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martes, 13 de diciembre de 2011

El equipo invencible

Quisiera dedicar este texto concretamente a los futbolistas que cada fin de semana, por lo menos, se calzan los “tacos” y se meten a una cancha de futbol para competir organizadamente contra otro equipo, con un árbitro (o tres o cuatro, según el nivel), y puntos en disputa.
Todos sabemos que existen tres marcadores posibles en un partido, en donde puede haber un vencedor o ninguno, de los equipos de jugadores, pero siempre, y esto sin lugar a discusión, habrá un tercer equipo o individuo, que siempre obtenga el resultado que desea: El árbitro (que para no estar detallando siempre, puede referirse al equipo arbitral con todo y colaboradores).
Aquéllos que han impartido justicia en un campo de juego, ya sea profesional o aficionado, saben que sus decisiones son definitivas, incluso el cambiar un señalamiento original por otro diferente, siempre y cuando no se hay reanudado el juego, es por decisión propia.
El arbitraje es un juego de poder también, donde el del silbato impone su voluntad sobre la de los jugadores. Tomemos el ejemplo de la Final disputada apenas el domingo anterior en Monterrey, donde Tigres se coronó campeón.
Con toda seguridad, Oswaldo Sánchez tenía la voluntad de atajar el posible disparo de Danilinho con los medios que él cree son lícitos dentro del futbol, pero Marco Rodríguez tuvo una visión diferente. No vamos a discutir el acierto o el error del árbitro; mejor observemos la reacción del jugador directamente afectado. Oswaldo se hincó, manoteó, se revolcó en el suelo, insultó, suplicó y reclamó. Nada de lo que hizo logró que el silbante cambiara de opinión. Al final, el arquero se fue a bañar temprano y el penal se ejecutó. Equipos 0-1 Árbitro.
Santos tuvo dos opciones a partir de esta marcación que consideraron injusta: Dejarse caer y culpar de todas sus desgracias al juez, o adaptarse y luchar profesionalmente y con dignidad ante la adversidad de jugar con uno menos. Optaron por lo segundo y tuvieron su resultado. Al término del primer tiempo, los visitantes tenían el juego empatado en el marcador global.
Los errores individuales del mismo equipo verdiblanco permitieron a Tigres remontar el marcador, lo que provocó en algunos jugadores impotencia y coraje. Una vez más, Baloy intentó disputar un balón a su manera particular de sentir el juego, pero igualmente, una vez más, Marco Rodríguez no estuvo de acuerdo. Otra vez vino la cascada de reclamos, improperios al árbitro y demás, pero la postura del juez se mantuvo inflexible y decidida. Equipos 0-2 Árbitro.
Al término del partido, nuevamente en el momento exacto que lo decidió el silbante, el marcador para los equipos contendientes mostraba un 3-1 (4-1 global), pero en el juego particular del árbitro, el único ganador absoluto fue él.
Los jugadores de futbol conocen principios básicos del deporte que practican; unos más que otros. Saben que mostrar los tachones y golpear a un adversario de esa manera puede convertirse en una falta y tarjeta; saben que hacer eso dentro del área penal propia además trae consigo el cobro de una pena máxima; saben que un jugador que no tiene dos adversarios entre el balón y la línea de meta está en fuera de juego, pero desconocen los conceptos de participación activa, tomar ventaja de la posición o interferir con un adversario; saben que jugar el balón con la mano está prohibido en muchos casos, pero no saben exactamente cómo se evalúa la premeditación (no intencionalidad, ésa se castiga de facto y recibe sanciones disciplinarias la mayoría de las veces), y muchos otros ejemplos.
Un árbitro se supone que sabe todo lo anterior y más. Pero aún en el caso de que no lo sepa, no lo interprete adecuadamente, o no lo quiera cumplir por sus reales ganas, siempre llevará las de ganar, porque él trae el silbato.
Las mejores armas que tiene un futbolista para intentar acercarse a la invencibilidad de un árbitro, son el conocimiento de las reglas y sus interpretaciones, al igual que la tolerancia a las marcaciones adversas. Es más fácil recibir favores de un silbante si lo dejamos “equivocarse”, si no le reclamamos hasta el más insignificante saque de banda, que si le hacemos cortes de manga cada que señala algo, si lo intentamos engañar o si infringimos las reglas con regularidad.
Aquel jugador de futbol que esté más preparado en temas reglamentarios, será un mejor futbolista. Aquel que comprenda y acepte, más allá de la calentura de un partido, que al árbitro nadie le gana, aumentará sus posibilidades de usar el reglamento a su favor, y no poner en bandeja de plata su vulnerabilidad, y ser víctima de un tecnicista de las reglas, como es el del silbato.
Oswaldo Sánchez y Felipe Baloy, ambos le dieron armas a Marco Rodríguez para interpretar sus acciones de manera diferente a las que seguramente tienen arraigadas. Si acertó o no, es asunto que no compete directamente a esta reflexión. Lo que sí debe importar, es que saber más, es más. El poder de la información es de quien la busca, la aumenta y la interpreta.
Colofón
En mi particular opinión, decidida en el momento mismo del juego del domingo, ambas expulsiones tienen un sustento reglamentario amplio. Incluso la de Baloy, me parece que no debería dejar dudas, ya que fue una entrada con alta temeridad y fuerza excesiva, jugar el balón antes de patear a un adversario no es motivo para invalidar la falta o disminuirle su castigo.

TA S

martes, 30 de agosto de 2011

¡Rápense todos!

¡He descubierto el enigma de los malos trabajos arbitrales en el país! Hay que olvidarnos de los dirigentes chambones, hipócritas, embusteros; de los árbitros incapaces, temerosos, indisciplinados; de toda una estructura futbolística nacional que los desprecia y relega. El problema no está ahí, está en la cantidad, mucha, poca o incluso totalmente ausente, de pelo en la cabeza.

No he perdido mis cabales. Se los prometo. Después de tanto tiempo de ver cómo se deteriora el arbitraje en el país, cuando las teorías lógicas y analizadas no funcionan, hay que ir a lo verdaderamente descabellado, y lo digo de manera absolutamente literal. Y antes de que cierren el blog y no me terminen de leer por divagar, me explico. ¿A qué árbitro con reluciente cráneo ausente de materia capilar le entregaron anoche el Balón de Oro? A Mauricio Morales. ¿Qué otro árbitro guanajuatense fue el mejor del torneo anterior y dejó muestras de su calidad en la Copa América de Argentina? Francisco Chacón. ¿En qué se parecen ambos? Además de estar convertidos en dos figurones del arbitraje, los dos están bien PELONES. Sí, rapados, a coco, a lo Kojak, como quieran decirle.

He tenido la enorme fortuna de ver en vivo a estos dos señores en las canchas tapatías en semanas consecutivas. Primero fue Morales en el Estudiantes vs Pachuca de la jornada 6. Qué personalidad de tipo. Impone. Pero no se trata de imponer en régimen de terror, los jugadores lo respetan por ser lo que es, y no por temer que se le vayan a zafar los tornillos como a otros. Corre como si tuviera 10 años menos. Administra las tarjetas amarillas con templanza e inteligencia, y se vuelve implacable con las manifestaciones de violencia que atentan contra el juego limpio. ¿Verdad Jaime Ayoví que viste la fecha 7 en la tribuna por atizarle al Chelo Alatorre?

Y Francisco Chacón nos regaló otra cátedra de arbitraje el sábado pasado en el Jalisco, en el triunfo de los Tigres sobre el Atlas. De entrada, le sabe dar una fluidez inteligente al juego. No se trata de otorgar ventajas inservibles, cuando sancionar la falta perjudica más al beneficiado que al infractor. Igual que Morales, el uso de las tarjetas amarillas lo hace de manera excepcional. A faltas similares, sanciones iguales, sin importar el color de la camiseta. La expulsión de Vidrio, inobjetable, pero una muestra de actitud reglamentaria para poner en los libros de texto arbitral, fue la roja para Efrén Mendoza.

Corría el último minuto de la reposición del segundo tiempo. Alan Pulido se enfilaba con balón controlado hacia la meta de Pinto, cuando el juvenil rojinegro detuvo con una zancadilla al delantero regio. Roja cantada. Pero eso estuvo fácil, lo difícil es terminar el partido sin reanudar ni siquiera con la falta, porque el tiempo había terminado. Cualquier otro silbante chambón se hubiera ahorrado “el problema” de expulsarle otro jugador al Atlas, cuando no tenía sentido ni injerencia en el marcador la jugada. Pero Chacón no puede jugar con el reglamento de esa manera. Su capacidad se lo prohíbe.

La moda entre los árbitros del mundo de traer el look “Collina” ha crecido en los últimos años. El italiano fue el mejor del mundo, sin tener un pelo de tonto. El mejor árbitro europeo de la actualidad, Howard Webb, de Inglaterra, también carece de protección solar en la de pensar (aunque se resbaló feo en la final del Mundial). Y nuestros dos pelones mexicanos dominan la liga desde hace más de un año.

Cuando todas las soluciones posibles, e imposibles, no funcionan, hay que actuar. Y si lo que funciona es sacarle brillo a la pelona, en la Comisión de Árbitros deberían quitar tanto asesor inservible, para contratar un par de buenos peluqueros que pongan a todos los nazarenos en calidad de bolas de billar. He dicho.

