el salario completo por una buena calificación y el favor de los jefes, que no reciben problemas de sus partidos. Maldita mentalidad que le inculcas a los árbitros.

Y si lo de Tonix fue una desgracia, lo de Mauricio Martínez el viernes pasado en Zapopan, debe ser el motivo por el que empieces seriamente a considerar si eres apto para este puesto, o para cualquier otro dentro del futbol profesional de México.

Desde el pasado viernes en la mañana, manifesté vía twitter que se avecinaba un escándalo arbitral en Zapopan. Ni en mis pesadillas más macabras hubiera imaginado lo que verdaderamente pasó, pero era evidente que el arbitraje sería malo. Mandar a un árbitro con 9 partidos en la categoría a dirigirle al segundo y cuarto de la tabla, con Blanco en la cancha, era una apuesta que sabían iban a perder. Y la perdieron Rafa, por goleada.

Ya verdaderamente no importa qué sucedió en la cancha antes de la bronca, durante y después. Ya todos lo hemos visto hasta el cansancio. Tu absurda sumisión y la de tus jueces, a los designios del Comisario todopoderoso, que a su vez es movido directamente por el titiritero mayor (Decio de María), es una burla monumental a las facultades del árbitro, tal como lo establecen las Sagradas Reglas de Juego (sí, con mayúsucula, para ver si entiendes el sacrilegio que cometes al permitir que sean pisoteadas).

Cualquier árbitro con un dedo de frente, con capacidad para pensar por sí mismo, con conocimiento del reglamento y libertad de sus dirigentes para ejercer su autoridad, hubiera terminado el juego de inmediato. Ahora parece que ya no es facultad del silbante determinar la suspensión del juego si Decio no está de acuerdo. ¿Es cierto eso Rafa? ¿Te prestas a destruir la Regla de esa manera? ¿Es tan bueno el sueldo y el poder que tienes para soportar este tipo de humillaciones? Tengo la impresión que esto que te pregunto es ocioso, porque para sentirlo, tendrías que haber sido árbitro, aunque sea de llano, pero no lo fuiste y no tienes ni idea de lo que te estoy hablando.

Evidentemente Mauricio Martínez no se recuperará jamás de este partido. Al igual que Tonix, podrá seguir algunos torneos más, no lo sé, depende mucho de qué tanto estén en la venia de los González (Carlos y Gonzalo), pero sus aspiraciones han terminado. Lo que les han hecho pasar, no se olvida. Uno no se recupera de algo así, y lo puedo afirmar porque tus dos árbitros no van a desarrollar la mentalidad y valor para salir de ésta, ya que fue su propia indecisión y cobardía, promovida por tus instructores, la que los metió en este lío.

Si en algo has aprendido a apreciar el arbitraje; si le tienes cariño o algún sentimiento positivo a tus silbantes, vete ya. En ocasiones como ésta se requiere más valor y determinación para aceptar el fracaso, que para continuar buscando el éxito, que no creo que alcances nunca. Si quieres dejar algún legado, pon TÚ la muestra de dignidad. Si no la tienes, no esperes que los demás la muestren.”

martes, 16 de octubre de 2012

El arbitraje, mal necesario


No, no se rayó el disco. Sí, ya sé que he dado mucha lata con este tema últimamente, pero cuando no es en los campos profesionales, es en un sábado cualquiera de Copa Coca-Cola, que se evidencia una vez más, lo poco que les importa el arbitraje a los organizadores de cualquier competencia futbolística.

Esta ocasión me tocó la oportunidad de acompañar a mi hijo “postizo” a su debut en la XV Copa Coca-Cola, en su etapa estatal en Jalisco. Su equipo de secundaria es una de las 5,000 escuadras que compiten en todo el país por la gloria nacional, y un viaje a la Copa Confederaciones Brasil 2013.

Es muy satisfactorio vivir de cerca los nervios de los chavos que vuelven a un torneo, porque aunque sea su tercera participación, siempre afloran los nervios y esas ganas de patear el balón cuanto antes. Hay algunos que hasta se enferman, pero cuando es momento de ponerse el uniforme y saltar a la cancha, todo se olvida. Es casi como su Copa del Mundo, y así la enfrentan, con responsabilidad, pero también con mucha ilusión y alegría.

En un torneo de este tipo, es común ver las canchas con gran presencia familiar de los jugadores, que le da un toque más festivo a la competencia. Los equipos, sus entrenadores y sus porras, lo toman con la seriedad que se debe tomar un torneo nacional, sin perder de vista el espíritu formativo, de convivencia y fomento al deporte, pero con el deseo al máximo por ganarlo.

Estos sentimientos festivos que acompañan a los participantes, dentro y fuera de la cancha, se opacan muy fácilmente cuando nos damos cuenta de algunas carencias graves en la organización. Una de ellas, la elección de los jueces que dirigirán los partidos de esta etapa estatal.

La crítica en este sentido es para los que deciden la calidad de arbitraje que ofrecerán a los equipos, no para los silbantes en sí, porque ellos al final no tienen la culpa de sus propias carencias; simplemente es que hay diferentes tipos de árbitros, para diferentes tipos de competencias.

Si estamos hablando del torneo juvenil más importante del país, que ya va por sus quince ediciones, con 5,000 equipos y 90,000 jugadores, es triste ver que la calidad del arbitraje es inversamente proporcional a la relevancia de la Copa.

El árbitro en turno del partido que observé, mostró demasiadas limitaciones. Desde su uniforme de tres colores (camisa roja, short negro y medias grises), el síndrome del agente de tránsito (pita TODO, hasta los saques de banda más claros), hasta su limitado conocimiento de las reglas y criterios básicos, tanto en procedimientos como en calificación de faltas.

Un ejemplo muy claro de la interpretación que dan este tipo de silbantes empíricos, que seguramente no han leído el libro de reglas más de una vez en los últimos diez años, es lo que sucedió en un saque de banda. El jugador del equipo que en ese momento se encontraba en ventaja en el marcador, tardó demasiado en reanudar el partido. Después de tres señales del árbitro para que lo hiciera, silbó determinado. Algunos esperábamos la tarjeta amarilla por retardar la reanudación del juego, pero en una escena más del Valijas, que de la copa juvenil más importante de México, el de colores ordenó cambio de bando en el saque. Lo mejor de todo fue que nadie protestó y el juego continuó sin problema alguno. También el conocimiento del juego fue directamente proporcional de jugadores y asistentes, al arbitral. Pero ellos no están obligados a saberlo, el del silbato sí.

Quiero insistir en que la crítica no es para el árbitro en turno, que cuando abandoné las instalaciones, estaba por comenzar su tercer partido en fila. Es para quien contrata el servicio, y en su caso, para el dirigente de estos árbitros, que manda con triplete seguido al juez (al menos eso es lo que vi) a un importante torneo nacional.

A sus escasos 14 años, con una noción arbitral limitada, mi hijo “postizo” fue claro en sus apreciaciones: “Este árbitro muy mal, nunca nos dio la ley [sic] de la ventaja, y cuando la dio, la perdimos luego luego y nos metieron el gol para perder”. Ni más ni menos, esa fue la tónica del trabajo arbitral, que si bien no influye directamente en el marcador, deja mucho que desear en su calidad.

Mientras las personas de pantalón largo sigan encontrando en los honorarios de los árbitros el lugar para recortar el presupuesto, seguiremos viendo trabajos de una calidad correspondiente a la inversión. No se trata de contratar árbitros profesionales para la Copa Coca-Cola, pero en Guadalajara hay cuando menos cinco agrupaciones arbitrales de primer nivel que harían un excelente trabajo, y tampoco cobran una millonada. Simplemente lo justo, lo que se merecen los chavos, que se levantan de madrugada en sábado para disputar el torneo más importante de sus vidas.

¿Es mucho pedir que los organizadores les correspondan a su entrega y pasión con arbitrajes de mejor calidad? Yo digo que no.

martes, 9 de octubre de 2012

El Código de Ética es un acto de fe


Hablar de valores en cualquier ámbito de la existencia humana, es de los más complejo. Según las definiciones más comunes de los diccionarios, la palabra ética se refiere al estudio de la conducta humana en un conjunto de normas morales, que determinan si algo es bueno, malo, aceptable o no. Confuso, por supuesto; ahora agreguemos en el contexto, la aplicación de la ética en el futbol mexicano, que es un ente tan ambiguo, que convierte este llamado Código de Ética de la nueva Liga mX, en un verdadero rompecabezas.

Los últimos dos fines de semana han sido especialmente enriquecedores en temas éticos, o de conducta de los actores del futbol mexicano. Hay cuatro casos muy notorios que llaman la atención. Empezamos con las burlas de Cuauhtémoc Blanco al árbitro Jorge Adán Tonix; seguimos con la negativa del Club San Luis, de protestar la lesión que le provoca el americanista Molina a César Villaluz; continuamos con unas declaraciones muy reveladoras de Ricardo Ferreti, que asegura no hablar del arbitraje porque “lo hicieron firmar un papel que no los iba a criticar”, y por último, por orden cronológico, el “festejo” de Fidel Martínez apenas el domingo (Xolos), simulando disparar con pistola a un compañero.

Cuauhtémoc Blanco mostró un lado tan oscuro, que aunque ya casi nada debería sorprendernos de su conducta irreverente, tirando a antisocial (recordemos el ataque a Faitelson por la espalda hace muchos años en Veracruz), a muchos nos dejó sorprendidos. Burlarse de una condición congénita de una persona, especialmente de un árbitro, es una bajeza de proporciones de escándalo. Pero más escandalosa resultó la ridícula sanción de un partido de suspensión que le impuso la Comisión Disciplinaria. ¿Qué ofende más, una mentada de madre, o una burla acerca de una condición física? Según la Disciplinaria, es peor una grosería con palabras, que una denigración, exhibición y humillación pública de la persona por ser “diferente”.

Ignoro verdaderamente, pese a buscar algún motivo de peso, por qué el San Luis no hizo válida su facultad de pedir la inhabilitación de Jesús Molina por romperle la pierna a César Villaluz. Se entendería perfectamente si el equipo siguiera en manos de Televisa, pero se supone que no. Aunque esto pone a uno a pensar bastante mal. Y como sucede en estos casos, tal vez estemos en lo correcto. Es increíble que no se persiga de oficio una lesión de esta gravedad.

El siempre directo y locuaz “Tuca” Ferreti, nos regaló una perla después de su partido de la Jornada 10, cuando contestó sin pelos en la lengua a una pregunta acerca de su opinión del arbitraje: “No hablo de eso, porque me hicieron firmar un papel”. Bendita libertad de expresión la que goza nuestro futbol mexicano.

El último caso, tal vez hasta más grave que el de Blanco, es lo que sucedió en Tijuana el domingo 7 con Fidel Martínez. Cuando Riascos marca el gol de la ventaja para Xolos, festeja efusivamente en una esquina con Alfredo Moreno. Segundos después aparece el dichoso “Neymar” ecuatoriano, quien simula disparar con los dedos en dos ocasiones contra su compañero, que cae fulminado. Una vez que está por terminar el festejo, Alfredo Peñaloza expulsa al jugador, en lo que a título personal me parece una decisión correcta. Incitar a la violencia es una falta grave, que se puede justificar en las causas de expulsión de la regla.
Como evidentemente nadie entiende nada de la expulsión, se arma un tremendo lío, en el que Peñaloza es “convencido” de no expulsar al ocurrente Martínez. Esto ya es harina de otro costal, pero tengo la impresión de que al árbitro le “recomienda” alguien de pantalón largo que se retracte, porque tardó casi tres minutos en reanudar el juego después del gol.

En todos los casos expuestos, estoy seguro que hay elementos para cuestionar si los hechos implican una falta o duda acerca del Código de Ética. Permitir, por medio de sanciones absurdas, que un jugador humille a un árbitro es una bajeza; dejar en manos de arreglos privados la justicia deportiva en el caso de una lesión grave (Villaluz), atenta contra el juego limpio y todo lo que significa la lealtad, y secuestrar la libertad de expresión de un actor del futbol, mediante un compromiso firmado para no hablar acerca de un tema, es del medioevo. Lo de Fidel Martínez aún no ha sido determinado por la Liga y la Comisión Disciplinaria, pero no nos extrañemos que el resultado final sea incomprensible, ambiguo, insuficiente o todas las anteriores. (Así fue evidentemente).

El tan llevado Código de Ética impuesto por Decio de María, ha demostrado ser, como tantas otras cosas en nuestro fútbol, un verdadero acto de fe. Todos lo han oído nombrar, pero nadie lo conoce. Así es más fácil aplicarlo a conveniencia, pues bien dice la sabiduría popular: Dependiendo el sapo, la pedrada.

De salida
Lo de Fidel Martínez tiene un antecedente en México, con Marco Fabián y Alberto Medina en Chivas. En esa ocasión sucedió prácticamente lo mismo que en Tijuana. Chivas sancionó duramente al jugador (Fabián, que fue el que jaló del gatillo), pero la Federación se hizo pato, para variar. 

martes, 2 de octubre de 2012

El Derecho a la Dignidad


El tema de los referees sustitutos de la NFL y el regreso de las “cebras titulares”, ha dado mucho de qué hablar en el mundo del deporte. Sus implicaciones no se reducen al ámbito de la liga de futbol americano, sino que se puede aplicar para los oficiales de otros deportes, concretamente para nuestros árbitros del futbol mexicano.

En el receso de la temporada futbolística mexicana, se empezó a gestar un nuevo modelo de compensación para los silbantes mexicanos. Tendrían un salario fijo, honorarios por partido dirigido, bonos de productividad, seguros de gastos médicos familiares y de vida. Había una “condición”, que todos los árbitros de la máxima categoría se debían mudar a la Ciudad de México.

Las negociaciones del lado de los nazarenos las encabezó Marco Rodríguez; en el otro extremo de la mesa, el implacable Decio de María. El único triunfo del gremio arbitral, fue el rechazo a la mudanza inmediata, aunque no se descartó para el futuro. En términos de remuneración, fue una vacilada lo que “consiguió” ChiquiMarco para sus compañeros.

Salario de 10,000 pesos al mes; honorarios variables por partido de entre 15 y 22,000 dependiendo de la calificación del asesor; los bonos iguales que ya tenían antes y los seguros de gastos médicos y de vida.