TA S

miércoles, 10 de agosto de 2011

Lo mismo de siempre

Es muy complicado escribir una colaboración cada semana, con el afán de proponer, criticar con sentido y bases, cuando cada jornada vemos arbitrajes desastrosos, árbitros sin carácter ni personalidad y dirigentes que insisten en destruir lo que alguna vez fue nuestro más grande orgullo futbolístico: Los árbitros . Especialmente, cuando Antony Sanjuampa se merecería una tesis de cómo NO ser árbitro de Primera División, pero me mantengo en la postura de no hacerles perder su tiempo, ni el mío, dedicándole espacio a esta desgracia del arbitraje. Se me olvidaba, este individuo fue el pitador(no se merece el título de árbitro) del juego entre Toluca y Atlas.
Además del individuo mencionado en el párrafo anterior, los errores más graves los cometió Ricardo Arellano en el juego entre Gallos y Tuzos. Y no por el penal marcado de último minuto que significó el triunfo del Querétaro, sino por la complacencia al dejar de sancionar entradas criminales que merecían tarjeta roja, como la de Franco Niell de los Gallos, que por poco se convierte en una desgracia que le pudo causar una grave fractura al jugador hidalguense. También se guardó otro tiro penal a favor de Pachuca, cuando López Mondragón cometió una mano grosera en el área, además en las narices de Camargo, nuestro asistente frustrado que anhela seguir dirigiendo, pero que inexplicablemente no quiso marcar, porque si es capaz de señalar jugadas que ni ve bien, ahora la que tenía de frente sin que le taparan, era una oportunidad que su protagonismo no podía dejar escapar… pero lo hizo.
Del tiro penal al final, en el que el defensor visitante abraza como en Navidad al atacante local, no hay duda, aunque también es cierto que Michel Vázquez (Gallos) tenía sujetado de una manera más discreta a un defensor. La regla dice que a faltas simultáneas, de jugadores de diferentes equipos, se detiene el juego y se reanuda con balón neutral en el lugar donde se encuentra el balón, pero no hay manera de pedirle peras a los olmos. Ya el hecho de marcar un penal en tiro de esquina es un gran avance, son pocos los que se animan.
En un caso en el que estoy en desacuerdo con los comentaristas de la televisión, es el de Paul Delgadillo. Es cierto que su nivel viene en franco descenso, parece que se conformó con haber dirigido una final hace ya más de 5 torneos, y un partido más en el pasado Mundial Sub17, pero destazarlo por el penal marcado contra Tijuana en su visita a Torreón, en el que un defensor visitante carga flagrantemente por la espalda a Darwin Quintero, se me hace ya una postura de ataque personal de los comentaristas de la televisora que se dice líder mundial en deportes. El hecho de que Charles Darwin Región IV no haya caído al suelo y quedádose ahí después del empellón, no significa que no se haya cometido una falta.
Y hablando de penales, el árbitro Markus Strombergsson (sueco, de dónde más), le regaló el pase a Argentina a los cuartos de final del Mundial Sub20 con un par de tiros fatales, uno absolutamente inexistente, y el segundo muy dudoso, por decir lo menos. La víctima fue Egipto, que había hecho un gran Mundial y ahora se regresa al Sahara con las manos vacías, porque el sueco se llevó todo. El protagonista argentino de ambas jugadas fue el delantero Luque, que debería ser suspendido por FIFA al violar groseramente el precepto de Juego Limpio, insisto, especialmente en el primer penal, en el que él mismo se golpea el tobillo derecho con el pie izquierdo y después cae fulminado para que el silbante se lo engullera todito.
Y ya que estamos entrados en el tema del Mundial, al Tri le tocó la mala fortuna, en principio, de tener arbitraje brasileño en su juego contra Camerún. Wilson Seneme fue el encargado de dirigir las acciones. Y decimos que fue mala fortuna, porque la capacidad arbitral brasileña es inversamente proporcional a la capacidad futbolística de sus jugadores. Aunque al final del juego, la labor arbitral no influyó en contra de ningún equipo y el equipo mexicano logró su calificación por méritos propios.
El próximo fin de semana puede traer novedades, o no salir de pan con lo mismo. Los dos escenarios serían los siguientes: Que en el futbol mexicano los silbantes tengan una jornada decorosa, con marcaciones interesantes que valgan la pena analizar y explicar, y que en Colombia, el partido entre los locales y el Tri tenga un arbitraje neutral, sin influencias; o que los del silbato nos regalen una semana más de tibieza, localismo, cobardía y demás linduras que nos muestran cada 7 días.
TA S

lunes, 1 de agosto de 2011

El maldito des-ordenador (o Ya ninguno es garantía)

He vuelto, y conmigo han regresado las desgracias arbitrales nuestras de cada semana. Una opción sería que mejor dejara de escribir, pero como eso no significará que los árbitros van a mejorar de la noche a la mañana, por lo menos no mientras sigan al frente los que están, mejor sigamos dando cuenta de las chambonadas que suceden cada jornada. Además, ni ganas de renunciar yo, mejor que renuncien los que tienen que hacerlo.
La Jornada 1 ni siquiera fue tan mala en realidad, hubo quejas de algunos árbitros, unas fundamentadas, otras no. Al tapatío Paul Delgadillo le cayeron fuertes críticas después del juego entre Tigres y Cruz Azul, y aunque no ha dejada de aparecer en las designaciones, la fecha 2 y 3 las verá desde la banca del cuarto árbitro. Otro que recibió su dosis de declaraciones fue Miguel Chacón Viveros. Fernando Arce, de los ascendidos Xolos, pidió a la Comisión árbitros de nivel y experiencia, y aunque la labor del silbante no fue tan mala (el penal marcado que inclina el juego a favor de Morelia es correcto), el riesgo de poner a uno de los nazarenos más malos, desde Sergio Herrera Charolet, es grande.
En el primer juego del campeonato debutó Óscar Macías en el Estudiantes vs Toluca. A él también se le fue a la yugular el capitán estudiantil, Juan Carlos Leaño, por el gol que le invalida, pero en esta ocasión la decisión del hidrocálido es correcta. Claramente se nota cuando Rubens le solicita la distancia en la barrera, y eso invalida cualquier madruguete. Bien por Macías.
Y por último, el América-Querétaro se lo entregaron a otro debutante: Antony Zanjuampa. Honestamente no quisiera gastar mi espacio en su trabajo; cada quien interprete lo que desee.
El asunto es el siguiente. Tecos, Xolos y Querétaro son los principales involucrados en el descenso, y en la primera fecha recibieron, cortesía del maldito ordenador, a dos debutantes y al peor árbitro mexicano de los últimos años (sí, más que Gasso).
En la segunda jornada, no obstante haber cometido el error la computadora de poner un árbitro punto menos que confiable para arbitrarle a Xolos, en la visita de los canes al Tec de Monterrey, les mandan a otro debutante. Arturo Ramos Palazuelos es un buen árbitro, en Liga de Ascenso, pero se le vio muy verde para dirigir en la máxima categoría. Y la inmadurez arbitral y de carácter se nota en una sola jugada. El primer tiempo lo dirigió sin mayores contratiempos, pero como dice mi estimado Profe Castillo (ése que enseñó a dirigir a muchas de las últimas figuras del arbitraje de Jalisco y que se extraña mucho), los primeros 45 minutos los arbitra cualquiera.
Ojo, no quiero decir que Arturo sea malo, en las finales del torneo anterior entre Xolos e Irapuato lo hizo de maravilla, seguro tendrá una buena carrera, pero mandarle a un debutante la carga de aguantar a Camargo, es demasiado. El ordenador lo puso en ese partido, pero la Comisión le mandó al metiche compadre de Chiquimarco. En fin, alguno de sus dos asistentes, Camargo o Salinas, le señala el penal que significa el empate para los Rayados, y el resto del buen trabajo que haya podido hacer se olvida, porque no tuvo la capacidad glandular para confiar en su ubicación y desestimar a los frustrados de la bandera. Lástima de debut, pero seguramente se repondrá.
Pero no nomás los debutantes la hicieron en la J2. Marco Rodríguez nos deleitó con un buen show, como hacía rato no veíamos. Primero se come un penal del tamaño del estado de San Luis Potosí al finalizar el primer tiempo del juego entre San Luis y Estudiantes. Para su fortuna, a medias, su asistente Carlos González, le indica que hay un penal flagrante, incluso de expulsión. Lo bueno llega cuando el de la bandera le pasa el chisme incompleto a Marco, y el Chiqui se va contra el Chango Moreno, cuando el culpable fue Matellán. Después de que Moreno le dice al árbitro claramente, “yo no fui y no me voy”, de algún lugar le llegó al del silbato la genial idea de que si no se ponían de acuerdo en el culpable, pues entonces no expulsar a nadie. ¿Y Matellán? Pues se salió con la suya. Lo que hizo Rubens después también era de expulsión por insultar a sus compañeros, pero el que verdaderamente fue sancionado con el cartón rojo por pasarse de la lengua con Michael Orozco, fue el Cheto Leaño, al igual que el potosino que se quiso descontar al capitán zapopano. Ambos terminaron el juego antes de tiempo en los vestidores, y verán la J3 desde la tribuna. Uno por lépero y el otro por broncudo.
Y ahora ni cómo echarle la culpa al ordenador, porque mandó al supuesto mejor árbitro al juego de un involucrado en el descenso, pero ni así, lo que nos lleva al segundo punto del título de esta publicación. Fallan los debutantes, fallan los internacionales, fallan los asistentes, fallan los que dirigen a los árbitros, y al final, que se vayan al carajo los equipos, especialmente los Xolos. Y cuando por fin el des-ordenador les manda a Roberto García al juego vs Chivas, el partido se juega hasta dentro de un mes.
Bienvenido yo de regreso, ustedes también por supuesto, y las desgracias arbitrales nuestras de cada jornada.
TA S

lunes, 23 de mayo de 2011

Los de vuelta (o recuento de una temporada para el olvido)