Los oficiales regulares americanos, que están agrupados en una asociación independiente, autónoma de la NFL, se fueron a huelga por disputas salariales y de pensión, entre las demandas más importantes. La liga aceptó el paro y decidió jugársela con referees sustitutos de dudosa capacidad. La presión del Comisionado Goodell (el Decio de allá) se derrumbó el lunes 24 de septiembre en Seattle. Los “esquiroles” no servían para nada y los regulares se llevaron todo el botín.

Con una determinación y fuerza que sólo le da a una agrupación profesional su autonomía del poder fáctico de una liga, los referees de la NFL negociaron un atractivo contrato de ocho años, con aumentos graduales en sus ingresos y mejoras en su plan de pensiones. Al estilo de un contrato de jugador caro, las “cebras” recibirán en promedio 149,000 dólares al año (1 millón 859 mil pesos al tipo de cambio de hoy), que llegarán hasta los 205,000 en 2019 (2 millones 665 mil pesos).

El jueves de la semana anterior, leí un twit del exárbitro internacional mexicano Jaime Herrera, que decía así: “Espero que lo sucedido con los árbitros en la NFL sirva de ejemplo a los Árbitros de México y se den cuenta de lo que unidos pueden hacer”. Publicó uno más resaltando la importancia de los jueces, que hasta Barack Obama tuvo que pedir a la NFL que lo resolviera, y remató con un lapidario “Perdón, soñar no cuesta”.

Jaime es una verdadera autoridad para exigir DIGNIDAD a los árbitros mexicanos, ya que su renuncia al gremio hace unos años, por desacuerdos con el trato que recibía por parte de sus dirigentes, muestra una profunda convicción y respeto por sí mismo.

Ahora, si los ejemplos de unión y fuerza que suceden cada día por todo el mundo demuestran lo que una organización unida y democrática puede lograr, qué le hace falta a los silbantes mexicanos para que exijan sus derechos. Antes que nada, se trata de un asunto de equidad y respeto por las personas y la profesión. Después, hay que tener bases sólidas y argumentos para defender su importancia y capacidad. Por último, se necesita valor y determinación para pelear por una causa justa, sin importar las consecuencias a corto plazo, ya que la recompensa suele ser exponencialmente mayor al sacrificio.

Por desgracia, nuestros árbitros no han sabido ganarse el derecho a exigir por su dignidad personal y profesional. En el terreno de juego, sus actuaciones dejan mucho que desear; el amor propio y a su profesión no lo ejercen por cuidar los centavos, en lugar de ir por los pesos, y al igual que sucede en la cancha, les ha faltado valor para enfrentar a sus dirigentes y poner un alto a la explotación y malos tratos.

¿Se imaginan un paro de silbantes en la Liga mX? ¿Se imaginan a los árbitros del amateur dirigiendo en un Volcán a reventar el Clásico Regio, o en el Jalisco un Atlas vs Chivas? ¿Qué me dicen del juego que definiría el descenso? ¿El Clásico Nacional? ¿Cuánto tiempo aguantarían los dueños, los aficionados y los jugadores una huelga de este tipo?

Sucedería lo mismo que pasó en la NFL. A pesar de los errores que cometen los silbantes oficiales cada semana, los amateur provocarían desgracias desde el primer partido. No es lo mismo la Final de la Liga de Jocotepec, que un partido de Primera División. No durarían dos jornadas, y los árbitros podrían demandar mejores condiciones y sentar un precedente.

El Derecho a la Dignidad no es un asunto intrínseco del profesional, se debe de ganar con esfuerzo, capacidad, unión y valor. La fórmula está fácil. Yo valgo, yo exijo. No valgo, no tengo derecho a exigir. Ármense de valor señores del silbato, verán que la unión hace la fuerza. La sabiduría popular no miente.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Blog invitado: El llano


En algunas entradas pasadas de este blog, Javier nos ha plasmado sus andanzas como árbitro amateur, lo cual me anima a compartir con ustedes lo que me tocó vivir allá por el año de 1993 más o menos.

Esta historia se desarrolló en algún lugar del área metropolitana del DF en el año de 1993. Mi padre se desempeñó por muchos años como árbitro amateur (incluso antes de que yo naciera) en diferentes ligas del rumbo, entre semana, y el grueso de su actividad era el fin de semana.

Por aquellos años, en la liga donde arbitraba, las designaciones eran los jueves a las 7:00 pm y nos dirigíamos como cada semana en bicicleta, ya que la sede de la liga nos quedaba relativamente cerca. Como fiel escudero, yo era el encargado de acompañarlo a la liga, reuniones y el domingo en el campo ayudándole para "llenar" la cedula y cuidar que no se perdiera la “petaca” con las cosas.

Esa semana, el presidente de la liga le designó tres partidos (como cada semana), pero al revisar cuáles le tocaron, reflejó una sorpresa enorme; lo mandaban a dirigir el partido "clásico de la liga", entre los equipos Maderas vs Botafogo. Dichos equipos los integraban de los llamados “talachas” (jugadores que cobran), los cuales le daban un toque muy especial, ya que los dueños de los equipos ofrecían alguna recompensa por ganarle al rival.

Era un partido muy bravo, por lo que la recomendación no se hizo esperar: "Creo que lo puedes sacar muy bien (le dijo el presidente), no te digo más pero te lo encargo mucho".
El resto de la semana transcurrió normal (creo que yo estaba más nervioso). Llegó el esperado domingo y a pesar de que los campos eran de "tierrita", el número 5 era el mejor de todos. Pasó el primer juego sin novedad alguna, igual el siguiente y al filo de las 11:00 am daba inicio el encuentro tan esperado (la voz se había corrido y el campo a esa hora estaba rodeado por curiosos).

El vaivén del encuentro no defraudaba las expectativas. En cada jugada, el árbitro (mi padre) era exigido al máximo, los jugadores en cada acción parecía se jugaban la vida; barridas, manotazos, faules y reclamos. ¡Intensidad pura!

En cada uno de los dos tiempos, el nivel no decayó. Al final, el Maderas ganaba por marcador de 3-2 al Botafogo. Con el silbatazo final, además del partido, también culminaba la jornada de ese día. Al entregar las cédulas, y después del respectivo pago por los tres partidos, mi padre (creo yo) esperaba algún comentario de su actuación, pero no, ninguno, una vez en la casa, sólo hubo algunos comentarios, algunas jugadas que "discutimos" y eso fue todo.

La semana transcurrió normalmente con nuestra rutina hasta el siguiente jueves. En la liga le esperaba una sorpresa. Al llegar, esperamos un poco hasta que todos los compañeros aparecieran, y fue cuando el presidente de la liga nos informó a todos (me incluí), que los dueños de los equipos Maderas y Botafogo, redactaron una carta en la cual hacían saber su opinión del trabajo realizado por el árbitro. Dicha carta, firmada por ambos equipos, fue leída delante de todos, felicitando al árbitro por el excelente trabajo realizado, un hecho inédito en la historia de la liga.

Los compañeros felicitaron a mi padre, que no se la creía, y al igual que él me sentía (hasta la fecha) muy orgulloso por su labor en aquel partido. Nunca me lo ha dicho, pero creo que fue uno de sus más grandes reconocimientos como árbitro.

La carta aún la conserva.