Uno de dos. Macías, sí; Chacón, no. Qué gran injusticia para Francisco que la Comisión de Arbitraje le haya negado el premio de dirigir la final, cuando a todas luces era el que más merecimientos tuvo durante el torneo y la liguilla.
Por orden de aparición, hablemos primero del juego que definió el ascenso de los Xolos, allá en su casa de Tijuana. No fue una actuación libre de polémica la de Óscar Macías, sin embargo fue lo suficientemente buena, y con una gran dosis de suerte, para que no se hablara del árbitro como un factor que definiera el resultado del partido.
El gran villano, si es que hubiese que ponerle un calificativo, aunque totalmente comprensible su error, fue Miguel Chúa, el asistente que no logró determinar que el remate de un delantero fronterizo había traspasado la línea de gol, cuando el encuentro se mantenía empatado a cero goles.
Para fortuna de él, de Óscar, del resto del equipo arbitral, y especialmente de los integrantes de la Comisión de Arbitraje, posteriormente cayeron los goles suficientes que marcaron la victoria de Xolos, y por consiguiente su ascenso a la Primera División.
En la gran final de Primera División, tuvimos la desagradable sorpresa de que fuera Marco Rodríguez el designado. Ojo, no es la bronca contra Marco, es un extraordinario árbitro, pero las finales se ganan en la cancha, y en esta ocasión Chiquimarco no hizo los méritos suficientes para dirigirla. Durante el torneo regular fueron Chacón y Morales los que dieron la cara, para desgracia de Mauricio, sus errantes actuaciones en la liguilla lo marginaron del juego grande, pero Chacón fue elevando su nivel notablemente, hasta alcanzar niveles de excelencia, como en la vuelta de Pumas vs Monterrey en los cuartos de final. Lo que sucedió en Morelia fue sólo el pretexto para dejarlo fuera, ni más ni menos.
Rodríguez no hizo un mal trabajo en CU, habrá que reconocerlo. Los penales marcados y las respectivas tarjetas amarillas a ambos guardametas fueron atinadas; la conducción del juego fue bastante aceptable; la amonestación a Sabah a mi parecer fue correcta, aunque para otros debió señalarse penal; no abusó de las poses ni del protagonismo, pero sí hay un detalle notorio, que fue su constante durante el torneo: cambiar las rojas por amarillas, y las amarillas por nada. Leandro tenía escasos dos minutos en la cancha, cuando le mete tremenda patada a un moreliano. En cualquier lugar del mundo, con el árbitro más novato, era de amonestación clara, sin duda, prístina. ¿Qué hizo Marco? Nada de nada. Por poco y ni la falta señala. Otros 120 segundos después, Leandro se quiere quedar con una playera visitante para el recuerdo, y ahora sí viene la amarilla por sujetar. ¿Qué pues Chiqui? Hay que calificar las faltas como se debe, mejor dicho, como nos acostumbraste, sin miramientos, sin importar el minuto ni el jugador, si es de amarilla, pues amarilla.
Al final, el campeón no tiene ninguna mancha en su título y don Aarón Padilla y su pandilla (hice verso sin esfuerzo), se pueden ir a su Convención Nacional sin un nuevo escándalo, aunque les esperan días difíciles. Parece que Archundia viene con todo en busca del poder y de una reestructura total del sistema arbitral mexicano. Dicen que si el viento sopla a su favor, habrá una limpia general de dirigentes, delegados y árbitros. Al tiempo, como dicen en mi pueblo.
El resumen general de la temporada, empero, no puede ser positivo. Sambueza vs Medina incluso en la pretemporada, las acusaciones de amiguismo fueron pan de todos los días, las cacerías descaradas a Jaime Herrera, Fabricio Morales y el propio Román Medina por parte de Carlos González y compañía, más los dos o tres trabajos desastrosos por jornada que tuvimos, hicieron de este Clausura 2011, uno de los torneos más negros de los de negro. Como dice mi buen amigo Nico Martino: CHIT!!!!!!!!!!!!!!!!
TA S

viernes, 20 de mayo de 2011

Los de ida

Esto está  bien fácil: Tanto en Irapuato, como en Morelia, hubo más árbitro que partido. César Ramos Palazuelos y Roberto García Orozco cumplieron con creces su labor, al dirigir las idas de los partidos más importantes de la temporada en las dos categorías estelares del futbol mexicano.
A Palazuelos le tocó un partido un poco más movidito, que no bien jugado, pero sí de mayor exigencia. Con su cara de niño bueno, casi al final del juego se le plantó en la cara a Cuauhtémoc, para mostrarle una tarjeta amarilla con carácter y personalidad.
De Roberto García hay muy poco que escribir. El partido estuvo tan malo, que ni patadas se dieron los jugadores. Cabrera y Velarde se quisieron pasar de rosca al inicio del segundo tiempo; Roberto les metió mano dura con sus respectivas amarillas y punto final al problema.
Tal vez lo más destacable de toda la actuación del árbitro capitalino, fue la manera tan peculiar de dar el silbatazo inicial. En una mezcla de Eduardo Brizio, Manuel Glower y Mauricio Morales, Roberto tomó vuelo, y lanzó su brazo derecho al frente con mucha energía, tal vez demasiada.
Al momento de escribir esta entrada, la FMF no ha publicado las designaciones para los juegos de vuelta. Crece el rumor de que Marco Rodríguez le podría comer el mandado a Chacón, en lo que sería una muestra más de injusticia por parte de la Comisión de Arbitraje.
Por lo pronto, los juegos de ida resultaron favorables para los silbantes, sin jugadas polémicas, expulsiones o goles conseguidos de manera dudosa. Si la Comisión pretende que esto siga así, las opciones están claras: Macías a Tijuana y Chacón a CU.

TA S

domingo, 15 de mayo de 2011

Roberto y Chacón, no hay más

Las semifinales del futbol mexicano fueron como agua y aceite, tanto en lo futbolístico como en lo arbitral. Pero como lo nuestro es lo arbitral, la metamorfosis de Cruz Azul de jueves a domingo no es tema en este espacio.
En los juegos de ida tuvimos dos actuaciones muy desafortunadas. De entrada, las designaciones de Delgadillo (GDL vs PUM) y Morales (CAZ vs MOR) no fueron justas, especialmente después de sus respectivas actuaciones en los cuartos de final.
Empecemos por Delgadillo. La expulsión de Reynoso es tema de escándalo, pero nadie sabe mejor que ellos dos lo que sucedió. El gol invalidado a Chivas fue muy riguroso, pero con bases técnicas que lo sustentan. Aquí no están las broncas mayores, sino en otros detalles de carácter y sensibilidad arbitral. Uno: Érick Torres, aka Cubo, repartió leña como lo hacía Quirarte en sus mejores épocas, y después de cinco faltas, por lo menos tres de ellas de amonestación, sólo vio la cartulina amarilla una vez. La jugada sobre Martín Bravo en el área de Chivas está muy complicada para el árbitro, pero de haberla visto, era de roja directa por impedir la jugada de gol claro. Pero la jugada que confirmó el bajo nivel de compromiso, sensibilidad y sensatez arbitral fue la expulsión de Cabrera. Paul ya tiene el suficiente camino recorrido como para no dejar que la tribuna le diga qué hacer. Esa manifestación arcaica de la ley de la compensación fue burda, notoria e indigna de una carrera exitosa en los últimos años que había forjado Paul, y que en este torneo ha venido a menos.
Mauricio Morales se desbarrancó muy feo. Había sido el mejor del torneo regular, junto con Chacón. Pero las expulsiones que se merendó en Tigres en la vuelta de los cuartos de final, y la de Villa el jueves en el Azul, combinadas con una pose de Divo totalmente inadecuada para un árbitro (no se diga profesional, de cualquier tipo), lo deben de mandar a su casa sin más oportunidades esta liguilla.
Pero el Sol salió para los árbitros el domingo. Roberto García Orozco lo hizo de maravilla en CU al mediodía. Nada que objetar, sobrio, decidido, generoso en el esfuerzo y discreto. A ver si Mauricio Morales le aprende algo, pero dicen que chango viejo no aprende maromas nuevas.
Francisco Chacón sacó todas sus armas para dirigir un partido bravísimo en Morelia. Con una personalidad impresionante, controló las acciones de manera ejemplar. Certero en las amonestaciones, en la aplicación de la ventaja y notable en su esfuerzo físico. La bronca del final pudo haber dado al traste con todo, pero dado lo caótico que se tornó el ambiente, las expulsiones fueron correctas, aunque no tengo evidencia del motivo que le costó la roja a Sabah, así que a darle el beneficio de la duda. Entre tantos grupos de rijosos, seguramente no fue posible detectar las agresiones de Corona, Pinto y Yosgart, todos de Cruz Azul. Ojalá la Disciplinaria juzgue de oficio la bronca, y los agresores, especialmente Corona, se vayan un buen tiempo a descansar. Recordemos que la pena por participar en una riña es de seis partidos de suspensión.
Así, si la sombra del amiguismo y la ceguera directiva en la Comisión de Arbitraje se mantienen al margen, Roberto va a Morelia el jueves (si el estadio no es vetado, cosa que dudo porque el espontáneo no agrede primero), y Chacón será el encargado del juego de vuelta el domingo.
Colofón: El sábado en Irapuato, donde se disputó la final de vuelta de la Liga de Ascenso, hubo un trabajo arbitral notable de Óscar Macías Romo. Después de los escándalos de Sanjuampa (expulsó al Parejita y la Disicplinaria tuvo que intervenir para quitarle el castigo) y Perea (blog anterior) en las semifinales, primero Arturo Ramos en la ida, y después Macías en la vuelta, le dieron un respiro a la Comisión de Arbitraje. Nomás por joder (exgobernador de Jalisco dixit), les dejo dos preguntas, con todo y sus respuestas: ¿A qué Delegación arbitral pertenecen Perea y Sanjuampa? A la del DF. ¿Y a cuáles Ramos y Macías? Sinaloa y Aguascalientes. Ai´ se las dejo……
Colofón 2: Todavía faltan dos juegos por el ascenso. No deberían ser ni Perea ni Sanjuampa, pero ya saben cómo se las gastan en el Cencap (sede de las oficinas de Aarón Padilla). Los candidatos podrían ser Toño Pérez Durán u Obed Gómez. Óscar Macías podría volverlo a hacer, pero tampoco es lo más sano. Lo que sí estoy seguro, es que a alguno de los juegos debe ir Luis Manuel Rivera, asistente de Jalisco que seguramente veremos en Primera División la próxima temporada.
TA S

martes, 10 de mayo de 2011

Aberrante

El título de esta colaboración no expresa totalmente lo que opino acerca de lo sucedido en León, durante el juego de vuelta por las semifinales de la Liga de Ascenso (antes Primera A), en el que Tijuana dejó fuera de competencia al León.