@N_e_o_49

martes, 25 de septiembre de 2012

La multiplicación de los petardos


Se jugó una jornada más de nuestro querido futbol mexicano con los mismos horrores arbitrales de siempre. Penales que no son y se marcan, otros que le pasan de noche a los del silbato, patadones que se quedan en amarilla y toda esa serie de linduras que suceden, hacen que cada vez sea más difícil encontrar algo nuevo que relatar. Por fortuna, esa rutina que parecía ociosa de ir cada quince días al estadio 3 de marzo a ver a los Estudiantes Tecos en Liga de Ascenso, ha rendido frutos esta ocasión. Pude ver en vivo y a todo color, al próximo Gasso del futbol mexicano, el poblano Baruch Absalón Castellanos.

Como a nadie parece importarle esta división, la mayoría de las personas estamos ajenos a lo que sucede en sus canchas, especialmente lo que tiene que ver son sus árbitros. Como es normal, los hay buenos, malos, regulares, experimentados y novatos. Absalón cumple con dos características, es de los más malos, si no es que el peor, y de los más longevos en la categoría, con cinco años deambulando por estas canchas.

La demostración del pasado viernes en Zapopan fue patética. Hay dos jugadas claves que marcan en gran medida el desarrollo del juego. Al minuto 24, cuando Tecos y Rayos se encontraban empatados a un gol, viene un remate de cabeza de Lillingston, que un defensor hidrocálido detiene flagrantemente con la mano. Todos lo vimos, menos claro, Baruch Absalón. Lo “mejor” de todo, es que estaba perfectamente bien colocado para apreciar la acción y simplemente no marcó el penal clarísimo.

Antes de cumplirse el minuto 55, hay una nueva jugada en la misma área, ahora defendida por los zapopanos, en la que Diego Jiménez sujeta de la camisa a Santoya de manera inobjetable. Otra vez Baruch estaba en buena posición, pero nuevamente decidió tragarse el silbato. Parecía una nueva edición de la absurda ley de la compensación, pero su asistente, Pablo Hernández, tal vez cansado de ver tantas fallas de su compañero, decidió tomar la iniciativa y señalar el claro penal.

Al final del juego, esa jugada marcó la diferencia. Si bien existió justicia deportiva tras la intervención del asistente, la actuación del central dejó mucho que desear. No es lo mismo remontar en el primer tiempo un gol tempranero de la visita, que jugar los 35 minutos finales en desventaja, contra un esquema defensivo y marrullero, como el que armó Jaime Ordiales tras anotar el gol de la ventaja, que contó con la valiosa ayuda de Baruch, que permitió a los Rayos todo tipo de ardides para consumir el tiempo de manera grosera. Una tarjeta amarilla al minuto 60-65 por retardar la reanudación del juego, hubiera tenido mucho más sentido y peso, que las dos que otorgó en los minutos 91 y 93. Es sentido común, ése que los árbitros no recibieron en la repartición de habilidades al nacer.

Este tipo de errores tan claros son la especialidad de Absalón. Como muestra está la chambonada que se anotó en Correcaminos hace dos torneos, cuando amonestó en dos ocasiones al “Macue” Robles y nunca lo expulsó. Aquella vez se llevó una sanción de seis partidos, aunque con su historial, su longevidad y el tamaño del error, debió haber significado su retiro inmediato del arbitraje profesional.

No obstante que su capacidad es verdaderamente limitada, hay un dato que nos puede poner a temblar a todos. Hasta la jornada 9 del Ascenso mX, este señor ha tenido participación como central en seis fechas, al estilo de Mauricio Morales en su gira del adiós. Esto no puede significar más que una tendencia de apoyar a este elemento para que alcance la Primera División pronto.

Como mencionaba al principio, he asistido a todos los encuentros de los Estudiantes Tecos, tanto en Copa como en Liga, y he podido ver la labor de muchos silbantes desconocidos. Hasta ahora, de los ocho partidos vistos, uno solo de los jueces me ha llamado la atención, Roberto Ríos Jácome; seis se encuentran en un nivel apenas regular, y este Absalón ha sido el peor arbitraje de todo el torneo en el 3 de marzo.

La baraja de árbitros en el semillero de la Primera División está bastante raquítica. Acaso los pocos que se pueden salvar, que tendrían los merecimientos y experiencia para buscar una oportunidad en la categoría estelar, son Obed Gómez y León Barajas, pero tal parece que el padrino de Baruch tiene más poder y contactos en la Comisión, que los de Obed y Vicente.

Con esta tendencia de beneficiar al apadrinado, en detrimento del capaz, lo único que se está asegurando, es que cuando le den las gracias a Miguel Chacón, Antony Zanjuampa y Miguel Ayala (si se anima Mancilla, claro), sus reemplazos sean igual o peor de malos que ellos.

¡Bendito arbitraje, nunca te acabes!

martes, 18 de septiembre de 2012

Roberto de la noche triste


En la noche más esperada por la turba morbosa del futbol mexicano, cuando por fin había aparecido un valiente que le plantara la cara al duopolio televisivo y tendría toda la atención en sus transmisiones de Fox Sports, Uno TV y Medio Tiempo, la “institución” de nuestro balompié (léase FMF y Comisión de Arbitraje) no tenía margen de error. Un mal arbitraje, violencia, desmanes y/o mala organización, serían un foco de atención que no deseaban enfrentar, pero todo eso sucedió.

El arbitraje, tema que nos tiene en estos menesteres, fue de una calidad deplorable. La agresión con arma de fuego de los seguidores leoneses a la afición rojiblanca en las afueras del estadio, con saldo de un herido por rozón de bala, es una señal de alarma “alarmante”. El desalojo prematuro de la porra visitante, por un estrecho túnel de salida, pudo terminar en tragedia. Todo esto, en el marco del partido que todos esperábamos ver por morbo, más allá del atractivo deportivo que suponía la visita de las populares Chivas al sorprendente León.

En temas arbitrales, lo que nos corresponde, el resumen es sencillo e implacable: Triste actuación de Roberto García Orozco. Triste, la manera en la que cambió determinantemente el rumbo de un partido que pintaba para ser espectacular. Si bien el final del juego tuvo tintes de alto dramatismo y emociones, fue más por la voluntad de ambos equipos por sobreponerse a circunstancias adversas provenientes del silbato confundido de García, que por una igualdad de fuerzas y condiciones justas.

La expulsión del rojiblanco Xavier Báez, cuando no se cumplía ni media hora del juego, es una cátedra de pésima calificación de una jugada. La posición del árbitro al momento de venir la disputa del balón entre tapatío y leonés es cercana, más no adecuada, ya que se encontraba en el lado apuesto al que debería. A pesar de su mala ubicación, no tiene pretextos para confundir una jugada leal, de hombres, que lleva un contacto inevitable, con un juego brusco grave. Para determinar una jugada como tal, debe existir fuerza desmedida y brutalidad al disputar el esférico. Si jugar el balón limpiamente a ras de pasto, y golpear irremediablemente por la inercia del movimiento al rival es brutalidad, el arbitraje ha cambiado tanto en tan poco tiempo, que nadie nos dimos cuenta.

Cometer un error tan grave como éste marca a un árbitro, especialmente si al medio tiempo alguien, con poco criterio, se lo hace notar. No encuentro una explicación diferente, ya que en la expulsión de Magallón, cuando el juego se encontraba 1-0 favor León, en la recta final de partido, vuelve a cometer el mismo error que con Báez. Son tan parecidas las jugadas, que en descargo del árbitro, tiene un buen “pretexto” de decir que midió con la misma vara jugadas similares. Lástima que lo haya hecho tan mal.

En la jugada de Magallón, nuevamente se encuentra colocado en el lado contrario al que debería. Las indicaciones para ubicarse en la parte externa del flujo de la jugada no es capricho de los instructores, es la manera en que resulta más fácil apreciar las acciones de manera fiel, sin estorbos ni ángulos que hagan parecer algo, una cosa que no es. Y Roberto falló estrepitosamente en ambas jugadas, cometiendo el mismo error.

Si un petardo como Zanjuampa o Miguel Ayala comete errores de éstos, es de cierta manera natural, ya que no tienen ni idea de qué hacer con un silbato en la boca dentro de una cancha de futbol. Roberto García, el “Olímpico”, que compite por un lugar en el Mundial de Brasil 2014, no puede estar en este nivel. Simplemente no puede, y si está así, determina la calidad de nuestro arbitraje, que por más que lo deseemos y busquemos detalles positivos, simplemente nos la ponen complicadísima cada semana.

La Liga mX ha demostrado en los pocos meses que tiene en funcionamiento, que en mercadotecnia, imagen, discurso y finanzas, está en el camino correcto, pero ese éxito conceptual es inversamente proporcional a la calidad de su arbitraje, de su futbol, de su seguridad en los estadios y de su espectacularidad.

Llora Roberto, ha sido una de las noches más tristes de tu carrera, y de la hasta ahora fallida Liga mX.

martes, 11 de septiembre de 2012

Diferencias y semejanzas entre FMF y NFL


El calendario deportivo mundial nos dio una muy buena oportunidad para atender sin distracciones el comienzo de la NFL, especialmente por la fecha FIFA que paró las ligas del mundo para partidos eliminatorios. Sí, ya sé que la Regla Cinco es para el futbol asociación, pero hay un tema en el futbol americano que provoca una reflexión muy profunda de cómo maneja sus sistemas referiles cada deporte.

Vamos a concentrarnos en qué se parecen, y en qué no, las relaciones entre los árbitros y las dirigencias, y los mismos jueces, de las ligas de la NFL y la FMF.

Para los que no estén enterados, la NFL comenzó esta temporada con referees sustitutos, ya que los jueces oficiales mantienen una disputa laboral con el Comisionado Roger Goodell (el Decio de los futboleros gabachos) por salarios y pensiones. Dentro de la pelea, está la negativa por dirigir de las “cebras” (mote cariñoso por su uniforme a rayas verticales negras y blancas), mientras no se cumpla con sus pretensiones salariales.

Hace pocos meses, los árbitros del futbol mexicano anunciaron (bueno, Marco Rodríguez se llevó todo el show y no logró nada) que habían negociado con la Liga mX nuevas condiciones laborales nunca antes vistas. Si lograr un salario de 10,000 pesos mensuales, seguros de vida y gastos médicos, más honorarios de entre 22,000 y 15,000 pesos por partidos, dependiendo del desempeño, es un gran logro laboral, el mundo está loco.

El principal punto de disputa con los árbitros de la NFL, es que el salario promedio de un veterano de 10 años en la liga es de 89,000 dólares al año. Calculadora en mano, son 1 millón 157,000 pesos anuales, entre 16 semanas de temporada regular, da un promedio de 72,000 pesos por partido. Nada mal se podría decir, tomando en cuenta que el ingreso de un árbitro mexicano en los mismos doce meses, incluyendo salario fijo, honorarios y pagos mayores por participar en Liguilla, ronda los 600,000 pesos. Pero cuando se hace una comparación entre los ingresos anuales de un árbitro de la liga deportiva más poderosa y rica del mundo (NFL), con los de uno de la Liga de Hockey (NHL), los 182,000 dólares que se llevan los jueces en patines de hielo, hacen que la cosa cambie un poquito.

La NFL y sus dirigentes sufren de la misma enfermedad que sus colegas mexicanos. Manejan un emporio deportivo que genera miles de millones de dólares en ingresos, patrocinios, valor de los jugadores y demás linduras. Como en todo deporte profesional, los jugadores son el mayor activo, y los árbitros los encargados de cuidar su integridad y la justicia en el terreno de juego. En ambos lados de la frontera, los que manejan las ligas, Goodell y Decio, ven a los árbitros como un mal necesario, y no como los guardianes de su patrimonio.

La gran diferencia entre nosotros y ellos, o mejor dicho entre nuestros árbitros y los gringos, es la fortaleza y dignidad que tiene la Asociación que los representa. “No nos pagan lo que pedimos, no trabajamos y háganle como quieran”, dicen las “cebras”. La respuesta de la NFL fue traer jueces de las divisiones inferiores del Futbol Colegial o del Futbol Arena, para hacer las “llamadas” de los juegos grandes. Es como si los mexicanos profesionales fueran a paro (¡Ay Ajá!) y Decio llamara a los árbitros de las ligas semiprofesionales regionales del país para pitar en Primera División (en una de ésas se me haría actuar en Primera jaja).

Los resultados de los árbitros sustitutos en la Semana 1 de la NFL fueron de regulares a malos. No dominan la velocidad del juego, cometen errores muy graves y notorios en jugadas muy claras, tardan en ponerse de acuerdo, el referee principal se pone nervioso al explicar la decisión al público, y varias cosas más que se vieron en los 16 partidos de esta jornada inaugural.

La presión de aficionados, coaches, jugadores, dueños y hasta patrocinadores no se hará esperar, y los referees estelares de la NFL lograrán, con fuerza, determinación y unión, que la liga los valore un poco más y les pague salarios más acordes a su responsabilidad.

En México no se ve en el futuro, ni cercano, medio o lejano, que se logre una unión de los árbitros para defenderse de las injusticias que sufren por parte de sus dirigentes. Así como las “cebras” americanas merecen mucho mejores ingresos, nuestros “zopilotes” también, pero nunca lo lograrán con sus actitudes agachonas y sumisas.

La FMF y la NFL se parecen tanto en que sus directivos principales desdeñan a sus jueces y los ponen en el último eslabón de la cadena alimenticia; pero son tan diferentes sus árbitros, que los del otro lado tienen los pantalones bien puestos, mientras que los nuestros tienen que estar continuamente levantándose los shorts, de tanto que se les caen.

En Memoria
A todos los héroes y víctimas del 11 de septiembre de 2001.

martes, 4 de septiembre de 2012

Crónicas llaneras III


Volvemos con un episodio más de estas crónicas reales del silbato. Un título alterno podría ser, “El día que (literalmente) cambié la roja por la amarilla”.

El año no lo recuerdo bien, debe haber sucedido por allá de 2005, más menos un año (ya parezco encuestador político). En ese período, ya había dejado el arbitraje profesional, pero seguía dentro de la Comisión como asesor y Delegado de los silbantes jaliscienses. A pesar de tener esos encargos “profesionales”, me seguía dando mis escapadas al amateur para no perder mi contacto directo con el silbato; me servía mucho para evaluar a los árbitros.