Fue una cascada de errores, faltas de criterio y brutalidad excesiva la que se vivió en el Nou Camp de la ciudad de los cueros. Hay tantos responsables, que deberían castigar a todos los involucrados en este desdichado incidente.

Vamos a mencionarlos sin ningún orden jerárquico, pero empecemos por el árbitro, al fin que esto se trata de arbitraje. Primero, es una verdadera vergüenza que un silbante como Israel Perea se lesione en un juego de este nivel. Y no porque esté prohibido lesionarse, es parte del juego, pero su capacidad física es notable, hasta corre maratones en sus ratos libres. Tampoco tiene el pretexto de un clima extremo o un desgaste extraordinario. Veredicto: Falta de cuidado personal. No está concentrado en que es una Liguilla trascendental para su carrera, es ahora o nunca si busca un lugar en Primera División.

Pudo ser falta de descanso o mala alimentación, el asunto es que se acalambró empezando el segundo tiempo. Y tardarse cinco minutos en decidir si podía seguir o no, fue un error de juicio grave, una falta de conocimiento de la plaza y una terquedad. Óscar Villagómez estaba listo, o tal vez no, nunca lo sabremos, pero la decisión de seguir o parar la debió tomar en máximo dos minutos. Y para colmo, la terrible suerte de que al reanudar, Tijuana hiciera el segundo gol.

Acto seguido del segundo gol de Tijuana, Nacho González, defensa de León, descarga su impotencia al agredir de un pelotazo a un rival. La expulsión hizo detonar la furia de la grada. Segundo responsable: Nacho González.

La zona de guerra en que se convirtió buena parte del graderío, mostró imágenes que le enchinaban la piel al más macho. Los rostros aterrados de niños, mujeres y papás se quedarán en la mente de muchos de nosotros durante mucho tiempo. Así como la turba enardecida merece todo mi desprecio y condena, la actuación de la policía municipal no pudo ser más errónea. En un acto desesperado, y que tal vez ayudó a salvar vidas, permitieron la huida de muchos indefensos hacia el terreno de juego, pero después todos pudimos ver en la transmisión en vivo, como un policía municipal intentaba separar a un niño de no más de 10 años de su papá. Ambos se aferraban el uno al otro, mientras que un cavernícola con uniforme azul jalaba al padre con violencia. Una mujer, al parecer de Protección Civil, entró al rescate de la situación, para permitir que ambos salieran por el vestidor visitante.

Una vez que se hizo evidente que una inmensa parte de los asistentes corría peligro, la decisión inmediata era suspender definitivamente el juego, para permitir el ingreso de más personas a la cancha, donde estarían más seguros que en la tribuna. Pero una vez más, una persona con un acervo neuronal limitado (léase el Comisario de la Federación), acataba la absurda orden de no suspender el juego de inmediato, incluso lo reanudaron después de casi 20 minutos. ¿Quién estaba del otro lado del teléfono del Comisario? ¿Bonilla? ¿Decio? Quien haya sido, seguro estaba en la comodidad de su sala siguiendo todo por TVC, sin una pizca de sensatez y humanidad.

En esta situación, todos los actores involucrados deben de rendir cuentas. Un árbitro sin criterio y sensibilidad por el momento del partido; jugadores intolerantes que no saben digerir un gol en contra (González y Bonells); una de las aficiones más violentas y de mecha más corta en el país; un Comisario lambiscón y cobarde que acepta órdenes de un inepto que lo único que cuida es el negocio, además de una policía municipal escasa, mal preparada y rebasada por la violencia de la tribuna.

La Comisión Disciplinaria informó de un veto de plaza al equipo León, pero no dijo de cuánto tiempo. La sanción debería ser ejemplar en todos los sentidos. Un año podría ser una buena opción, pero si queda en dos míseros juegos ya será mucho. Ni hablar de disminución de puntos para el próximo torneo; la Disciplinaria tampoco tiene valor para poner ejemplos. Perea bien puede haber perdido toda oportunidad de ver la Primera División como juez principal, así que como siempre, el gran perdedor será el árbitro. El Comisario y quien le dio las órdenes, seguirán haciendo de las suyas. Una vez que se termine el veto, la fiel afición leonesa volverá a llenar el Nou Camp, y los inadaptados que causaron la violencia en la tribuna, volverán a conquistar la grada y mantener su imperio de anarquía y prepotencia. A menos que la Federación decida poner el ejemplo con este caso. ¿Pero saben quién es el dueño del León? Jesús Martínez. Sí, el de Pachuca. Yo creo que la FMF no hará nada, como ya es costumbre.

El futbol mexicano tiene una severa enfermedad. Está infectado por dentro, totalmente invadido de un cáncer de dinero, poder y juego sucio. Lo de León pudo haber sido la peor tragedia en la historia del futbol mexicano. Pero como nadie perdió la vida, no importa, el negocio no pierde y que la afición siga yendo al estadio bajo su propio riesgo.

Justino, Decio, Bonilla, Padilla, Sabater y demás secuaces, por favor lárguense, no son dignos de los puestos que ocupan ni de los millones que cobran sin merecer.

Colofón
El desafío descarado a las regulaciones de FIFA con la hidratación del minuto 25 parece un juego de niños ya en comparación con todo lo demás.

jueves, 28 de abril de 2011

Leñadores vs actores

Una serie de cuatro partidos entre los dos equipos más poderosos de España, y del Top 5 Mundial sin duda,  ha tenido al mundo hablando de ellos durante todo el mes de abril y lo que falta para el último enfrentamiento. Real Madrid y Barcelona han encarnado, de la mano de sus polémicos entrenadores, mucho más Mourinho en el Real, una de las batallas futbolísticas más intensas de todos los tiempos. Desafortunadamente los encargados de llevar la justicia en la cancha, no han estado a la altura de las figuras que deben de dirigir.

Vamos a concentraros en los últimos dos juegos, la final de la Copa del Rey, y la ida de la semifinal de Champions League. El juego disputado en Mestalla, que ganó Madrid 1-0 en la prórroga, fue dirigido por Alberto Undiano Mallenco. ¡Vaya concierto de patadas de los de blanco a los de azul y rojo! El internacional español fue absolutamente incapaz de detectar que el equipo de Mourinho tenía en la violencia una de sus estrategias para detener a Messi y compañía. Pepe y Carvalho jugaron gratis desde el primer tiempo, tras darse gusto repartiendo leña a mansalva. Xabi Alonso los imitó sin empacho, al igual que Marcelo. Al final, el único expulsado, a punto de terminar el partido, fue Di María, que ni se le acercó a los talones a la manera de patear de sus compañeros. Todo mundo vio la manera en que Real Madrid secó la magia blaugrana. Menos Undiano Mallenco.

Comentaba con la bella mujer que me acompaña por la vida, que en Champions y con árbitros “de verdad”, como los alemanes o italianos, Real Madrid terminaría con menos y debería cambiar su estrategia. Seguramente lo mismo pensó Guardiola, pero no quiso dejarlo al azar y mandó una indicación muy clara a sus jugadores: Presionar al árbitro con todo y realzar cada jugada, choque y falta, para aprovechar la coyuntura. La fama de leñadores se la ganaron los blancos a pulso en Mestalla; los árbitros alemanes comandados por Wolfgang Stark lo sabían, y los visitantes ayer en el Bernabéu lo aprovecharon al máximo.

Tras lo que pareció una entrada criminal de Pepe a Dani Alves, el defensor madrileño se fue a bañar temprano al minuto 15 del segundo tiempo. Pero oh sorpresa cuando llegaron las repeticiones. La entrada era de juego peligroso a lo mucho. Dani Alves, con su actuación de “me arrancaron la pierna con una bazuka”, la bien ganada fama de Pepe de leñador, la presión extrema de los jugadores del Barcelona, la mala y lejana ubicación de Stark, y la errónea recomendación de alguno de sus asistentes al que consultó, dieron como resultado la expulsión del defensor, además de la de Mourinho, que en las reclamaciones posteriores también se ganó un boleto para ver el juego desde la tribuna.

En el juego de artimañas, el resultado se encuentra con una victoria por bando para los equipos de futbol, por dos derrotas prístinas para los equipos arbitrales. ¿Qué sigue? La Comisión de Árbitros de la UEFA deberá tener mucho cuidado con la designación del juez para el juego de vuelta. La eliminatoria parece decidida en favor de Barcelona, pero Madrid no se va a morir de nada y el partido en el Nou Camp sigue siendo de altísimo riesgo. Con dos experiencias y enseñanzas muy claras de los anteriores enfrentamientos, se supone que los árbitros en turno sabrán que Madrid pega mucho y el Barza se queja de más. Vaya prueba le espera al que se saque la rifa del tigre. Los grandes silbantes europeos o se han retirado o van a la baja. Markus Merk, De Bleekere y por supuesto Collina ya no están. Rossetti anda bajón “de juego”, a Stark le quedó grande la yegua, así que al parecer sólo quedan Bussacca (Suiza) y Howard Webb (Inglaterra), aunque al británico de repente le tiembla la mano para tomar el cartón rojo y plantárselo en la cara a los pasados de leña, si no los invito a recordar la memorable patada que le dio De Joong a Xabi Alonso en la final de Sudáfrica 2010.

Esperemos que después del juego de vuelta, el equipo arbitral se haya anotado una victoria para la causa, porque sería muy penoso que con tanta experiencia adquirida, los equipos de futbol les volvieran a ganar la partida con nuevas tretas y artilugios. Al final, parece que ambos equipos tendrán que jugar al futbol, pero no se sabe, desgraciadamente parece que los entrenadores y jugadores siempre van un paso por delante de los jueces.

TA S

Colofón
Les comparto esta liga para que vean un poco de lo que escribo.

martes, 19 de abril de 2011

Lecciones de arbitraje, cortesía de Chacón

Hace mucho tiempo, mucho en verdad, que no veía en vivo (osea, no en la tele con sus repeticiones y comentarios de personas que no saben en muchas ocasiones lo que dicen), un arbitraje de tan alta calidad, como el que mostró Francisco Chacón el domingo en el Estadio Jalisco. Así de entrada, me parece que el Estudiantes vs América de la fecha 15 ha sido el juego mejor dirigido del torneo.
Para muchos árbitros, terminar un encuentro sin mostrar tarjetas amarillas tiende a ser un objetivo muy preciado. En buena cantidad de los casos, alcanzar esa meta significa que se tuvo un control adecuado de las acciones, que la personalidad y buenas decisiones técnicas fueron suficientes para llevar el juego a buen término. Aunque en muchas otras ocasiones, ese mismo deseo por no sacar el cartón amarillo de la bolsa, permite que se den muchas patadas, y el árbitro confunda su labor de conductor por obtener un triunfo personal.
En el caso de Francisco Chacón, la ausencia de amonestaciones fue un claro ejemplo de cómo controlar un partido con jerarquía. Las expulsiones a Carlos Reinoso por sus constantes rabietas en la banca, y a Marcelo Alatorre por impedir una acción manifiesta de gol de Montenegro, fueron determinantes y correctas para darle forma a su juego.
Además de la gran concentración y manejo de las sanciones, Chacón demostró que se estaba divirtiendo dentro del terreno de juego. Corrió como pocas veces lo había visto, sonrió, regañó, medió y hasta se dio tiempo de posar en algunos de sus señalamientos. Se notaba desde la tribuna cómo estaba disfrutando su partido. Seguramente al final se fue a festejar con un buen corte a La Estancia, porque su trabajo bien se lo mereció.
Nota aparte merece el trato que tuvo con su asistente número uno. La última vez que dicho personaje actuó en el Jalisco, despedazó el partido, en complicidad con el árbitro en turno. Esta vez, Camargo intentó arbitrar desde la banda nuevamente, pero Chacón no es Arellano. Hay una acción muy clara en el segundo tiempo, en el que un jugador de América patea levemente, sin intención, en el rostro a un rival tecolote. Camargo agitó la bandera con fuerza y señaló su bolsa de la camisa, para indicarle al árbitro que la jugada merecía amonestación. Chacón hizo mutis, ya que tenía bien claro que el juego estaba en la bolsa y no iba a desperdiciar una tarjeta, mucho menos por recomendación de su asistente.
Esa jugada aislada no significaría mucho, simplemente que el árbitro tiene la jerarquía suficiente para tomar sus propias decisiones, pero posteriormente, en la señalización que hace el auxiliar de un fuera de juego que invalida el potencial empate a 2 goles de Lillingston, se notó que Chacón le iba a cobrar a Camargo las que debía del Clásico Tapatío de hace unas semanas. El delantero estudiante corrió con rabia hacia donde se encontraba el verdugo de su anotación y le recitó unas palabras poco amistosas, en relación directa a la supuesta profesión de la madre de Camargo. Chacón definitivamente se dio cuenta de lo que pasaba entre el delantero y el asistente, incluso es probable que lo escuchara por la diadema. Con Arellano en la cancha como central, o cualquier otro árbitro sin valor, el show no se hubiera hecho esperar. “Ay árbitro, me dijo que mi mamá no sé qué, expúlsalo”, se hubiera escuchado por el intercomunicador. Pero no esta vez. Camargo ni se atrevió a decir nada. Y Chacón reanudó el juego como si no hubiera pasado nada. Qué muestra de valor, liderazgo y desparpajo del central. Ojalá Camargo haya aprendido la lección.
Al final del juego, cuando los árbitros se reúnen para salir juntos de la cancha, Chacón recibió a su otro asistente, Salvador Rodríguez, con caluroso abrazo. Cuando los alcanzó Camargo, recibió un cordial apretón de manos. La señal fue clara como el resultado del juego.
Si Chacón arbitra el resto del torneo como lo hizo este partido, solamente una injusticia, de las que casi no hay en la Comisión de Arbitraje, le impedirá dirigir la Final.

Colofón

Víctor Romero, un asistente puede no conceder un gol que rebasa apenas la línea de gol, la colocación, la velocidad o un obstáculo en la visión pueden provocar el error, totalmente comprensible en algunas ocasiones; pero no hay manera de que veas el balón adentro de la portería cuando esto no sucedió. Lástima, estabas haciendo un gran torneo, ojalá no te afecte mucho en tus aspiraciones dentro de la Liguilla, porque por lo pronto reviviste al Atlas y mataste al Pachuca.

Colofón 2

La Comisión de Árbitros de FIFA designó a las silbantes que dirigirán el Mundial Femenil de Alemania, entre junio y julio de este año. Felicidades a Quetzali Alvarado, Rita Muñoz y Mayté Chávez. Seguramente tendrán un gran papel y demostrarán nuevamente que el arbitraje mexicano es de alto nivel internacional, especialmente el femenil.

TA S

jueves, 14 de abril de 2011

Estrategias equivocadas del Clásico

A raíz de este título se pueden interpretar varios aspectos del partido entre Chivas y Águilas del domingo pasado. Principalmente tendrían que ver con la táctica diseñada por Carlos Reinoso para tratar de ganar el juego, pero no va por ahí. Por supuesto que fue equivocada, pero como en este espacio escribimos de arbitraje y asuntos disciplinarios o de reglamentos, nos vamos a enfocar en el trabajo del árbitro y en la determinación de Chivas por no protestar las manifestaciones violentas de los jugadores de América en el terreno de juego.
En la entrada anterior hablamos de esta segunda gran oportunidad que recibía Erim Ramírez para dirigir el partido de temporada regular más importante de nuestro futbol. Es claro que ya todos sabemos lo que pasó. Nuevamente América debió terminar el partido con menos jugadores que los 11 de inicio. Se habla de Cervantes, Mosquera y de Reyna, así que vamos por partes.
La jugada de Cervantes, en la que golpea con el puño en el rostro a Erick Torres, no fue, como la mayoría puede pensar, falta de valor del árbitro para sancionar. La falla de Ramírez fue no haber corrido más abierto en la jugada, para no tener que desviar tanto la atención en seguir el balón que seguía de largo. En caso de haber estado más cerca de la línea de banda de su izquierda, su ángulo de visión hubiera incluido a Cervantes y a Torres. Veredicto: Error atribuible a la colocación errónea.
Aquivaldo Mosquera se dio gusto ablandando al mismo Erick Torres, desde la primera jugada dividida que tuvieron. La primera la dejó pasar el árbitro con una llamada de atención, pero la segunda, poco tiempo después, debió sancionarse con tarjeta amarilla. Para cuando viene el forcejeo, otra vez con Torres, en el que el defensor colombiano golpea con el brazo en el rostro al juvenil de Chivas, la tarjeta amarilla que recibió correctamente, debió haber sido la segunda.
Y la cereza del pastel, la que a mi parecer es la falla más grave y pudo haber salvado un poco el trabajo de Erim, fue la tarjeta amarilla que muestra a Reyna casi al final del partido, cuando golpea violentamente con el codo en el cuello a Jesús Sánchez. La jugada lo tomó a menos de 5 metros, sin obstáculos para su vista, con el América vencido, desesperado y potencialmente violento. Toda esa combinación, más Ángel Reyna involucrado en la jugada, era más que probable que viniera la agresión. Y llegó. Lo que no llegó fue el cartón rojo.
¿Qué le pasó a Erim Ramírez? ¿Por qué se le volvió a escurrir de las manos la gloria de un Clásico? Me parece que fue por no aprender de la experiencia anterior. Cuando una vez te pasa que intentas arbitrar sereno, conciliador y evitando al máximo las sanciones disciplinarios, es decir las tarjetas, y no funciona, a la siguiente debes cambiar el enfoque. Está bien aguantar una tarjeta, pero dos patadas similares del mismo jugador al mismo adversario (Mosquera-Torres), no se pueden pasar por alto. Esa tarjeta amarilla pudo haber evitado la confrontación entre los mismos jugadores minutos después, y probablemente también el episodio con Cervantes. Los jugadores del América se sabrían vigilados si se pasaban de rosca con el chamaco, pero ese mensaje llegó tarde y tibio de parte del árbitro.
Los Clásicos se arbitran de manera diferente, es cierto, pero sin alejarse de las reglas e imponiendo respeto y orden en el terreno de juego. Y al final con Reyna, no cabría ni siquiera el pretexto de cuidar el espectáculo y dejar a un equipo con 10 desde el primer tiempo, porque el juego estaba decidido y la agresión fue notoria. Erim Ramírez, su equipo arbitral y su asesor, equivocaron la estrategia.
La fortaleza de carácter personal de Erim Ramírez es grande. Ha salido adelante de muchos episodios profesionales y personales complicados. Este caso no debe ser la excepción, si bien no es un jovencito novato en Primera División, aún tiene los mejores años de su vida arbitral por delante.