El caso es que por esas fechas, llegó una recomendación de la Comisión, en la que se otorgaba a los jueces la posibilidad de evaluar jugadas que parecían violentas, antes de tomar una decisión disciplinaria. Concretamente, era en jugadas en los que utilizaban los codos y brazos para golpear a un adversario, y el fondo de todo esto era muy simple: Si había sangre, era expulsión.

Pues allá fui a la pequeña ciudad de Tepatitlán, en Los Altos de Jalisco, a dirigir un encuentro de la 4ta División. Iba con mis dos asistentes del Colegio de la Asociación del Estado de Jalisco, de quienes no recuerdo sus nombres (una disculpa por adelantado por el olvido).

Lo mencionado anteriormente de la “recomendación” sirve para contexto de lo que sucedió posteriormente en el terreno. Adicional a este tema, en esa ocasión me sentía muy innovador, y decidí guardar mis tarjetas en los bolsillos cambiados, es decir, la amarilla en el short, y la roja en la camisa.

Los procedimientos tienen una razón de ser, y aunque no es regla ni nada, a los árbitros mexicanos nos enseñaron que la roja va en el calzoncillo y la amarilla en la camisa. Todos lo saben, y yo traté de hacerme el chistoso, para aprovechar esto en caso de tener que mostrar una tarjeta.

Pues sucede que en un momento del primer tiempo, un jugador del equipo local brinca junto con un adversario a disputar un balón por alto. Levanta el codo de más, y hace contacto con el rostro del rival. En primera instancia, olvidando la posibilidad que tenía de esperar a ver si había sangre (por más ridículo e ilógico que parezca), decidí que la amonestación era lo correcto. Me llevé la mano al bolsillo [del] trasero, pero antes de sacar la tarjeta, el capitán del equipo local me grita a todo pulmón: “¡No mames!”.

Continué con mi movimiento para sacar la amarilla del short y se la mostré al jovencito de lengua fácil. Seguramente esperaba ver el cartón rojo en su rostro, pero cuando se percató que era amarilla, parece que volvió a la vida.

Ya con la cartulina de amonestación en la mano, se la mostré al infractor primario, para acto seguido verificar al jugador contrario que se dolía amargamente. Oh sorpresa, cuando veo el hilo de sangre brotando de la ceja. A pesar de que ya había enseñado la amarilla, saqué la roja de la camisa y se la planté al agresor en todo lo alto.

Claro que hubo protestas por el cambio de decisión, hasta malestar por el “engaño” de traer las tarjetas cambiadas, pero al final, la justicia prevaleció, aunque el procedimiento fue verdaderamente caótico.

La enseñanza fue muy clara en varios sentidos para su servidor. Primero, árbitro que inventa, árbitro que tiene muchas más posibilidades de meterse en una bronca. Y como ha sido mi costumbre, me metí en una. Segundo, hay que tener más calma para decidir las sanciones disciplinarias, especialmente cuando se tiene la instrucción de hacerlo, en pro de la justicia deportiva.

Ese día, más que en ningún otro caso que conozca, la cambiadera de tarjetas amarillas por rojas se convirtió en una verdadera pachanga. Y pachanga en temas arbitrales, es mi segundo nombre.

Y por si tenían algún pendiente, nunca más he vuelto a “innovar” con la colocación de las tarjetas en mi uniforme.

@ReglaCinco @javierglevy

martes, 28 de agosto de 2012

La teoría de la honestidad


Existe una pregunta que me han hecho ya tantas veces, que ni me acuerdo cuántas. “¿Tú metes las manos al fuego por la honestidad del arbitraje mexicano?”, me han cuestionado. “Sí”, les contestaba siempre. Aclaro que la pregunta  se hace en el contexto de compra de partidos y situaciones de ese tipo, no de las tropelías que cometen los directivos con los árbitros y viceversa, con las prebendas, favores y demás cochinadas que he denunciado tantas veces.

Si leyeron con atención, dije “contestaba”, en copretérito. ¿Qué quiere decir esto? Que la próxima vez no podré responder con un rotundo sí. Conozco, de primera mano y algunas personalmente, un montón de historias de tratos VIP a los árbitros en ciertas plazas de TODAS las categorías del futbol profesional  de México (y hasta del amateur), pero nunca nadie me ha confesado, que a solicitud expresa de algún directivo o jugador, se haya marcado, o dejado de marcar, para favorecer a determinado equipo.  Mi “romanticismo” ha sufrido un duro golpe el sábado anterior, en el juego entre América y Xolos, dirigido por Mauricio Morales.

La jugada del penal que se señala a favor de las Águilas al minuto 94 ya ha sido comentada por todo el mundo, y nadie, en su sano juicio, se ha atrevido a decir que fue una marcación correcta. Si fuera un hecho aislado, no pasaría de ser una nueva anécdota que alimentara el “mito” de que los de amarillo normalmente juegan con 12, y toda esa lista de sinsentidos que se dicen al respecto. El problema es que no es una jugada aislada.

En la última jornada del torneo anterior, Cruz Azul visitaba el Azteca con la necesidad de ganar para acceder a los cuartos de final. América ya estaba dentro, pero buscaba quedar lo más arriba en la tabla que pudiera. El árbitro era, adivinen, Mauricio Morales. Desde el primer tiempo, cuando el marcador favorecía a los locales 2-1, Morales se sacó un penal de la chistera en contra de los azules. Igual que este sábado, Benítez lo desperdició. Pero eso no era todo.

Cuando a Cruz Azul le faltaba el gol del triunfo (ya había empatado a dos goles el partido) para alcanzar la Liguilla, Aquivaldo le comete una clara falta a Villa un metro adentro del área penal, a escasos minutos del final. Escribí en aquella ocasión, “…un silbante que con total descaro, se atreve a marcar la falta de Aquivaldo sobre Villa afuera del área, cuando es claro, prístino y evidente, que fue un metro adentro”.  Si hacemos las matemáticas, la jugada de este fin de semana deja de ser una anécdota, para convertirse en una tendencia.

Además de las muy obvias coincidencias que les voy a contar, hay un dato que puede parecer absolutamente irrelevante, pero que convierte el tema en algo hasta metafísico. El equipo beneficiado y el árbitro son el mismo (ya sabemos); las jugadas determinantes no pueden ser más claras que penales a favor o dejados de marcar en contra (eso también es noticia antigua), pero les apuesto a que muy pocos recuerdan que todas las jugadas sucedieron en la misma portería, la del asistente 1 (o la de la derecha en relación a la pantalla de la televisión, para mejores señas).  Para mí, es demasiado.

Volviendo al tema actual, el de agosto, no el de abril, lo que señaló Mauricio Morales al defensor de Xolos es inexplicable. Ni siquiera tiene una “salida” reglamentaria para decir que vio esto o lo otro, cuando es evidente que el delantero amarillo salta por el balón, no lo alcanza, roza al jugador visitante en el vuelo y cae fulminado por un rayo aniquilidador. Lo que hizo Benítez al tumbarle las cervezas al cubetero, es otro asunto.

Honestamente les digo, que a pesar de todos los indicios que he recopilado a lo largo de más de 12 años en el arbitraje, ya sea como árbitro, directivo o analista, nunca había tenido esta sensación tan grande de que hay algo podrido en Dinamarca.