Colofón
La decisión de Chivas por no enviar protesta formal a la Disciplinaria por la agresión de Cervantes a Torres es completamente errónea, hasta incongruente. Tanto que pregonó Jorge Vergara que era el Clásico de la Paz y mucho alboroto, pero al final el mensaje que manda es que no hay bronca ser violento. No importa que hayas goleado y humillado a tu gran rival, omitir esa protesta es fomentar la violencia.

TA S

miércoles, 6 de abril de 2011

La segunda oportunidad

Hace unos meses estaba con el agua hasta el cuello, a punto de caer en un pozo del que no podría salir para continuar con su labor arbitral. Sin apoyo de la Comisión de Arbitraje, sin apoyo en su Delegación y presa de asuntos ajenos, aunque también otros propios de la profesión del silbato, Erim Ramírez casi no encontraba la salida.
Hoy, justo un año después de recibir su primera gran oportunidad en el arbitraje profesional, se vuelve a encontrar con que el destino juega de su lado. Nuevamente en la cabalística Jornada 13, nuevamente en casa del Guadalajara (aunque la primera vez fue en el Jalisco); es designado como juez central del partido más importante del futbol mexicano: Chivas vs Águilas.
No a todas las personas, en cualquier ámbito de la vida (profesional, acadadémico, romántico, personal), se les otorga la posibilidad de volver a hacer lo que alguna vez hicieron erróneamente. Era el primer fin de semana de abril de 2010, cuando rojiblancos y amarillos se encontraron por última vez en tierras tapatías. Se jugaba el liderato del torneo y la clasificación a la Liguilla del rebaño, que con el marcador final de 1-0 (Omar Arellano) cumplió con ambos objetivos.
Pero también se jugaba buena parte del futuro de Erim Ramírez, árbitro tapatío que tenía su primera gran prueba de fuego con un silbato en la mano. Su labor no fue desastrosa ni mucho menos, pero le faltó valor y carácter para sancionar jugadas trascendentales desde el primer tiempo.¨En aquella ocasión, Ángel Reyna debió ser expulsado desde el primer tiempo por entradas violentísimas que cometió. Erim se guardó las cartulinas. Los que nos apasionamos con el mundo del futbol y el arbitraje sabíamos que este partido podría significar un gafete de FIFA o el olvido. Estuvo más cerca de lo segundo que de lo primero.
Hoy, es decir el domingo 10, Erim Ramírez tiene la oportunidad de mostrarle al mundo del futbol que tiene los tamaños, los conocimientos y la entereza, para enfrentar con responsabilidad y pasión esta nueva oportunidad que le pone la vida en bandeja de plata.
La clave está en la pasión y determinación con que una persona busca sus objetivos, especialmente cuando se trata de segundas oportunidades. No importa si es conseguir esa cuenta tan importante para su departamento de ventas, o demostrarle a la mujer amada que es el indicado para rehacer su vida después de una experiencia truncada. O en este caso, para probarle a los futboleros del país, pero especialmente a los críticos implacables del arbitraje, que está listo para ser figura del arbitraje.
Erim, hay que tomar de la experiencia previa, las enseñanzas útiles que debes traer a esta nueva chance. Y también desterrar de tu pensamiento las creencias y actitudes negativas que te impidieron triunfar en grande la primera vez. No olvides tu esencia, no inventes nada; sé honesto y justo con tus creencias, mas no las mancilles con posturas inflexibles o cobardes, indignas de un juez. Si amas tu profesión, si amas al arbitraje, ahora tienes la segunda oportunidad de tu vida. Pocos la han recibido, eres un afortunado tocado por una fuerza mayor que desea que triunfes y le demuestres a todos, a ti, a tu familia, a tus amigos y enemigos, que en una segunda oportunidad como ésta, deseas con todo tu ser que triunfe la esperanza sobre la experiencia.

TA S

miércoles, 23 de marzo de 2011

Húndanlos más

La verdad es que no hay cómo defender a los árbitros cuando suceden acciones tan lamentables como las del Cruz Azula vs Toluca. Ya nadie está exento de cometer horrores arbitrales, y en esta ocasión fue el mismísimo Marco Rodríguez quien perdió la cordura arbitral. A reserva de que una investigación exhaustiva a escala mundial arrojara un resultado diferente, me parece que es la primera vez en décadas, sino es que en la historia del futbol, que dos jugadores (Talavera y Cervantes) resultan expulsados en la misma jugada, por la misma causa.

Seguramente todos los enterados del futbol, y los no tanto, habrán visto cómo una jugada 100 por ciento futbolera, en la que ambos jugadores disputan lealmente el balón, termina en expulsión para ambos, ¡por conducta violenta (agresión)! Ya el reporte de "golpear a un adversario con fuerza desmedida y con intenciones de lastimar" no es nada más que la cereza del aberrante pastel que horneó Marco el sábado en el Azul.

Evidentemente la Comisión Disciplinaria echará para atrás el castigo original impuesto de tres jornadas para los dos futbolistas, pero ahí es dónde se encuentra el nuevo error que se empezará a cometer de ahora en adelante: Corregir en el escritorio los errores de la cancha.

Viendo fríamente la jugada, el árbitro, desde una posición alejada y no óptima, decide que la acción vista merece la expulsión de ambos jugadores. Por más que se demuestre que no hay intención de lastimarse, que ni siquiera hay imprudencia al disputar la pelota, Marco Rodríguez apreció eso y lo sancionó. Hasta hace pocos años, por más equivocado que hubiera estado el silbante al apreciar una jugada, no se discutía si debía perdonarse al jugador. Es como si un delantero falla un gol hecho con la pelota rodadita, dentro del área de meta y sin portero, y después la Comisión Disciplinaria lo suspende por "malograr una oportunidad manifiesta de gol". ¿Suena absurdo? Pues es igual de absurdo que ahora todo mundo exija perdones al por mayor cuando parece que un árbitro se equivocó.

Desde el domingo por la tarde, en redes sociales y sitios especializados, ya se hablaba que la Disciplinaria seguiría perdonando vidas, que si fue Cubo Torres la semana pasada, ésta serían Talavera, Cervantes y hasta Palencia, expulsado por Miguel Flores en el duelo Pumas vs Santos.

Deteniéndonos en la jugada en la que sale expulsado Palencia, después de ver las repeticiones, se aprecia que la jugada es fuerte, sancionable con falta y más o menos en un consenso general, de tarjeta amarilla. Pero el del silbato decide que no, que es de roja. Se puede discutir horas, pero esa decisión ya quedó y listo. Si la Comisión de Arbitraje, la que regula a los árbitros, y no la Disciplinaria, decide reprender al silbante está bien, pero echarle más tierra al pozo en el que está metido el arbitraje, destruyendo su autoridad con perdones de escritorio, es una labor peligrosa que no está ayudando en nada al gremio más golpeado y errante del futbol mexicano.

Por más equivocado que haya estado Marco Rodríguez el sábado, o Flores el domingo, los tres jugadores deberían cumplir un castigo disciplinario que se pague con partidos. Tal vez a lo más que aspirarían Toluca y Cruz Azul, es a que se reduzca la sanción de tres a un juego, pero nada más. Los podrán criticar de no hacer justicia, pero en la balanza está de por medio la salud de los árbitros, en todos los sentidos, mental, física y profesional. Si ya ni en las jugadas de apreciación los van a respetar, no hay esperanza para los silbantes.

Los árbitros están a la deriva, sin un guía que los empuje fuera de esa vorágine de errores que suceden cada semana. Sin instrucción, sin apoyo psicológico que funcione, y ahora golpeados desde adentro, metidos justo en el medio del fuego amigo que lanza Sabater a Padilla desde su trinchera de la Disciplinaria. Ya están los árbitros y sus dirigentes en el hoyo, pero si se los llenan de tierra, jamás podrán salir de ahí.

Colofón: Si en la jugada que salen expulsados Cervantes y Talavera hay faltas sancionables con tiro libre, cometidas al mismo tiempo y con sanciones disciplinarias posteriores, ¿cuál es la manera correcta de reanudar el juego? ¿Falta a favor de Toluca, penal a favor de Cruz Azul, balón neutral? Marco reanudó con tiro libre a favor de Toluca. ¿Estuvo bien?

TA S

jueves, 17 de marzo de 2011

Dos de asistentes

Ya estuvo del verdadero desastre que organizaron Arellano y Camargo el sábado pasado en el Jalisco. El Cubo sí juega y los dos árbitros no. Justicia a medias, porque el daño ya está hecho. Pero como de todo se aprende, el “Camargogate” me dio una idea de qué compartir en esta oportunidad. Historias verdaderas de árbitros y asistentes, pero que nadie conoce porque suceden en canchas alejadas de los reflectores, perdidas en los paisajes sombríos de la Tercera División.

La primera anécdota sucedió en el Estadio Municipal de Tototlán. Además de una fábrica de leche de un montón de hermanos, en Tototlán no hay nada, salvo un estadio público. Esto ocurrió en algún momento de 2003, honestamente no recuerdo tan bien la fecha, pero sí los hechos.

Se enfrentaba el equipo local contra el Atlético Ecca de la ciudad de León. La diferencia en la tabla era notoria entre ambos (arriba los leoneses), al igual que el nivel futbolístico. La terna la conformaban tres jóvenes árbitros jaliscienses, el central no tanto, de hecho le apodaban “Abuelo”, aunque no era para tanto. Los asistentes eran buenos amigos del central, compañeros de generación, lo que suponía un ambiente de armonía en el vestidor arbitral. Camargo en esos tiempos no figuraba como ahora, pero si hubiera visto este partido, seguro habría tomado muchas ideas para meter su bandera en asuntos que no le incumbían.

El primer tiempo fue un concierto de banderazos de ambos asistentes. Jugadas cerca de ellos, lejos, lejísimos y más, eran ilustradas por sus trapos poseídos. En más de una ocasión el árbitro desestimó sus “recomendaciones”, pero la primera parte de lo bueno sucedió en el vestidor al medio tiempo. El árbitro acostumbraba cargar con dos silbatos en el partido, en caso de cualquier falla de uno, utilizar el otro. En el camino de la cancha al vestuario, separó ambos pitos de la correa que los sujetaba, y una vez en la privacidad del recinto arbitral, se los lanzó a ambos compañeros, diciendo: “Ai ta' cabrones, piten ustedes y luego me avisan cómo quedaron”. Aparentemente las disculpas fueron sinceras y ambos se comprometieron a realizar su labor de manera más seria y eficaz. Pero el final del juego tenía preparado otro desenlace.

Corría el minuto 90. Tototlán daba la sorpresa al vencer 3-1 a los visitantes, que atacaban con todo en busca de la hazaña del empate. Tres minutos añadió el juez. En una típica jugada en la que el delantero busca la esquina más lejana a su portería para terminar con el tiempo, se sucedieron una serie de rebotes que provocaron saques de banda y de esquina a favor del local que hacía sus tretas para terminar con el segundero. Cualquier asistente con un dedo de frente y la más mínima experiencia, sabe que el balón debe de salir de esa zona cuanto antes para evitar conflictos. Pero en esta ocasión, el asistente decidió no abusar de su bandera, y después del tercer saque de banda y segundo de esquina, un desesperado jugador visitante atizó con todo a un local. Esto derivó en una serie de empujones, golpes y mentadas al por mayor. Saldo: Tres expulsados y un partido echado a la basura en el último minuto.

El segundo caso que les voy a contar sucedió en Manzanillo, un año antes del episodio de Tototlán. En esta ocasión, el árbitro de Tototlán aún era asistente novato. Era la última jornada, el equipo local ya estaba clasificado a la Liguilla y el visitante no tenía nada que pelear. Manzanillo ganaba por varios goles y se contaban los últimos instantes del juego. En una jugada muy cerca de la esquina, justo en las narices del asistente, el capitán del equipo porteño barre con todo a un visitante. Por la cercanía, el de la bandera no aprecia en su totalidad la acción, pero sí escucha clarito el grito del agraviado. Parecía una falta artera. Tenía todos los elementos. Barrida fuerte, salto espectacular y lamento que se escuchaba genuino. El de amarillo ese día agitó su bandera con firmeza y señaló al árbitro, con una seña discreta, que la jugada ameritaba tarjeta roja. Su compañero, que se encontraba lejos, confió en su auxiliar.

Pero…. malditos peros. Cuando las asistencias atendían al presunto lesionado, se develó la verdad. Sí estaba lastimado, el dolor era real, pero era por un calambre, producto de saltar para evitar el golpe de su adversario. En resumen, la jugada no era ni siquiera falta. Las consecuencias fueron serias, mas nadie se enteró y nunca pasó nada, pero el árbitro terminó una racha de todo un torneo sin expulsar jugadores,  el capitán manzanillense se perdió el primer juego de la Liguilla y el asistente aprendió una gran lección. Meses después, sus compañeros en Tototlán le sirvieron una taza de su propio chocolate.

Moraleja. El árbitro arbitra, el asistente asiste y el jugador juega.  Cuando uno de ellos intenta hacer la labor de otro, el resultado pocas veces es positivo. Es una perogrullada enome, pero con mucha verdad.

 
TA S

jueves, 10 de marzo de 2011

Los jueces del Clásico Tapatío

El ordenador habló. Ricardo Arellano Nieves será el encargado de poner orden (o al menos de intentarlo), cuando este sábado 12 de marzo, se midan en el Estadio Jalisco los equipos de Atlas y Guadalajara, en una edición más del Clásico Tapatío.

Arellano estará acompañado por José Luis Camargo y Carlos Ayala en las bandas, Fabricio Morales como cuarto árbitro, asesorados por el responsable del área técnica de la Comisión de Arbitraje, Carlos González. En teoría estricta, este equipo arbitral compuesto por tres elementos con gafete de FIFA (Ayala no lo tiene, pero vaya que lo merece), y un alto dirigente de la Comisión, debería ser garantía de una buena conducción del juego. Pero puede no ser así.

Ricardo Arellano comienza su segundo año como silbante internacional. Recién tuvo una experiencia en eliminatoria mundialista de Concacaf, en el selectivo Sub-17 del mes pasado. También ha participado en la Liga de Campeones de Concacaf, en donde ha arbitrado encuentros entre equipos mexicanos, con poca fortuna. Hace apenas cuatro años, Arellano aún se encontraba en la entonces llamada Primera División A, realizando trabajos regulares, en donde mostraba la mayor de las carencias de los jueces mexicanos de la actualidad: falta de valor. Sin embargo, la Comisión de Arbitraje lo debutó en el máximo circuito, lo hizo árbitro por la fuerza y hasta gafete internacional le consiguió. ¿Merecido? No. ¿Lo ha lucido con grandes actuaciones que silencien a sus críticos? Tampoco.

En la banda principal estará José Luis Camargo. Definitivamente es uno de los mejores asistentes que ha dado el arbitraje mexicano en su historia. Mundialista ya en dos ocasiones junto con su compadre Marco Rodríguez, tiene un pequeño defecto: El del silbato no es él. En muchas ocasiones, Camargo olvida que su labor es la de auxiliar al árbitro central, no dirigirlo desde su lateral. La combinación, “asistente con demasiada iniciativa-árbitro con una deficiencia para ejercer su jerarquía y autoridad”, nunca han sido buenas. Ése podría ser un foco de atención.

Carlos Ayala es garantía, y salvo un infortunado accidente, una desconcentración que no es usual o el remoto, pero posible, mal día, deberá entregar buenas cuentas desde la banda 2. Lo mismo pasa con el cuarto árbitro, Fabricio Morales, que estrena distinción de FIFA este año. Si se mantiene en su labor administrativa y no trata de llevar el espectáculo a la zona de bancas, será un espectador de lujo del partido.

La historia juega en favor de los árbitros. Los últimos cinco clásicos han sido dirigidos de manera correcta. Paul Delgadillo, Marco Rodríguez en ocasiones consecutivas, Genaro Medrano y Roberto García, han dejado que el juego se resuelva por errores y aciertos de los jugadores, no del equipo arbitral. Si acaso el más polémico ha sido Marco (¿Quién más?) en el Clausura 2009. Expulsó de manera un tanto drástica al arquero Canales de Atlas en el primer tiempo, y sancionó un tiro penal en favor de los Zorros en el minuto 90, que convirtió Marioni para el triunfo rojinegro. Sí polémico, pero lejos de ser incorrecto y determinante para el marcador final.

Las condiciones están dadas para tener un gran Clásico Tapatío. El lleno está asegurado, los equipos llegan completos (qué raro que al Cubo Torres no lo llamaran a la Sub-20) y el equipo arbitral, en teoría repito, está conformado por jueces con experiencia. Estos partidos se convierten en catapultas para algunos silbantes, esperemos que Arellano lo aproveche y termine con las dudas acerca de su capacidad para dirigir en Primera División.
TA S

miércoles, 2 de marzo de 2011

Se acabó el respeto

Les voy a contar una historia que sucedió hace muchos, muchos años. Fue en algún momento de la primera mitad de la década de los años 80. León recibía al Gudalajara en el Nou Camp de la capital cuerera. Después de una decisión del árbitro en su contra, el arquero de Chivas, Javier “Zully” Ledezma, le lanzó el balón al nazareno. El veredicto de la Comisión Disciplinaria fue implacable: Pena máxima de seis partidos en la congeladora, que en aquellos años aplicaba para una conducta de este tipo.

Va otra similar, más reciente y de la que existe mayor documentación. Fue en 1998, iniciaba el Torneo de Invierno de ese año y Pumas recibía al Guadalajara en CU. Felipe Ramos Rizo expulsa por insultarlo a Cristian Zermatten, jugador argentino de los universitarios, quien molesto le propina un cabezazo en el mentón al silbante. Otra vez, el veredicto de la Comisión Disciplinaria fue implacable: Pena máxima de un año de suspensión por agredir al árbitro.

Diciembre de 2010. Román Medina expulsa a Rubens Sambueza de Estudiantes en un juego amistoso de pretemporada. Prácticamente la misma historia que con Ramos Rizo y Zermatten, pero esta vez la sanción es de cinco juegos de castigo, que se pagaron incluso dos de ellos en otras cascaritas que organizó la UAG.  Y el último caso que sirve como introducción a la reflexión esta ocasión, fue el protagonizado por Paul Delgadillo y Osvaldo Martínez, en el Atlas vs Monterrey del sábado anterior. La sanción de tres juegos, uno por “faltar el respeto al árbitro” y dos más por “insultos con lenguaje soez”, es, por decir lo menos, ridícula.