La teoría de la honestidad del arbitraje mexicano ya no la puedo sostener como antes. He visto errores groseros en muchos partidos, algunos que no se explicarían de otra manera más que por corrupción, pero siempre le había encontrado esa “salida” reglamentaria que hoy no tiene Mauricio Morales. El silbante sin un pelo de tonto, ha logrado algo que tantos han buscado, que es viajar en el tiempo y llevarnos al Corregidora de Querétaro en 1985, al juego de desempate para definir al campeón entre Águilas y Pumas. ¿Será necesario recordar que ganó el América? Se las dejo botando.

@ReglaCinco

martes, 21 de agosto de 2012

La Comisión también la desprecia


Esta semana se juega el grueso de la Jornada 4 de la Copa MX, en donde la constante seguirán siendo los estadios vacíos, jugadores suplentes, y hasta los árbitros con menos actividad son designados a este torneo para no estar inactivos.

Si algunos no se han percatado de cómo funciona el arbitraje en esta competición, que mezcla equipos de diferentes categorías, les cuento que el criterio es que en estadios de Ascenso, dirigen árbitros de esa Liga, mientras que en los estadios de Liga MX, son los silbantes de Primera División los encargados.

Entre los silbantes de Liga MX que actúan esta semana en la Copa, están los tres casos de menor capacidad en nuestra baraja arbitral: Miguel Ayala, Miguel Chacón y El Señor Tenebroso, Voldemort Zanjuampa.

Tal parece que ésta será la constante para estos elementos, que en los partidos de liga los fines de semana estarán de cuartos árbitros, mientras que recibirán su oportunidad de echar a perder los juegos de Copa, que al final de cuentas a nadie parece importarle, ni siquiera a Rafael Mancilla.

Entre los elementos de Ascenso, para esta jornada podemos ver los casos de algunos de los más experimentados, como Mario Alcántara, Carlos Martínez, Eduardo Galván y Arturo Cruz, que serán los encargados del tablero electrónico, mientras que Emerson Zamora (de muy regular actuación en el Estudiantes vs Mérida del viernes pasado), Marco Antonio Ortiz y Quetzalli Alvarado, fueron comisionados para llevar el silbato en la boca. El único de los experimentados que dirige es León Vicente Barajas.

También hay casos entre los de Primera División, como Enrique Santander, Víctor Bisguerra y Óscar Macías, que están recibiendo más designaciones para reforzar su capacitación. Los dos primeros están en su torneo de debut en Máximo Circuito, mientras que Macías comienza su segundo año. Los tres son buenos prospectos, por lo que se antoja acertada la decisión de darles más “juego”.

A pesar del último comentario, la constante en esta Copa es que hasta la Comisión de Arbitraje la está utilizando para experimentar, en el mejor de los casos, aunque más bien parece que es el vehículo perfecto para mantener sus compromisos escabrosos con algunos silbantes, para que sigan cobrando sus buenos pesos en partidos sin importancia. La gran ventaja para la banda de Mancilla, es que los errores en la Copa nadie los pela y no se hacen tantas olas. Lamentable, pero cierto.

Hasta su servidor se arriesga a tener una baja considerable en su rating, ya que esta Copa MX está resultando ser una verdadera pachanga. Aún así, este martes a las 7 de la noche, asistiré puntual al Estadio 3 de marzo, para ver a los suplentes de Estudiantes Tecos, León y de la Comisión, disputar un partido de futbol. Lo único bueno de esto son los lonches de El Pesebre.

@ReglaCinco

viernes, 17 de agosto de 2012

Valor o valentía (Bloggero invitado)

En esta ocasión, tengo el honor de "prestar" el espacio de Regla Cinco a un asiduo lector que pidió chance de manifestarse. Su bio de twitter dice que le gustan los libros y las películas, pero al parecer también es apasionado del arbitraje. Bienvenido @n_e_o_49 


El valor se dice que es lo que vale una persona, pero no en el sentido monetario, en su osadía, coraje. ¿Valentía? El hecho, el brío, el impulso del valor. Parece que van de la mano, pero muchas veces se actúa (la mayoría) con valor, pero sin valentía.

Ejemplos hay muchos, y en el deporte creo que más. Durante los pasados Juegos Olímpicos, la selección de España de básquetbol, "perdía" ante un rival que no parecía tan complicado, para jugar cómodamente las finales, sin tener enfrente al mejor equipo de los juegos, al cual enfrentaría en la final. Perdió el oro, pero mejor una medalla de plata que quedar eliminada sin posibilidad de ganar, aunque sea un bronce.

Tenían el valor, pero no la valentía de llevar al cabo, de manera completa, la hazaña de hacer historia. Algunos lo llamaron inteligencia, pero en mi pueblo se dice de otro modo.

Desafortunadamente, el futbol no es la excepción, y en el arbitraje más. En este hermoso deporte es el pan nuestro de cada día. En el sector amateur (llanero) es mas fácil de entenderlo, puesto que ahí, el árbitro está expuesto a toda clase de riesgos, como mentadas, insultos de todo tipo, empujones, amenazas, y lo mas reprobable, agresiones físicas (he sido testigo de ello) y un largo etcétera.

Sin embargo, semana con semana, los llamados "soplapitos" llaneros tienen ese valor de presentarse a dirigir sin la certeza de cómo acabará el día.

Lo que todavía no entiendo (tal vez nunca), es que en el plano profesional, en donde existen, si no todas, sí una gran cantidad de garantías, el árbitro no tenga la valentía de aplicar correctamente el reglamento, el cual deja actualmente muy poco a la interpretación del susodicho, y si esto fuera poco, los cursos, seminarios, pero sobre todo la experiencia, debe jugar en favor del árbitro.

Los que dirigen el arbitraje en nuestro país han frenado este desarrollo de la valentía, afectando la autoestima del árbitro, evidenciándolo en los medios de comunicación. Porque un arbitro debe sentirse apoyado, arropado, que no mimado, que sepa que si cae, una mano le ayudará a levantarlo y no ha señalarlo.

Pero también debe ser exigido al máximo nivel de competencia sin importar las "calificaciones" que le otorga alguien sentado en un escritorio, y que tal vez nunca sintió esa adrenalina y que fungirá como el verdugo que afectará su bolsillo y su carrera, pero lo más importante, su autoestima, la cual, en ocasiones no vuelve.

El valor todos lo tenemos, la valentía ¿quién?

@n_e_o_49

martes, 14 de agosto de 2012

Inconsistencia


Este tema lo traía ya visto desde la jornada anterior, aunque la jugada de Mascorro y Cacho en Toluca, con el supuesto desdén al Fair Play, le ganó la plana. Esta semana, tras ver los altibajos tan grandes del arbitraje de Alfredo Peñaloza en el Omnilife, y una solicitud de un lector, tomo el tema de por qué el arbitraje mexicano sigue sin mostrar mejoría notoria.

Es un problema añejo, que no solamente tiene sus discrepancias en diferentes partidos con jugadas similares y sanciones distintas, sino que el mismo árbitro, dentro de un mismo juego, puede tomar decisiones muy buenas, y luego regar el tepache horriblemente algunos minutos después.

Si el rendimiento de los árbitros lo midiéramos con curvas de altas y bajas, parecería más una carretera sinuosa, que una apacible recta. El trabajo de Alfredo Peñaloza en el juego entre Chivas y Morelia, nos regala dos ejemplos muy claros de cómo un árbitro puede pasar de lo sublime a lo ridículo.