¿En qué momento dejaron de aplicarse los reglamentos? ¿En qué momento se convirtió un balonazo intencional en una falta de respeto? ¿Cómo fue que empujar con el pecho al árbitro y amagarle un cabezazo ahora vale 5 juegos de suspensión, en lugar de 8, 10 o hasta el año que marca el reglamento por agresión?

Conforme pasan los años, el respeto por la autoridad del árbitro ha sido vilipendiada por todos los demás actores de nuestro futbol. La Comisión Disciplinaria se convirtió en el lugar donde los reglamentos de sanciones se interpretan al ritmo que marca el equipo afectado. La Comisión de Arbitraje es presidida por el hombre más noble de nuestro balompié (por lo menos eso dice todo mundo de Aarón Padilla), y al mismo tiempo más incapaz para dirigir a los árbitros.

El Consejo de Dueños gasta cientos de millones de pesos y de dólares en la selección y en mantener su minita de oro, pero no son capaces de competir en salario con las televisoras, que tienen a su servicio a las últimas grandes joyas de nuestro arbitraje, que podrían dirigir el gremio (los Brizio en Televisa, Ramos Rizo en ESPN, Alcalá en TVC). Y el que está libre, Archundia, no le cae bien al propio Padilla y en un descuido, los gringos se lo llevan a dirigir su arbitraje, ofreciéndole mucho dinero, y hartas prestaciones para su familia.

Es preocupante esta falta de interés y respeto por el desarrollo del arbitraje, pero lo más triste e indignante, es que los propios árbitros están cayendo en el juego. Una anécdota más para ejemplificar esto. Bruno Marioni, en ese tiempo en Pumas (2006), le prende tremendo pelotazo a Miguel Chacón en un partido en San Luis. El árbitro lo expulsa, pero al redactar la cédula hace un desastre, inventa causas de expulsión y al final el perjudicado fue él porque dejó de aparecer en Primera División por más de un año. La bronca es que el desastre lo escribió influido por los “consejos” de Antonio Marrufo, que buscaba evitarse una bronca con los Pumas. ¿Qué tal? Por eso no debe extrañarnos tanto, que los árbitros ya se curen en salud al escribir un informe, para que no los vayan a castigar.

Ahora resulta que a uno lo agreden y además tiene que hacer maromas para que el castigo no sea severo y se mantenga en actividad. ¿Quieres ser designado Paul? Escribe algo leve que no afecte a nadie y listo. Y saben qué, funcionó, porque todos los integrantes del equipo arbitral de ese partido repiten esta jornada en Primera División.

Es triste, se acabó el respeto para los árbitros, pero lo más grave es que ya es aceptado por ellos mismos. Han perdido la dignidad. Los jugadores saben que los pueden insultar y agredir, sin ser debidamente castigados. Sus dirigentes a los únicos que cuidan son a sus puestos y jugosos salarios, sin importarles la profesión. De los dueños y presidentes, mejor ni gastar el teclado, los árbitros son un mal necesario que hay que tener bien controlados para que siga fluyendo el negocio. Contra esa filosofía, prácticamente no hay nada que hacer. Lástima.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La excusa perfecta

Hay pocas acciones dentro del futbol más patéticas que un error grosero del equipo arbitral, que incida directamente en el marcador final de un partido. Es patético cuando eres el Necaxa; pierdes 0-1 de manera un tanto injusta futbolísticamente hablando, y en la última jugada del partido, te invalidan un gol bueno por supuesto fuera de juego (Necaxa 0-1 Atlas, jornada 2). Pero es mucho más incomprensible y de mal gusto, culpar al equipo arbitral de tu derrota, cuando tuviste el juego en tus manos (o en tus pies claro), el control de la pelota y las oportunidades necesarias para recuperar el gol que te “quitaron” en el primer minuto del partido (Cruz Azul 2-1 Atlas, jornada 7).

Este pensamiento me vino a la mente el fin de semana en el que se jugó la jornada 7 de nuestro futbol mexicano. Mi “nuevo hijo”, de casi 13 años, culpaba genuinamente y sin misericordia al árbitro Miguel Flores, de la derrota del Atlas en su visita al Estadio Azul. Más tarde Galindo hacía lo propio, demostrando muy pocas actitudes positivas dignas de un director técnico.

Después de lo sucedido en esos primeros 90 segundos de partido, en donde también cae el primer tanto de Cruz Azul, el trabajo del equipo arbitral fue tan bueno o malo como lo ha sido el común denominador en las siete semanas que llevamos de competencia. Las protestas del final, al conseguir Cruz Azul el gol del triunfo son totalmente infundadas. La falta de Arreola es clara, su segunda amonestación correcta y el gol anotado por la dupla Romo-Domínguez es totalmente válido.

Atlas tuvo un lapso de 91 minutos efectivos (contando las reposiciones) de juego para hacer el mismo o mayor número de goles que su oponente, pero no lo logró. Y no lo logró, no por culpa del árbitro y sus asistentes, sino por su propia incapacidad de concretar sus jugadas de gol. Hubiera sido muy aleccionador, que Galindo declarara al final del partido: “No nos llevamos un mejor resultado, porque la falla de Costly cuando el marcador era 1-1, fue grosera, fue un desastre”. No lo declaró así, pero qué tal “no digo que nos robaron, pero la labor del árbitro fue desastrosa”. ¿Te acuerdas Maestro del Necaxa-Atlas?

Y ejemplos como el caso Cruz Azul-Atlas hay tantos, que no hay blogs suficientes para nombrarlos. Esto que relato es apenas lo que sucedió esta jornada, pero basta hacer un poquito de memoria para encontrar historias similares. Hasta el error arbitral más grande que he visto en los últimos años, en el México vs Argentina del último Mundial, no es absolutamente determinante del resultado. Al final de cuentas era el primer gol y quedaba 75 por ciento de partido para conseguir el empate. ¿O acaso del equipo arbitral de Rossetti tuvo la culpa de la pésima técnica de Osorio?

Culpar a un árbitro y/o a su equipo por incapaces, mal preparados, faltos de valor, ignorantes y demás defectos, es totalmente válido, porque se lo merecen con mucha regularidad (especialmente los mexicanos en los últimos años). Culpar a sus dirigentes por incapaces, comodinos, parciales e incompetentes, también se vale. Lo que no se vale es tener la excusa perfecta en un grupo de jueces, para justificar la propia incapacidad futbolística de un grupo de jugadores y su técnico.

Vamos a criticar la labor del sistema arbitral mexicano y a sus dirigentes, pero con la finalidad de que desarrollen su potencial y sean más eficaces, no para tener el desahogo adecuado a los propios errores de los futbolistas y sus técnicos.

TA S

jueves, 17 de febrero de 2011

Una vez más

Es complicado volver a escribir una opinión de futbol y arbitraje cuando ha pasado tanto tiempo desde la última vez. Fue en 2006, durante el Mundial de Alemania. Todavía leo algunas de las columnas publicadas y claro que entra la nostalgia. Para ver algunas de las colaboraciones de esa época los invito a entrar en http://hemeroteca.informador.com.mx/ donde en el motor de búsqueda avanzada pueden utilizar las palabras "regla" y "cinco". Si escogen el año 2006 podrán leer las publicaciones durante el Mundial. Los resultados los arroja en formato PDF, pero sin vínculo específico, así que la búsqueda es obligatoria para encontrar las columnas.
Casi cinco años más tarde, después de concluir voluntariamente con mi carrera como asesor de árbitros de la Comisión de Arbitraje de la Femexfut, me siento con la obligación de manifestarme. Para nadie de los que seguimos el futbol mexicano y mundial con regularidad, es un secreto que el gremio arbitral es el más atrasado en cuanto a su desarrollo y uso de tecnología. No se diga de la urgente profesionalización del sector, y en el caso concreto de México, de la imperiosa necesidad de buscar mejores alternativas en las áreas de instrucción para los silbantes. Y como la labor de un opinador no es nada más la de criticar visceralmente y señalar errores (gracias por esos consejos Sergio), ésta es mi propuesta, con nombres, apellidos y presupuesto para mejorar la instrucción arbitral en México.
Con el dinero que ingresa la Federación por conceptos de la mina de oro vestida de verde, más los jugosos (y lácteos) patrocinios de la Comisión de Arbitraje, bien se podría destinar una buena partida para el salario de un instructor de calidad mundial. Elizondo, Collina, Firsk (aquél sueco de gran calidad moral y mejores capacidades arbitrales) o Merk, serían candidatos naturales. El argentino y el italiano no tendrían problemas de comunicación, pero el sueco y el alemán podrían impartir al principio en inglés, y con su alta cultura, aprender español en cuestión de pocos meses. Su trabajo en México se podría prolongar por un año, en el cual se apoyarían en Armando Archundia y eventualmente capacitarlo para que en el futuro tome las riendas de la instrucción. ¿Cuánto? 250 mil dólares por un año me suena como una cantidad justa, más tomando en cuenta que el salario del cuarpo técnico de la Selección Nacional tiene cuando menos un cero adicional.
Los intentos anteriores de buscar afuera han sido desafortunados, por decir lo menos. Rodolfo Cibrián, el salvadoreño, ni siquiera hubiera sido uno del montón en México, así que su participación en nuestro país no merece una opinión mayor. Y la aparición del español García Aranda, que supuestamente es el asesor de lujo de los árbitros mexicanos, demostró en el anterior Mundial de Sudáfrica como máximo responsable de los silbantes de Fifa, que no tiene la jerarquía ni la capacidad para ayudarnos.
Cuando los directivos del futbol comprendan realmente, no de dientes para afuera, que los árbitros son al final de cuentas los principales responsables de su negocio y de cuidar la salud de sus activos más importantes (los jugadores obvio), podremos ver estos cambios tan necesarios. Antes, difícilmente sucederá.