Desde que vi la jugada del penal de Huiqui por falta sobre Xavier Báez, en vivo, en el estadio y desde el segundo piso, publiqué en twitter que me parecía correcta la sanción. Una vez que pude ver la repetición televisiva, mantengo mi postura, ya que el movimiento de “banquito” de Báez, es provocado por el empellón del defensor moreliano. Es una jugada difícil de aceptar por los perjudicados, ya que la cómoda para los árbitros es marcar falta ofensiva, y los equipos se han acostumbrado a que les marquen de manera incorrecta.

Mención aparte para el escándalo de Rubén Omar Romano, que merecidamente se ha llevado una suspensión de tres partidos por los insultos al equipo arbitral, que recibió en primera fila el cuarto juez, Voldemort Zanjuampa.

Un nuevo error, aunque no directamente responsabilidad de Peñaloza, es el gol invalidado a Monarcas, que significaría el 0-2. Óscar Martínez se lleva entre las patas al silbante, al señalar erróneamente fuera de juego en dicha acción.

El desempeño del equipo arbitral ya había entrado en el rango de lo polémico, aunque la jugada que lo convirtió en lamentable, fue la expulsión en el segundo tiempo del delantero rojiblanco, Rafael Márquez Lugo.

Otra vez, en vivo, desde el segundo piso, pero esta vez con la jugada en el área más lejana de mi ubicación, aprecié que era un invento de Peñaloza.  En este caso, no he contaminado mi decisión con la repetición, porque no tengo ni la más mínima duda, de que esa acción no merecía tal vez ni la tarjeta amarilla. Comentarios de expertos arbitrales y cronistas deportivos en redes sociales, que sí vieron la jugada en televisión, refuerzan mi postura.

Ése es el gran problema que aún veo en los árbitros mexicanos. Son inconsistentes en sus criterios, inconsistentes en su apreciación de las jugadas, e incluso inconsistentes en sus esfuerzos físicos durante el partido. En momentos trotan, en otros corren despavoridos, en otros estorban, y en otros se quedan a kilómetros de la jugada.

Hace todavía pocos años, menos de 10 puedo decir con tristeza, el arbitraje mexicano era potencia mundial. Si Brasil, Argentina, Holanda, España, Alemania e Italia eran los futbolistas a vencer, los silbantes mexicanos entraban en esa misma categoría.

Hoy, después de los recurrentes triunfos de nuestros equipos nacionales en torneos de límite de edad y Mayor, combinados con la estrepitosa caída de los impartidotes de justicia, me viene un pensamiento a la mente. El cambio principal de los futbolistas se ha generado en su mentalidad ganadora, en modernización de sus esquemas de entrenamiento y en una preparación más intensa que antes. ¿Qué ha hecho nuestra Comisión de Arbitraje? Escoger y mantener árbitros con pocas ambiciones, conformistas, agachones; capacitados por petardos del arbitraje que ignoran las nuevas tendencias en instrucción, y dirigidos por un tirano que prefiere tener modelos de revista, aunque sin un gramo de capacidad arbitral, que buenos jueces, con 500 gramos extras de pancita.

Cuando la dirigencia arbitral, y especialmente sus árbitros, decidan volver a su lugar de privilegio en el mundo, podremos ver nuevamente una liga con grandes figuras del silbato. Paco Chacón y Roberto García no pueden solos, Marco Rodríguez está en la cuerda floja, Mauricio Morales se retira en diciembre y entre los más chavos no se ve a nadie con tamaños de convertirse en el nuevo Bonifacio, Brizio, Ramos Rizo o Archundia.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Misterios del Juego Limpio


El Juego Limpio, o Fair Play, como bautizó globalmente la FIFA a este concepto de ética, lealtad, honradez y respeto en el mundo del futbol, tuvo una prueba de fuego el domingo anterior en Toluca, en el triunfo de los locales Diablos sobre el León (2-1).

El primer gol de los rojos da para escribir todo un ensayo, de las implicaciones de la caballerosidad e igualdad de condiciones para disputar un balón. En una rápida descripción de la acción, se lanza un pase largo al extremo derecho (ataque del Toluca), que el defensa leonés Mascorro intenta cortar con una barrida desesperada; no logra interceptar en envío, que le cae a Juan Carlos Cacho, quien ingresa al área verde, centra para Lucas Silva, que consigue el primer gol del partido.

El gran detalle, ése que ha polarizado opiniones, es que en el esfuerzo de Mascorro por llegar al esférico, sufre una lesión evidente en una pierna. Cacho lo alcanza a ver de reojo, y decide entre dos opciones que se le presentaron: Seguir el juego, como lo hizo, o detenerse para permitir la atención médica de su colega. La jugada termina aproximadamente 5 segundos después con el remate a gol de Silva, y en la toma televisiva, se alcanza a ver al personal de asistencia del León en rápida carrera hacia el lugar donde estaba tendido Mascorro.

Existen algunas premisas básicas en los árbitros para detener el partido y permitir una atención médica. Los casos que no permiten ninguna demora, son los de golpes en la cabeza, choques cuerpo a cuerpo, lesiones del portero o fracturas claras y evidentes. En estas situaciones, 5 ó 10 segundos pueden significar una gran diferencia.

El problema viene cuando lo que parece de primera vista es una lesión no grave. Ahí, el árbitro debe determinar muchas situaciones. Si el balón está en poder del equipo al que pertenece el lesionado o no; el lugar de la cancha donde se ubica el redondo y si es una jugada trascendente, y si la lesión es producto de una acción que merezca expulsión, aunque se pueda aplicar una ventaja, entre las más importantes.
En mi opinión muy personal, siempre tomando en cuenta el concepto básico de cuidar la integridad de los futbolistas, creo que no hay una falta grave al concepto del Fair Play. Juan Carlos Cacho recibió el balón solo en el área visitante, y así continuaría, porque si Mascorro no se hubiera lesionado, nunca llegaría a tiempo para impedir el centro del delantero rojo.

La actuación del árbitro Jorge Pérez Durán tampoco se me hace incorrecta, porque tan en cuenta tenía la lesión de Mascorro, que en el momento que terminó la jugada, permitió el ingreso de las asistencias.
Jugarle al hubiera no tiene mucho sentido, pero puedo apostar a que si el centro hubiera sido rechazado por la defensa leonesa, en ese momento se detiene el partido para la atención del defensor.

Habrá quien quiera crucificar y quemar en leña verde a los desalmados que ignoraron a Mascorro; habrá otros que hablarán de una manifestación intrínseca del hombre que se ve en ventaja y trata de sacar provecho personal, mientras que existirán algunos más que vean natural lo que sucedió en Toluca.
Es un tema tan complejo, que tal vez todas las opiniones sean aceptables, porque en esto no hay bien o mal, simplemente apreciaciones diversas de un concepto un tanto ambiguo, que intenta regular las conductas de los actores del futbol.

Reitero mi postura. Me parece que no hay violación al código del Juego Limpio, pero los invito a manifestarse, algunos días después, con los pensamientos mejor ordenados, en un intercambio de opiniones que con gusto recibiré, poniendo en práctica el Fair Play periodístico: Leer con respeto y debatir con argumentos.

@ReglaCinco